La educación es un derecho fundamental y así se recoge en la Declaración Universal de Derechos del Niño, que establece, además, que será gratuita y elemental en las etapas básicas. ¿Por qué?
La educación infantil no solo favorece la cultura, es también un instrumento fundamental para el desarrollo de las capacidades y el juicio individual, de modo que cada niño sin acceso a la educación es un adulto al que han arrancado parte de su esencia, una persona con capacidades limitadas y escasas herramientas para luchar por una vida mejor.
Así que, el trabajo de una ONG en la educación infantil tiene un doble objetivo: mejorar la vida de la infancia, y la vida de los adultos que serán el día de mañana.
El reto no es sencillo. En los países más pobres el trabajo de una ONG en la educación infantil se encuentra, de entrada, con una enorme falta de recursos y espacios habilitados para la enseñanza. Y en los peores casos, con un problema aún mayor: la enorme dificultad de que el alumnado pueda asistir a la escuela. En muchos países, son los niños y niñas quienes se encargan de ir a por agua o cuidar el ganado, y a menudo trabajan como mano de obra barata desde muy pequeños. De modo que, para las familias en ese contexto, que sus hijos vayan a la escuela no es una prioridad, o no están concienciados sobre la importancia que tiene para su futuro. Y el trabajo de una ONG en la educación infantil de los países más desfavorecidos empieza por convencerles de lo contrario. El Objetivo de Desarrollo, adoptado por la comunidad internacional, señala a la educación como el catalizador necesario para un desarrollo sostenible.
De acuerdo con la Organización Internacional del Trabajo, hay más de 168 millones de menores víctimas de explotación infantil. Muchos de esos niños empiezan a trabajar en la primera infancia, es decir, antes de llegar a cumplir los ocho años. La mayor parte en África, Asía Pacífico y América Latina.
Además, debido a las condiciones de pobreza del país, son pocos los niños y niñas que van diariamente a la escuela. Y estos centros carecen del mobiliario y los equipos adecuados para atender a niños de esta edad. La Declaración Universal de los Derechos del Niño señala, además, algo que a menudo se pasa completamente por alto en estos entornos: el papel fundamental del juego en la educación: “el niño debe disfrutar plenamente de juegos y recreaciones, los cuales deben estar orientados hacia los fines perseguidos por la educación”, afirma.
Pero en Morelos, al igual que en otras zonas en desarrollo, el profesorado carece también de los medios, el tiempo o la formación para ello. No se aplican metodologías lúdicas o innovadoras y faltan métodos pedagógicos que ayuden a la infancia a ir más allá de saber leer o escribir: desarrollar competencias socioemocionales, construcción de identidad, desarrollo de la autonomía, o conocimiento del cuerpo quedan apartados. Y limitan, así, el adecuado desarrollo de las capacidades de los menores.
El trabajo de la Red Ciudadana para la Transformación y otras ONGs en la educación infantil hemos puesto en marcha el programa de primera infancia en las comunidades de Santa María, Hutzilac, Ocotepec y Ahuatepec junto con el Colegio VAM Virrey y el alumnado de la carrera de puericultura.
Nuestro principal objetivo es garantizar el desarrollo integral de la infancia de comunidades que que no tienen acceso a una educación adecuada en esa etapa.
Este programa cuenta con 3 componentes principales e interrelacionados entre sí:
1) Estimulación oportuna: se trata de prestar atención a la infancia de cero a tres años y poner en marcha un proceso de estimulación para el desarrollo de habilidades cognitivas, de lenguaje, físicas, motoras y socioafectivas por medio de juegos lúdicos.
2) Núcleos de desarrollo infantil, un proceso que busca mejorar y reforzar los aprendizajes adquiridos en la etapa de estimulación.
3) Círculos de familia: en este caso, el objetivo principal es sensibilizar a las madres y padres por medio del diálogo y la reflexión, así como facilitar que puedan educar a sus hijos e hijas de manera positiva, sin que se vulneren sus derechos.