El artista morelense Ernesto Ríos inauguró virtualmente su exposición “Geometría conventual” en el Museo Ex convento de Tepoztlán. Esta exhibición se divide en dos grandes grupos, fotografías, videos y dibujos realizados in situ y obras creadas previamente, pero que al presentarse dentro del espacio conventual, invitan a una reflexión y un diálogo de posibles relaciones estéticas y geométricas.
“El Ex convento de Tepoztlán ha sido reconocido como un bien cultural Patrimonio Mundial y ha sido mi decisión como artista originario de Morelos, indagar acerca de las unicidades que le otorgan tal categoría por sus aportes al género humano y expresarlos artísticamente con toda libertad. Durante 20 años ha sido sometido a un ejemplar proceso de revitalización, y he tenido la oportunidad de participar en el seguimiento fotográfico de diferentes momentos del proceso y trabajado en el acervo fotográfico entregado a las restauradoras, quienes interactuando con la comunidad detectaron el interés de los niños para ubicar a su pueblo dentro de la serranía, dando lugar a una maqueta didáctica, a un museo comunitario y una biblioteca”, expresó Ernesto Ríos.
Asimismo, el artista comentó que visitar el recinto durante los meses de la pandemia, le ayudó a visualizar con la ayuda de un lápiz o través de la cámara, los juegos de luces y sombras, escuchar con atención los ecos sonoros y silencios monacales, y el apreciar cómo capa a capa, se han ido desentrañando historias y grafismos, que en conjunto inspiraron su reciente trabajo.
Dentro de la serie de obras in situ, Ernesto Ríos realizó una serie de 10 dibujos con la técnica conocida como Frottage, con la cual, calcó cuidadosamente sobre papel una serie de antiguos y anónimos grafitis, que fueron plasmados a través de incisiones en los muros y se fueron acumulando por muchos rincones del Ex convento, a través de los siglos.
La temática iconográfica de estos dibujos anónimos y ahora punto de partida de nuevas obras de Ríos resulta muy rica y variada; van desde formas amorfas, zoomorfas, figuras geométricas, y también aparecen figuras reconocibles como rostros, figuras humanas y escaleras, iglesias, castillos, barcos, un tren, flechas, números, letras, cruces, claves y símbolos indescifrables de muy diversas épocas. Las paredes del convento sirvieron como un gran lienzo en el que muchas personas de diferentes épocas fueron dejando su impronta.
“Estos trazos a simple vista no se ven, pues tienen capas de pintura que los ocultan. Sin la ayuda de Marcela Tostado, directora del Centro de Documentación del Ex convento, Lucía Ortiz, directora del museo y del restaurador José Carmen Castillo Oveliz, no hubiera sido imposible encontrar estos enigmáticos testimonios gráficos. Estos hallazgos, los han encontrado, fruto de una cuidadosa tarea de observación después de 11 años de investigación. Resulta fascinante ver cómo van a pareciendo y emergiendo en el papel, mientras vamos calcando cuidadosamente con una barra de grafito. Es como si de pronto un eco y una huella que dejó un ser humano hace décadas o cientos de años, de pronto cobrara vida”.
Cabe destacar que para realizar este trabajo, Ernesto Ríos pidió autorización al Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH). Su principal objetivo es fusionar en un mismo dibujo memorias acumuladas que de pronto se entrelazar en un mismo espacio bidimensional.
“Haber realizado estos frottage fue como establecer un dialogo gráfico con personas que ya no están, pero que al re trazar y reconfigurar sus huellas a través del grafito y el papel es como cobrarán una nueva voz. Esta serie podría entenderse como una remix gráfico”.
Asimismo, en esta muestra Ernesto Ríos intentó fusionar simbólicamente elementos arquitectónicos, pictóricos y escultóricos a través de la fotografía, “La pandemia me obligó a exponer virtualmente y mostrar las obras a través de las fotografías. Me di la tarea de fotografiar las piezas escultóricas in situ aprovechando capturar la personalidad, colores y texturas que proyecta el ex convento utilizando luz natural. A partir de mi observación, de la geometría conventual decidí en respuesta realizar una serie de esculturas con cerillos reciclados para posteriormente fotografiarlas suspendidas como si no hubiese gravedad”.
Finalmente, el artista señaló que esta exposición es un esfuerzo para palpar y reconocer cualidades, atributos y lecciones contenidas en uno de los bienes icónicos del patrimonio morelense, mexicano y universal.