/ viernes 29 de noviembre de 2019

El venado como portador del sol

El contexto histórico de un hallazgo

Como parte de los trabajos del Instituto Nacional de Antropología e Historia en la conservación y protección del patrimonio arqueológico, se han realizado excavaciones arqueológicas en el valle de Chautla, ubicado en el municipio de Ayala, Morelos, de las que se han recuperado infinidad de datos que aportan información de las diferentes etapas de la ocupación mesoamericana. Entre los contextos arqueológicos excavados, se tiene el denominado “Entierro 37”, que consiste en una caja o cista formada con tres lajas de piedra caliza colocadas en posición vertical, dos de ellas forman el muro norte y una el muro sur, más otras dos lajas en posición horizontal colocadas a manera de tapa.

Al interior de esta cista se encontró los restos de varios individuos, puesto que se excavaron cinco cráneos, pero los huesos asociados al resto de los esqueletos son mínimos. La cista está siendo analizada, por lo que de momento no sabemos si se trata de un osario o de un individuo principal, muy importante, con cuatro cráneos como parte de la ofrenda a la que se suma 17 vasijas (figuras 1 y 2).

Con base en las 17 vasijas de la ofrenda podemos fechar el entierro para finales del periodo Clásico, entre 550 a 650 d.C., y principios del Epiclásico, 650 – 900 d. C., un periodo de múltiples cambios en las sociedades mesoamericanas, puesto que corresponde a la rápida y estrepitosa decadencia de Teotihuacán, el gran estado hegemónico de la región cultural del Altiplano Central, y el surgimiento de nuevos centros regionales.

Teotihuacán fue la mayor urbe que existió en Mesoamérica y su poderío se basó en el control de las rutas de intercambio, desde Copán, en la actual Honduras, hasta el sitio de La Quemada, en el estado de Zacatecas, tanto de bienes suntuarios (plumas verdes, jade, cacao) como de bienes de uso doméstico, como la obsidiana, la sal y el algodón, entre otros. Sin embargo, todo parece indicar que este control no fue del tipo militar, pues son pocas las representaciones de guerreros en la urbe, pero tuvo una gran influencia ya que, al parecer, Teotihuacán fue el lugar que legitimó a los señores de lugares muy remotos, integrándoles a su red de intercambio y, en cierta medida, a una ideología y cosmogonía común.

Es poco lo que sabemos en referencia a la relación existente entre Teotihuacán y el territorio que actualmente ocupa el estado de Morelos. La mayoría de los hallazgos corresponden a pequeñas ocupaciones contemporáneas que muestran una evidente influencia de la gran urbe, como es el valle de Chautla; sin embargo, se tiene que considerar que los valles de Morelos es la principal área productora de algodón en el Altiplano Central.

Para el 650, la crisis es tan grave en Teotihuacán que se tiene el primer gran incendio que asoló la ciudad, haciendo que la mayor parte de la población, su clase dirigente y la enorme cantidad de artesanos especializados, migraran hacia las nuevas ciudades que tratan de establecer y controlar nuevas rutas de intercambio, como Xochicalco, Cacaxtla—Xochitécatl, Cholula, Monte Albán, Teotenango y Tajín entre otras. Mientras que el arte, la cerámica, la arquitectura y el culto religioso eran absolutamente controlados y estandarizados por el estado teotihuacano, el Epiclásico es un periodo donde a los artistas se les dio lo que parece ser una absoluta libertad creativa. Sin embargo, hay una constante contradicción en esta sociedad; por una parte se observa un intento por conservar la herencia de las culturas clásicas — como la utilización en muchos casos del signo de año teotihuacano y la preeminencia de Tláloc como Dios principal, señor del rayo y del calendario— y, por otra parte, el surgimiento de muchos elementos que serán plenamente utilizados y desarrollados en el Posclásico —como los signos y portadores asociados a ese momento, la exaltación del culto dual, con un sistema de dos templos, y el realce de Quetzalcóatl como patrono de la clase gobernante.

El presente artículo hace énfasis en una sola de las vasijas que forman parte de la ofrenda de esta cista y que es un ejemplo de la complejidad de este periodo de transición, entre finales del Clásico y principios del Epiclásico. Se trata de un cajete, o plato hondo, de soporte anular y cuerpo semiesférico, su forma fue muy común para el periodo Clásico, pero sólo elaborado en el tipo Anaranjado delgado, la principal cerámica de comercio teotihuacana, así que su aparición con una vajilla diferente es evidencia de esta transición. Así mismo, la decoración de este cajete es rojo sobre bayo, que será muy común para el periodo Epiclásico. Y el motivo decorativo está compuesto por una banda en el borde de color rojo, mientras que al interior de la pieza en las paredes del cajete se encuentra un dibujo relativamente sencillo de un animal repetido cuatro veces, y en fondo fue pintado un círculo rojo, además de una delgada banda pintada sobre el borde (figuras 3 y 4).

El animal cuadrúpedo tiene largas orejas, hocico y tronco largo, patas largas y rectas con el rabo levantado hacia arriba. Es poco probable que se trate de un conejo, puesto que su cuerpo suele ser representado más corto. Podría tratarse de un perro, pero éstos suelen representarse con dos colores y el pelo visible como pequeñas líneas que cubren el cuerpo. De tal manera, se propone que, por la forma de la cabeza y el rabo, así como lo recto de las patas, se trata de un venado. Mientras que el círculo rojo en el fondo se considera una representación del sol cuando se encuentra en el cenit, es decir, cuando no proyecta sombra. Para los pueblos mesoamericanos, esta fecha se consideraba especialmente poderosa, ya que el calor del sol caía directamente sobre la tierra para encontrarse con las deidades terrestres, entre ellas, Huehuetéotl, el Dios Viejo, señor del calor de la tierra, que se unía con Xiuhtecútli, el Señor del calor celeste. Además, la banda roja en el borde representa el horizonte.

De tal manera, se propone que la escena representada en el plato es cuando el sol se encuentra en el cenit y sosteniendo la bóveda celeste, el horizonte, en cada rumbo del universo, se encuentra un venado. De tal manera, el centro del plato corresponde al centro del Universo, el lugar sagrado, donde las fuerzas frías y calientes del universo se unen, donde el plano celeste, humano y terreno se hacen uno. Así, la decoración del plato, hace referencia tanto al modelo cosmológico como a un momento en concreto, sacralizando especialmente el área de la cista (figura 5).

Tapa de la cista del Entierro 37. Valle de Chautla, Morelos.

Entierros de la cista en proceso de excavación.

Estela de conquista. Se observa un personaje prisionero y a sus pies el topónimo del lugar conquistado. Encima a la izquierda se observa la fecha año 10 venado. debajo lo que parecen dos manos amarradas y el día.

El venado como animal solar

Es relativamente fácil establecer la relación existente entre el águila y el jaguar con el sol, así como al conejo con la luna. La leyenda de los soles lo establece con claridad, así como los Tonalámatl, tanto de estilo del Altiplano Central, como los llamados “Mixteca – Puebla”, lo mismo ocurre con un sin fin de monumentos provenientes de Tenochtitlán, Tula, Chichen Itzá, donde se hace constante referencia a estos animales como acompañantes del sol. Sin embargo, establecer que el venado es otro animal con características solares, requiere de un análisis más atento.

El venado, como todo signo, esto es como parte de un sistema semántico que establece su posición y valores con respecto al resto de los signos, no tiene un significado único. Por el contrario, dependiendo del contexto en el cual se encuentra, el venado podrá tener valores distintos, inclusive llegando a ser contradictorios.

Esta contradicción la podemos ver inclusive en la descripción que da Sahagún de los nacidos en la trecena que comienza con el día Uno Venado:

“Todos los dichos trece días decían que unos eran bien afortunados y otros mal afortunados, como parecerá por la declaración de ellos. Decían que cualquiera que nacía siendo hijo de principal en el dicho signo, sería también noble y principal, y tendría qué comer y beber, y con qué dar vestidos a otros, y otras joyas y atavíos. Y si nacía un hijo de hombre de baja suerte en aquel día decían que sería bien afortunado y que merecería ser hombre de guerra y sobrepojaría a todos los de su manera, y sería hombre de mucha gravedad, y no cobarde ni pusilánime. Y si nacía hembra en aquel día, siendo hija de noble o de hombre de baja suerte, lo mismo merecería ser bien afortunada, varonil y animosa, y no daría pesadumbre a sus padres”.

Y, por otra parte, Sahagún también menciona que los nacidos en el día particular Uno Venado son:

“Cualquiera que nacía en este signo Ce Mazatl era temeroso y de poco ánimo y pusilánime. Cuando oía tronidos y relámpagos o rayos no los pudía sufrir sin gran miedo y se espantaba. Y alguna vez le acontecía que moría del rayo, aunque no lluviese ni fuese noblado, o cuando se bañaba ahogábase, y le quitaban los ojos y uñas algunos animales del agua, porque decían que nació en tal signo Ce Mazatl, porque es su natural del ciervo ser temeroso.”

De tal manera, debemos entender el carácter dual del venado como signo. Por una parte, el venado, mazatl, es considerado como la presa por excelencia. En un lugar sin animales grandes domesticados, la fuente más grande y segura de carne era el venado. Por lo tanto, su cacería aseguraba el sustento de más personas que cualquier otra presa de menor tamaño. Ésta es la principal razón, por la cual, se considera que el venado es un símbolo de la abundancia. Sin embargo, las personas que nacían el día del venado, adquirían las características que la cultura mesoamericana consideraba que tenía el animal. De tal manera, la persona cuyo Tonalli era Uno Venado, tendría un comportamiento temeroso y apocado.

Esta dualidad se puede observar en la descripción del signo venado en el Códice Borgia. En esa lámina se aprecia en la parte inferior a Tláloc como señor del día, sentado en un trono, ya que como señor del Tlalocan está asociado a la lluvia, el cultivo, y la abundancia de los mantenimientos. En la parte superior se tiene la imagen mantica de un templo del cual brota el agua desde las escaleras, como los dones. Así mismo, se encuentra un cajete precioso al interior del templo y la misma imagen se repite al exterior, se trata de la abundancia de comida. Sin embargo, el techo del templo se encuentra en llamas, es decir, hay peligro de destrucción de todos los bienes; y en el techo se encuentra una coa o bastón plantador que también se encuentra en llamas, indicaría el peligro de que la base del sustento se pierda. Y la unión del fuego del techo, con el agua de la plataforma, indica peligro de guerra y destrucción, es decir, la imagen repite el mensaje anterior. El signo de venado es rico en bienes y alimentos, pero como el agua, puede perderse el control y barrerlo todo, hay peligro en los excesos (figura 6).

De tal manera, podemos observar que el venado es un signo polivalente, asociado a la abundancia y a la vida agreste, pero si queremos establecer sus características como animal solar, debemos buscar un poco más en otro tipo de fuentes.

Entre los grupos del noroeste de México, hay una abundante mitología asociada al venado. En la cosmogonía Kilíwa, en el estado de Baja California Norte, la deidad creadora del mundo, Meltí ?pa jalá (u) «Coyote—Gente—Luna», después de crear los cuatro rumbos del universo. asignarles un color, ponerles nombres, crea los caminos y levanta la bóveda celeste. Después de que descubre los mares y las montañas, a los cuales bautiza, el creador se toma un descanso y, posteriormente, crea a los cuatro borregos cimarrones que deberían vivir en cada una de las montañas que había en cada uno de los rumbos. Sin embargo, Coyote— Gente— Luna, se da cuenta que los borregos se encuentran solos y necesitan compañía. Para esto, crea un animal para cada rumbo y así aparecen, siendo el primero el venado, de carne blanda; el pez, animal de agua; la codorniz, la cabeza cantora, y el gato, de la cabeza nocturna. Desafortunadamente, los animales no lograron llevarse bien entre ellos ni con los borregos cimarrones, por lo que después de regañarlos, decidió que estos cuatro animales serían exclusivamente suyos y se apellidarían Kuyak. Después de eso, Coyote—Gente—Luna crea al resto de los animales, pero cada uno de los primeros cuatro animales corresponden a cada uno de los rumbos o cunas. Lo que asocia al venado como uno de los cuatro portadores del año y del mundo (Olmos Aguilera, Miguel 2014: 106 - 110).

Esquema del cosmos, tal como se representa en el plato.

Códice Borgia, representación del día venado.

Detalle del Templo de la Luz. Códice Borgia.

Templo de la Luz. Códice Borgia. En la cima se encuentran el sol y la luna amarrados por la araña jaguar.

Estela de Teotenango. Fecha 13 Venado.

Entre las historias en las cuales los animales tienen funciones cosmogónicas, debemos considerar la mayoría de las fábulas en las cuales participa el conejo, animal lunar por excelencia, con otro animal de características solares, tales como el jaguar, el coyote o el venado, y donde el conejo por su astucia termina siempre venciendo al animal solar.

El pueblo Guarijío, entre los estados de Sonora y Chihuahua, tiene una fábula en la cual el conejo (animal lunar) discute con el venado (animal solar) y el venado le pide al conejo que hagan una carrera y el que gane se quedará con el sombrero del otro. Pese a la renuencia del conejo, al final éste accede y comienzan la carrera al mismo tiempo, sin embargo, cada vez que el venado parpadeaba, el conejo ganaba mayor distancia hasta que, por fin, el conejo ganó la carrera y el venado tuvo que entregarle su sombrero. Razón por la cual el venado pierde su cornamenta cada año, entregando su sombrero al conejo.

Ahora bien, otra forma de establecer que el venado tuvo una fuerte implicación solar en la concepción mesoamericana, es la representación de la Danza del Venado del Pueblo Mayo, Sonora, que tiene fuertes connotaciones cosmológicas. La Danza del Venado se realiza dentro de una enramada compuesta por un armazón de mezquite, cubierto por ramas de álamo y techado con ramas de carrizo, de tal manera, cada uno de los tres tipos de árboles representa uno de los niveles del cosmos. Los músicos se colocan en cuatro grupos, marcando los puntos cardinales y los rumbos del universo. Por último, aparecen los danzantes, si bien algunos autores consideran que son danzas diferentes, el del pascola y la del venado, las danzas se realizan generalmente de manera consecutiva. El danzante del venado lleva sólo en una pierna los cascabeles de capullos de mariposas o tenabaris, lleva en su cinturón pezuñas de venado y la cabeza del animal. De tal manera, el danzante claramente representa al animal y desde un punto de vista cosmogónico al estarse moviendo por entre los cuatro rumbos del universo, el venado es el sol, al igual como aparece en el plato. El pascola que lleva una máscara negra que representa a un viejo y a un chivo con rostro burlón y la lengua de fuera y porta cascabeles de latón en la cintura y lleva desde la misma hasta las rodillas una faja negra que representa a una culebra negra o babatuko De tal manera, el pascola tiene varios significados, se le puede considerar como un diablo, un chivo o una serpiente, de cualquier manera se trata de una fuerza telúrica que complementa a la fuerza solar del danzante venado(Figura 7).

Por lo que respecta al periodo de transición entre Clásico y Epiclásico, época en la cual se produjo el plato origen de este artículo, debemos recordar que una de las fuertes crisis que sufrió Mesoamérica fue el cambio de su calendario. Al momento de la llegada de los españoles, en los registros mexicas y los mixtecos se observa que los portadores de los años son los signos Casa, Conejo, Caña y Pedernal. Sin embargo, en muchos registros del periodo Clásico y algunos del Epiclásico se puede observar que los portadores de los años eran los signos Viento, Venado, Hierba y Movimiento, tal como se puede observar en las tres estelas que actualmente se encuentran en el Museo de sitio de Monte Albán (Figuras 8 a 10). Otros ejemplos del signo Venado como portador del año, lo podemos observar en la Estela de Teotenango, del Epiclásico, en la cual se observa claramente un signo de año 13 Venado, junto con un signo Serpiente y dos posibles signos de Agua (Figura 11). De tal manera, se puede observar en este sistema de representación del Epiclásico, la clara manifestación del Venado como signo cargador del año.

Por último, quizás el elemento más claro y que deja sin lugar a dudas la condición del venado como un animal solar, es la representación del Templo del Día en el Códice Borgia. En esta lámina se representa un gran templo con un basamento pintado en colores rojo y blanco, cuyo templo es el cuerpo de una serpiente negra, su techo es de palma, cónico, con nueve espíritus o dioses sacrificados y con una punta de pedernal. En la punta se encuentra una araña-jaguar cuyo hilo tiene capturado al sol y la luna, junto con lo precioso, el palo sembrador, las puntas de maguey para el autosacrificio y la bandera blanca, y el plumón blanco de los sacrificados. De tal manera, en ese momento que representa el códice, el Templo con su plataforma y techo es el árbol cósmico, pilar del mundo en el cual una deidad detiene y atrapa al sol, a la luna y todos los elementos necesarios para el mantenimiento de los Dioses y los hombres. Sin embargo, mientras que la luna —representada como una olla de hueso rellena de agua—, es cargada por un conejo; el sol —Representado como un disco amarillo, rojo y blanco con rayos—, es cargado por un venado blanco (figuras 12 y 13).

Con base en todo lo anterior, podemos establecer que el venado es un signo con múltiples connotaciones, entre las cuales se encuentran: la víctima del sacrificio primordial, la abundancia, el ser de los montes, el animal temeroso y furtivo, pero también el que carga y lleva al sol en su transcurrir diario.

De tal manera, el plato de los venados, es un ejemplo claro de su momento histórico. Cuya forma hace referencia al periodo Clásico, su decoración de color rojo y bayo está asociado al momento del Epiclásico. Así mismo, los motivos tienen una fuerte influencia cosmogónica y perteneciente al Clásico, los cuatro venados representan no sólo los cuatro rumbos del universo y sus esquinas, son también los puntos máximos y mínimos del desplazamiento del sol en el horizonte a lo largo del año, por lo que también representan el tiempo. El sol, como motivo central, hace referencia al Dios que daba la vida y el cual necesitaba constantemente de sacrificios para mantener el orden del universo. La línea del borde representa, no sólo el horizonte que se observa, también era la línea que marca el comienzo del inframundo. De tal manera, el plato es un claro discurso cosmogónico que además representa un momento clave en el calendario ritual mesoamericano, el momento en el cual el sol no proyectaba sombra y el calor celeste descendía hasta el corazón del mundo, donde se encontraba con las fuerzas frías.

Danza del venado, grupo Mayo.

Plato desde perfi.

Fragmento de estela representa a un personaje con un elaborado tocado. Encima del mismo se observa el venado como signo portador del año. Museo de Monte Albán.

Estela con inscripción calendárica, año 1 venado. Museo de Monte Albán.


Con información de Giselle Canto Aguilar

Como parte de los trabajos del Instituto Nacional de Antropología e Historia en la conservación y protección del patrimonio arqueológico, se han realizado excavaciones arqueológicas en el valle de Chautla, ubicado en el municipio de Ayala, Morelos, de las que se han recuperado infinidad de datos que aportan información de las diferentes etapas de la ocupación mesoamericana. Entre los contextos arqueológicos excavados, se tiene el denominado “Entierro 37”, que consiste en una caja o cista formada con tres lajas de piedra caliza colocadas en posición vertical, dos de ellas forman el muro norte y una el muro sur, más otras dos lajas en posición horizontal colocadas a manera de tapa.

Al interior de esta cista se encontró los restos de varios individuos, puesto que se excavaron cinco cráneos, pero los huesos asociados al resto de los esqueletos son mínimos. La cista está siendo analizada, por lo que de momento no sabemos si se trata de un osario o de un individuo principal, muy importante, con cuatro cráneos como parte de la ofrenda a la que se suma 17 vasijas (figuras 1 y 2).

Con base en las 17 vasijas de la ofrenda podemos fechar el entierro para finales del periodo Clásico, entre 550 a 650 d.C., y principios del Epiclásico, 650 – 900 d. C., un periodo de múltiples cambios en las sociedades mesoamericanas, puesto que corresponde a la rápida y estrepitosa decadencia de Teotihuacán, el gran estado hegemónico de la región cultural del Altiplano Central, y el surgimiento de nuevos centros regionales.

Teotihuacán fue la mayor urbe que existió en Mesoamérica y su poderío se basó en el control de las rutas de intercambio, desde Copán, en la actual Honduras, hasta el sitio de La Quemada, en el estado de Zacatecas, tanto de bienes suntuarios (plumas verdes, jade, cacao) como de bienes de uso doméstico, como la obsidiana, la sal y el algodón, entre otros. Sin embargo, todo parece indicar que este control no fue del tipo militar, pues son pocas las representaciones de guerreros en la urbe, pero tuvo una gran influencia ya que, al parecer, Teotihuacán fue el lugar que legitimó a los señores de lugares muy remotos, integrándoles a su red de intercambio y, en cierta medida, a una ideología y cosmogonía común.

Es poco lo que sabemos en referencia a la relación existente entre Teotihuacán y el territorio que actualmente ocupa el estado de Morelos. La mayoría de los hallazgos corresponden a pequeñas ocupaciones contemporáneas que muestran una evidente influencia de la gran urbe, como es el valle de Chautla; sin embargo, se tiene que considerar que los valles de Morelos es la principal área productora de algodón en el Altiplano Central.

Para el 650, la crisis es tan grave en Teotihuacán que se tiene el primer gran incendio que asoló la ciudad, haciendo que la mayor parte de la población, su clase dirigente y la enorme cantidad de artesanos especializados, migraran hacia las nuevas ciudades que tratan de establecer y controlar nuevas rutas de intercambio, como Xochicalco, Cacaxtla—Xochitécatl, Cholula, Monte Albán, Teotenango y Tajín entre otras. Mientras que el arte, la cerámica, la arquitectura y el culto religioso eran absolutamente controlados y estandarizados por el estado teotihuacano, el Epiclásico es un periodo donde a los artistas se les dio lo que parece ser una absoluta libertad creativa. Sin embargo, hay una constante contradicción en esta sociedad; por una parte se observa un intento por conservar la herencia de las culturas clásicas — como la utilización en muchos casos del signo de año teotihuacano y la preeminencia de Tláloc como Dios principal, señor del rayo y del calendario— y, por otra parte, el surgimiento de muchos elementos que serán plenamente utilizados y desarrollados en el Posclásico —como los signos y portadores asociados a ese momento, la exaltación del culto dual, con un sistema de dos templos, y el realce de Quetzalcóatl como patrono de la clase gobernante.

El presente artículo hace énfasis en una sola de las vasijas que forman parte de la ofrenda de esta cista y que es un ejemplo de la complejidad de este periodo de transición, entre finales del Clásico y principios del Epiclásico. Se trata de un cajete, o plato hondo, de soporte anular y cuerpo semiesférico, su forma fue muy común para el periodo Clásico, pero sólo elaborado en el tipo Anaranjado delgado, la principal cerámica de comercio teotihuacana, así que su aparición con una vajilla diferente es evidencia de esta transición. Así mismo, la decoración de este cajete es rojo sobre bayo, que será muy común para el periodo Epiclásico. Y el motivo decorativo está compuesto por una banda en el borde de color rojo, mientras que al interior de la pieza en las paredes del cajete se encuentra un dibujo relativamente sencillo de un animal repetido cuatro veces, y en fondo fue pintado un círculo rojo, además de una delgada banda pintada sobre el borde (figuras 3 y 4).

El animal cuadrúpedo tiene largas orejas, hocico y tronco largo, patas largas y rectas con el rabo levantado hacia arriba. Es poco probable que se trate de un conejo, puesto que su cuerpo suele ser representado más corto. Podría tratarse de un perro, pero éstos suelen representarse con dos colores y el pelo visible como pequeñas líneas que cubren el cuerpo. De tal manera, se propone que, por la forma de la cabeza y el rabo, así como lo recto de las patas, se trata de un venado. Mientras que el círculo rojo en el fondo se considera una representación del sol cuando se encuentra en el cenit, es decir, cuando no proyecta sombra. Para los pueblos mesoamericanos, esta fecha se consideraba especialmente poderosa, ya que el calor del sol caía directamente sobre la tierra para encontrarse con las deidades terrestres, entre ellas, Huehuetéotl, el Dios Viejo, señor del calor de la tierra, que se unía con Xiuhtecútli, el Señor del calor celeste. Además, la banda roja en el borde representa el horizonte.

De tal manera, se propone que la escena representada en el plato es cuando el sol se encuentra en el cenit y sosteniendo la bóveda celeste, el horizonte, en cada rumbo del universo, se encuentra un venado. De tal manera, el centro del plato corresponde al centro del Universo, el lugar sagrado, donde las fuerzas frías y calientes del universo se unen, donde el plano celeste, humano y terreno se hacen uno. Así, la decoración del plato, hace referencia tanto al modelo cosmológico como a un momento en concreto, sacralizando especialmente el área de la cista (figura 5).

Tapa de la cista del Entierro 37. Valle de Chautla, Morelos.

Entierros de la cista en proceso de excavación.

Estela de conquista. Se observa un personaje prisionero y a sus pies el topónimo del lugar conquistado. Encima a la izquierda se observa la fecha año 10 venado. debajo lo que parecen dos manos amarradas y el día.

El venado como animal solar

Es relativamente fácil establecer la relación existente entre el águila y el jaguar con el sol, así como al conejo con la luna. La leyenda de los soles lo establece con claridad, así como los Tonalámatl, tanto de estilo del Altiplano Central, como los llamados “Mixteca – Puebla”, lo mismo ocurre con un sin fin de monumentos provenientes de Tenochtitlán, Tula, Chichen Itzá, donde se hace constante referencia a estos animales como acompañantes del sol. Sin embargo, establecer que el venado es otro animal con características solares, requiere de un análisis más atento.

El venado, como todo signo, esto es como parte de un sistema semántico que establece su posición y valores con respecto al resto de los signos, no tiene un significado único. Por el contrario, dependiendo del contexto en el cual se encuentra, el venado podrá tener valores distintos, inclusive llegando a ser contradictorios.

Esta contradicción la podemos ver inclusive en la descripción que da Sahagún de los nacidos en la trecena que comienza con el día Uno Venado:

“Todos los dichos trece días decían que unos eran bien afortunados y otros mal afortunados, como parecerá por la declaración de ellos. Decían que cualquiera que nacía siendo hijo de principal en el dicho signo, sería también noble y principal, y tendría qué comer y beber, y con qué dar vestidos a otros, y otras joyas y atavíos. Y si nacía un hijo de hombre de baja suerte en aquel día decían que sería bien afortunado y que merecería ser hombre de guerra y sobrepojaría a todos los de su manera, y sería hombre de mucha gravedad, y no cobarde ni pusilánime. Y si nacía hembra en aquel día, siendo hija de noble o de hombre de baja suerte, lo mismo merecería ser bien afortunada, varonil y animosa, y no daría pesadumbre a sus padres”.

Y, por otra parte, Sahagún también menciona que los nacidos en el día particular Uno Venado son:

“Cualquiera que nacía en este signo Ce Mazatl era temeroso y de poco ánimo y pusilánime. Cuando oía tronidos y relámpagos o rayos no los pudía sufrir sin gran miedo y se espantaba. Y alguna vez le acontecía que moría del rayo, aunque no lluviese ni fuese noblado, o cuando se bañaba ahogábase, y le quitaban los ojos y uñas algunos animales del agua, porque decían que nació en tal signo Ce Mazatl, porque es su natural del ciervo ser temeroso.”

De tal manera, debemos entender el carácter dual del venado como signo. Por una parte, el venado, mazatl, es considerado como la presa por excelencia. En un lugar sin animales grandes domesticados, la fuente más grande y segura de carne era el venado. Por lo tanto, su cacería aseguraba el sustento de más personas que cualquier otra presa de menor tamaño. Ésta es la principal razón, por la cual, se considera que el venado es un símbolo de la abundancia. Sin embargo, las personas que nacían el día del venado, adquirían las características que la cultura mesoamericana consideraba que tenía el animal. De tal manera, la persona cuyo Tonalli era Uno Venado, tendría un comportamiento temeroso y apocado.

Esta dualidad se puede observar en la descripción del signo venado en el Códice Borgia. En esa lámina se aprecia en la parte inferior a Tláloc como señor del día, sentado en un trono, ya que como señor del Tlalocan está asociado a la lluvia, el cultivo, y la abundancia de los mantenimientos. En la parte superior se tiene la imagen mantica de un templo del cual brota el agua desde las escaleras, como los dones. Así mismo, se encuentra un cajete precioso al interior del templo y la misma imagen se repite al exterior, se trata de la abundancia de comida. Sin embargo, el techo del templo se encuentra en llamas, es decir, hay peligro de destrucción de todos los bienes; y en el techo se encuentra una coa o bastón plantador que también se encuentra en llamas, indicaría el peligro de que la base del sustento se pierda. Y la unión del fuego del techo, con el agua de la plataforma, indica peligro de guerra y destrucción, es decir, la imagen repite el mensaje anterior. El signo de venado es rico en bienes y alimentos, pero como el agua, puede perderse el control y barrerlo todo, hay peligro en los excesos (figura 6).

De tal manera, podemos observar que el venado es un signo polivalente, asociado a la abundancia y a la vida agreste, pero si queremos establecer sus características como animal solar, debemos buscar un poco más en otro tipo de fuentes.

Entre los grupos del noroeste de México, hay una abundante mitología asociada al venado. En la cosmogonía Kilíwa, en el estado de Baja California Norte, la deidad creadora del mundo, Meltí ?pa jalá (u) «Coyote—Gente—Luna», después de crear los cuatro rumbos del universo. asignarles un color, ponerles nombres, crea los caminos y levanta la bóveda celeste. Después de que descubre los mares y las montañas, a los cuales bautiza, el creador se toma un descanso y, posteriormente, crea a los cuatro borregos cimarrones que deberían vivir en cada una de las montañas que había en cada uno de los rumbos. Sin embargo, Coyote— Gente— Luna, se da cuenta que los borregos se encuentran solos y necesitan compañía. Para esto, crea un animal para cada rumbo y así aparecen, siendo el primero el venado, de carne blanda; el pez, animal de agua; la codorniz, la cabeza cantora, y el gato, de la cabeza nocturna. Desafortunadamente, los animales no lograron llevarse bien entre ellos ni con los borregos cimarrones, por lo que después de regañarlos, decidió que estos cuatro animales serían exclusivamente suyos y se apellidarían Kuyak. Después de eso, Coyote—Gente—Luna crea al resto de los animales, pero cada uno de los primeros cuatro animales corresponden a cada uno de los rumbos o cunas. Lo que asocia al venado como uno de los cuatro portadores del año y del mundo (Olmos Aguilera, Miguel 2014: 106 - 110).

Esquema del cosmos, tal como se representa en el plato.

Códice Borgia, representación del día venado.

Detalle del Templo de la Luz. Códice Borgia.

Templo de la Luz. Códice Borgia. En la cima se encuentran el sol y la luna amarrados por la araña jaguar.

Estela de Teotenango. Fecha 13 Venado.

Entre las historias en las cuales los animales tienen funciones cosmogónicas, debemos considerar la mayoría de las fábulas en las cuales participa el conejo, animal lunar por excelencia, con otro animal de características solares, tales como el jaguar, el coyote o el venado, y donde el conejo por su astucia termina siempre venciendo al animal solar.

El pueblo Guarijío, entre los estados de Sonora y Chihuahua, tiene una fábula en la cual el conejo (animal lunar) discute con el venado (animal solar) y el venado le pide al conejo que hagan una carrera y el que gane se quedará con el sombrero del otro. Pese a la renuencia del conejo, al final éste accede y comienzan la carrera al mismo tiempo, sin embargo, cada vez que el venado parpadeaba, el conejo ganaba mayor distancia hasta que, por fin, el conejo ganó la carrera y el venado tuvo que entregarle su sombrero. Razón por la cual el venado pierde su cornamenta cada año, entregando su sombrero al conejo.

Ahora bien, otra forma de establecer que el venado tuvo una fuerte implicación solar en la concepción mesoamericana, es la representación de la Danza del Venado del Pueblo Mayo, Sonora, que tiene fuertes connotaciones cosmológicas. La Danza del Venado se realiza dentro de una enramada compuesta por un armazón de mezquite, cubierto por ramas de álamo y techado con ramas de carrizo, de tal manera, cada uno de los tres tipos de árboles representa uno de los niveles del cosmos. Los músicos se colocan en cuatro grupos, marcando los puntos cardinales y los rumbos del universo. Por último, aparecen los danzantes, si bien algunos autores consideran que son danzas diferentes, el del pascola y la del venado, las danzas se realizan generalmente de manera consecutiva. El danzante del venado lleva sólo en una pierna los cascabeles de capullos de mariposas o tenabaris, lleva en su cinturón pezuñas de venado y la cabeza del animal. De tal manera, el danzante claramente representa al animal y desde un punto de vista cosmogónico al estarse moviendo por entre los cuatro rumbos del universo, el venado es el sol, al igual como aparece en el plato. El pascola que lleva una máscara negra que representa a un viejo y a un chivo con rostro burlón y la lengua de fuera y porta cascabeles de latón en la cintura y lleva desde la misma hasta las rodillas una faja negra que representa a una culebra negra o babatuko De tal manera, el pascola tiene varios significados, se le puede considerar como un diablo, un chivo o una serpiente, de cualquier manera se trata de una fuerza telúrica que complementa a la fuerza solar del danzante venado(Figura 7).

Por lo que respecta al periodo de transición entre Clásico y Epiclásico, época en la cual se produjo el plato origen de este artículo, debemos recordar que una de las fuertes crisis que sufrió Mesoamérica fue el cambio de su calendario. Al momento de la llegada de los españoles, en los registros mexicas y los mixtecos se observa que los portadores de los años son los signos Casa, Conejo, Caña y Pedernal. Sin embargo, en muchos registros del periodo Clásico y algunos del Epiclásico se puede observar que los portadores de los años eran los signos Viento, Venado, Hierba y Movimiento, tal como se puede observar en las tres estelas que actualmente se encuentran en el Museo de sitio de Monte Albán (Figuras 8 a 10). Otros ejemplos del signo Venado como portador del año, lo podemos observar en la Estela de Teotenango, del Epiclásico, en la cual se observa claramente un signo de año 13 Venado, junto con un signo Serpiente y dos posibles signos de Agua (Figura 11). De tal manera, se puede observar en este sistema de representación del Epiclásico, la clara manifestación del Venado como signo cargador del año.

Por último, quizás el elemento más claro y que deja sin lugar a dudas la condición del venado como un animal solar, es la representación del Templo del Día en el Códice Borgia. En esta lámina se representa un gran templo con un basamento pintado en colores rojo y blanco, cuyo templo es el cuerpo de una serpiente negra, su techo es de palma, cónico, con nueve espíritus o dioses sacrificados y con una punta de pedernal. En la punta se encuentra una araña-jaguar cuyo hilo tiene capturado al sol y la luna, junto con lo precioso, el palo sembrador, las puntas de maguey para el autosacrificio y la bandera blanca, y el plumón blanco de los sacrificados. De tal manera, en ese momento que representa el códice, el Templo con su plataforma y techo es el árbol cósmico, pilar del mundo en el cual una deidad detiene y atrapa al sol, a la luna y todos los elementos necesarios para el mantenimiento de los Dioses y los hombres. Sin embargo, mientras que la luna —representada como una olla de hueso rellena de agua—, es cargada por un conejo; el sol —Representado como un disco amarillo, rojo y blanco con rayos—, es cargado por un venado blanco (figuras 12 y 13).

Con base en todo lo anterior, podemos establecer que el venado es un signo con múltiples connotaciones, entre las cuales se encuentran: la víctima del sacrificio primordial, la abundancia, el ser de los montes, el animal temeroso y furtivo, pero también el que carga y lleva al sol en su transcurrir diario.

De tal manera, el plato de los venados, es un ejemplo claro de su momento histórico. Cuya forma hace referencia al periodo Clásico, su decoración de color rojo y bayo está asociado al momento del Epiclásico. Así mismo, los motivos tienen una fuerte influencia cosmogónica y perteneciente al Clásico, los cuatro venados representan no sólo los cuatro rumbos del universo y sus esquinas, son también los puntos máximos y mínimos del desplazamiento del sol en el horizonte a lo largo del año, por lo que también representan el tiempo. El sol, como motivo central, hace referencia al Dios que daba la vida y el cual necesitaba constantemente de sacrificios para mantener el orden del universo. La línea del borde representa, no sólo el horizonte que se observa, también era la línea que marca el comienzo del inframundo. De tal manera, el plato es un claro discurso cosmogónico que además representa un momento clave en el calendario ritual mesoamericano, el momento en el cual el sol no proyectaba sombra y el calor celeste descendía hasta el corazón del mundo, donde se encontraba con las fuerzas frías.

Danza del venado, grupo Mayo.

Plato desde perfi.

Fragmento de estela representa a un personaje con un elaborado tocado. Encima del mismo se observa el venado como signo portador del año. Museo de Monte Albán.

Estela con inscripción calendárica, año 1 venado. Museo de Monte Albán.


Con información de Giselle Canto Aguilar

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