Andrés de Curiel, corregidor español de tres pueblos hoy morelenses, preparó en 1579 su descripción por órdenes del virrey Martín Enríquez. Así la califica él mismo: “Relación, la más verdadera que pudo ser, de las cosas de Totolapa, Tlayacapa y Atlatlauhca”. Veamos algunos fragmentos, empezando por el siguiente párrafo, que no deja de tener gracia:
“Las leguas de los pueblos referidos de unos a otros, ni son muy pequeñas ni muy largas, ni son de tierra muy doblada ni muy llena, y, algunos de ellos, derechos, y otros, no.”
“La causa por que dicen que se llamó el dicho pueblo de Totolapa así, es porque, viniendo ciertos indios llamados chichimecos en busca de tierras donde poblasen, hallaron ciertos manantiales de agua, que en lengua mexicana se dice apan, y, en uno de ellos, un gallo montés de la tierra [guajolote] bebiendo, que en la dicha lengua se dice totol, de las cuales dos dicciones llamaron al dicho pueblo Totolapa.”
“Tlayacapa se dijo así porque, por la parte del mediodía, la cerca una sierra que hace una punta, la cual, en lengua mexicana, se dice Tlayacapa.”
“Atlatlauhca se dijo así porque los pobladores, viniendo en busca de tierras donde poblar, hallaron en cierta quebrada, cerca del dicho pueblo, agua, que en su lengua se dice atl, la cual estaba colorada de la tierra y barro por donde pasaba, y “lo colorado” se llama en su lengua tlahuitl; y, así, de ambas dicciones le llamaron Atlatlauhca.”
“El señor natural de los dichos pueblos, en tiempo de su gentilidad, fue Montezuma, al cual no tributaban, porque sólo le servían en las guerras que tenía; dábales, el dicho Montezuma, las armas necesarias para la guerra. Adoraban al demonio, el cual tomaba muchas formas y figuras; sacrificábanle, ofreciéndole copal y cortándose las orejas, o pasándose, con la punta de un maguey, el pellejo de una de las dos piernas, abajo de las rodillas, y ofrecíanle la sangre que les salía de las orejas.”
“En sus casamientos guardaban este orden: el padre y parientes del desposado enviaban a la desposada muchos presentes, como eran vestidos, comida, criados y criadas que le sirviesen y, el día del casamiento, iban por ella a su casa y la traían en hombros, donde los ataban o trababan, de la manta del desposado y huipil de la desposada, en señal de que eran casados. La fiesta que, trayendo a la dicha desposada, se hacía, era muy grande de bailes y danzas, comidas y banquetes, por espacio de siete días, en la cual se emborrachaban como al presente lo hacen.”
“Los pueblos con quien traían guerras eran Chalco, Huexotzingo, Tlaxcala y Cholula. Tenían sus capitanes, el número de ellos conforme a la gente de guerra. Llevaban su atambor y cierta manera de pífano, rodelas y ciertos palos anchos, de roble o de encina, que comúnmente se llaman macanas, con sus pedernales al cabo de ellos. Hacían se una ala, aunque otras veces conforme a la disposición de la tierra y lugar de la batalla, guardaban otro orden y postura; llevaban, asimismo, los jubones estofados de algodón.”
“El hábito y traje que antiguamente traían, y al presente traen, es una manta de algodón hasta el tobillo, atada con un nudo en uno de los hombros o en el pecho, camisa y zaragüelle, y cotaras por zapatos. Y comían carne y legumbres y su maíz, y, algunas veces, carne humana de los que cautivaban en la guerra. Vivían más, y más sanos, antiguamente que ahora, de lo cual no se sabe la causa.”
“Hay un árbol silvestre que llaman maguey, el más provechoso de todos, de que se saca miel y, de ella se hace vino; y de sus pencas, que son grandes y gruesas, hacen hilo y del hilo, mantas y zapatos, y de las puntas de las dichas pencas agujas gruesas. Son asimismo las dichas pencas muy buenas de comer, cocidas en horno, por sí, sin otra cosa.”
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