Diana Anhalt llegó a México en 1950, de unos diez años. Nacida en Nueva York, de padres judíos con ideología de extrema izquierda, tuvieron que huir de Estados Unidos por las persecuciones políticas de la era del macarthismo, en plena Guerra Fría entre ese país y la Unión Soviética. Traídas ella y su hermana a México por sus padres, de manera sorpresiva y sin explicaciones, pasarían cuatro décadas para que Diana se resolviera a investigar aquella migración de expatriados políticos estadunidenses a nuestro país.
Realizó numerosas entrevistas y tuvo acceso a expedientes del FBI, hasta entonces restringidos al público; se vio obligada a usar medidas jurídicas para lograr la apertura de esos archivos y conocer el espionaje del gobierno de Estados Unidos en contra de sus padres y de otros ciudadanos tildados de comunistas. El resultado de sus pesquisas es este libro, publicado en inglés en el 2001: Voces fugitivas. Expatriados políticos norteamericanos en México, 1948- 1965.
En aquella nación hubo toda clase de atropellos en esos días de McCarthy: juicios contra personas consideradas subversivas, despidos por motivos políticos, delaciones y acusaciones, acciones intimidatorias del Ku Klux Klan, encarcelamientos. Muchos activistas huyeron a Europa y a México. Acá vivieron los expatriados en la capital, en Cuernavaca y en San Miguel Allende, principalmente. Escribe Anhalt:
“Durante el gobierno de [Miguel] Alemán, los medios de información trataban de influenciar a la opinión pública, en un intento por crear un clima favorable a la política de la Guerra Fría. Tal como la prensa distorsionó [varios casos], también lo hizo con un incidente que un periodista llamaría la batalla de Cuernavaca.”
“Ya en 1951 un grupo de pintores, escritores y gente de Hollywood se habían ido a radicar a Cuernavaca. Entre ellos se encontraba Willard Motley, un escritor norteamericano [negro], homosexual, drogadicto y autor de libros respetados […] Si bien era de ideología progresista, sus motivos para estar en México no parecen haber sido de índole política.”
“Motley y unos amigos estaban tomando copas en la terraza del hotel Bellavista [en el Jardín Juárez, hoy banco Santander, contraesquina del Teatro Ocampo], cuando un tejano, molesto por la presencia de negros, se quejó al propietario del hotel, quien le respondió de inmediato que podía irse si no estaba a gusto. El tejano y su acompañante se fueron, enojados, mientras que Motley y sus compañeros, encantados por la reacción del dueño, se pusieron a cantar. Parece que una de las muchas selecciones con que deleitaron a su auditorio fue la Internacional, himno de los partidos comunista y socialista.”
“Poco después, la prensa local publicó una serie de artículos criticando a los expatriados políticos y a la política tolerante en este país. Entre ellos: ‘Cuernavaca convertida en nido de rojos prófugos de Estados Unidos’. Sin mencionar nombres, se refería a un grupo de comunistas que decidió ponerse a cantar la Internacional en la terraza del Bellavista, cosa que molestó a un grupo de turistas, que procedieron a salir, en señal de protesta. El mismo artículo mencionaba una fiesta ofrecida por Willard Motley, a la que asistieron prominentes guionistas comunistas. Además, identificaba a 13 individuos como los rojos de Cuernavaca, entre ellos Albert Maltz y Gordon Khan. Según el artículo, este último no sólo había sido encarcelado en Estados Unidos –cosa que no era cierta– sino que también encabezaba la comunidad roja de Cuernavaca […]”