[Extranjeros en Morelos] La gira arqueológica de Guillermo Dupaix

De Casasano a Jonacatepec, el luxemburgués realizó tres correrías en la Nueva España entre los años 1805 y 1808

José N. Iturriaga | Historiador

  · lunes 4 de julio de 2022

Xochicalco, y sus salones subterráneos. / Cortesía | INAH

Guillermo Dupaix nació en Luxemburgo, pero podemos considerarlo español, ya que desde 1767 estuvo al servicio de esa corona por casi cuatro décadas. Realizó tres expediciones arqueológicas en la Nueva España entre 1805 y 1808. Asomémonos a ellas:

“En Casasano existen dos piedras de escultura antigua. Una hace ver un monumento circular labrado por su plano superior. Pienso que esta rueda sería la base de un ídolo o arca de sacrificio. Llama la atención la repartición que practicaron en el plano del círculo, con una precisión fundada sobre reglas geométricas, las cuales suponen unos conocimientos que no se podría esperar de una nación (reputada falsamente por algunos) bárbara”. “En Cuernavaca empecé por uno de sus barrios llamado San Antonio, en el que hay un lagarto esculpido, casi de bulto, echado sobre la cresta de un peñasco de bastante volumen. Tiene dicho cuadrúpedo tres varas de extensión, y media vara de espesor en la parte más abultada de su cuerpo, y al lado opuesto se ven cuatro círculos convexos puestos en una línea horizontal”.

“En el mismo sitio, en el paraje que llaman Ochimale (que significa del escudo, en lengua mexicana) detrás de las casas llamadas de Hernán Cortés, se halla un peñasco solitario en el cual está grabado de relieve en la fachada que mira al norte en un plano vertical, el alzado de una especie de castillejo con sus almenas, escaleras y entrada con algunos adornos, y tres círculos o caracteres puestos a su derecha en un orden vertical. Todo él está grabado con mucho orden y simetría. También los de Cuernavaca (en lengua mexicana, Quauhnahuac, que quiere decir en donde pasó el águila) quisieron perpetuar sus trofeos, dándoles por base las mismas peñas”.

A una legua al sureste de la ciudad, en Quanhtetl (“águila de piedra”), en otro peñasco “está grabada un águila con pico, alas, cola y garras. La cabeza tiene de adorno varios círculos concéntricos al ojo y con sus radios”.


En el mismo sitio se halla un peñasco solitario en el cual está grabado el alzado de una especie de castillejo

Guillermo Dupaix



Después de Tetlama (“paraje de piedras”) está Xochicalco: “Oratorio o palacio fabricado por los antiguos indios. Esta particular producción del ingenio de esa nación, en la que se dieron la mano arquitectura y escultura, pudo ser un modo de fortificarse proporcionado a los ataques de sus contrarios. Este sistema de fortificación sería en razón del ataque usado en aquellos tiempos; además está defendido por un amplio foso hecho a mano que circunvala la base de este célebre cerro”.

Los antiguos indios preferenciaron la forma piramidal “para dar el culto a sus falsas deidades y manifestaron en esta elección un gusto ciertamente nada despreciable, y digno de mejor religión”.

Cuando Dupaix entró al subterráneo de Xochicalco acompañado del “gobernador de indios de Tetlama y el cabo de dragones”, desenvainaron las espadas, pues el cacique les dijo que allí “se solían refugiar leones y lobos".

"¿Quién, a la vista de este amplio y antiguo subterráneo taladrado por artificio o fuerza de brazos e instrumentos en una peña viva, no dirá que los antiguos mexicanos conocieron el fierro? De cualquier manera que sea, siempre son y serán acreedores a la admiración y alabanzas de los presentes y futuros”.

“Yo pienso que los dichos salones subterráneos son más propios a la morada de los muertos que a la de los vivos. La concavidad lúgubre del sitio, el silencio y la oscuridad de los sepulcros, todo en fin apoya mi conjetura”. Sin embargo, hoy sabemos que probablemente se trataba de un observatorio.

En Jonacatepec “me hicieron ver una especie de máscara mediana, labrada en una piedra caliza, blanquizca y transparente, la que denominan tecali, y en su tamaño bien labrada y proporcionada; parece que el escultor intentó retratar en ella las facciones de su nación”.

¿Leones y lobos en Xochicalco?

Cuando Dupaix entró al subterráneo de Xochicalco acompañado del “gobernador de indios de Tetlama y el cabo de dragones”, desenvainaron las espadas, pues el cacique les dijo que allí “se solían refugiar leones y lobos.



Pienso que los salones subterráneos (del túnel de Xochicalco) son más propios a la morada de los muertos que a la de los vivos

Guillermo Dupaix, Capitán de luxemburgo


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