Ya estuvo. Se acabó. Como apartidista y libre pensadora, pienso que ya les hemos dado el beneficio de la duda a todos los partidos, y todos han resultado ser prácticamente iguales.
Ninguno de estos partidos, que se siguen multiplicando como plagas reincidentes, se han dado cuenta que las mujeres estamos en plena lucha, reivindicando todo lo que se ha hecho, a través de los siglos, para que las mujeres puedan volver a apropiarse de sus cuerpos, de su mente, de sus destinos, sin tener que quedar bien con nadie más, sino con ellas mismas.
No queremos que ninguno de ellos pretenda representarnos o que hable por nosotras.
Tenemos nuestro propio feminismo que no necesita de sus banderas.
Para mí, el feminismo es una filosofía de vida que pretende contemplar lo necesario y lo bueno del Orden Natural de la vida.
Desde principios del siglo pasado nos dimos cuenta que las marchas pacíficas son inútiles, se vuelven parte del folklore de cada pueblo y pasan totalmente inadvertidas.
Véase el caso de las sufragistas inglesas que sólo recurriendo a la violencia es que pudieron llamar la atención de sus sordos gobernantes.
La mujer está en guerra, por todos los flancos, y ésta, no es la excepción.
Ni siquiera en estos momentos de sórdida pandemia las mujeres se pueden resguardar en sus propios hogares. Siguen sufriendo la intolerable violencia, y el gobierno indolente, que siempre tiene otros datos, sólo les pide que cuenten hasta diez con una especie de risa sardónica que hace hervir la sangre.
¿Acaso las mujeres que quieren cambiar estos esquemas no son parte del pueblo bueno? ¿Es por eso que se les descalifica y no se les concede la autonomía que sí tienen?
Por eso, es realmente lamentable que de todas las legisladoras del partido institucional, Estefanía Veloz haya sido la única que levantó la voz en contra de la espeluznante decisión de confirmar la candidatura a un violador, desafiando a todo un sistema, desafiando a un presidente que vuelve a caer en la profunda indiferencia, y le da la espalda al clamor y al miedo de las mujeres, a pesar de la furia que sienten por las desapariciones y la violencia que en ellas se ejerce, en todas sus manifestaciones posibles, y como lo demostraron el 8 De Marzo.
¿Qué le deberá al candidato que tanto defiende, a pesar del costo político que le va a traer?
Para mi gusto, ya es hora de fundar nuestro propio partido y quedarnos sólo con dos que bien librarían todas las causas. El Partido Feminista, y el Partido Conservador.
Aplaudo la valentía de Estefanía Veloz, que antes no me caía nada bien por su empecinada y ciega defensión a lo ya indefendible, pero que hubiera sido mejor haber sacado al violador y a todos sus defensores, como Mario Delgado, por ejemplo.
Otro ejemplo en el que las mujeres, pase lo que pase, siempre pierden.