El italiano Juan Francisco Gemelli Carreri nació en Nápoles y, doctorado en Derecho, viajó por diversos países alrededor del mundo durante cinco años (incluido México, adonde vino en 1697). Publicó sus notas, en seis volúmenes, como Giro del mondo y de ellas se editó la parte mexicana con el título enunciado. Gemelli llegó por Acapulco y, rumbo a la ciudad de México, cruzó los ríos del Papagayo y Balsas en artefactos construidos de maderas y calabazas huecas que hacían las veces de flotadores. Así llegó al territorio que hoy es Morelos:
“Andadas seis leguas por asperísimos montes, tomamos descanso cerca del agua, y después de caminar otro tanto y de pasar a nado en la noche un caudaloso río, nos quedamos en el pueblo de Amacuzac, de la jurisdicción de Cuernavaca. Se tiene allí tan buen orden, que a cualquier hora que llegan los pasajeros, vienen luego el topil y el mesonero a proveerles de todo lo que han menester. El topil, llamado así en la lengua mexicana y que en la italiana equivale a birro y en la castellana a sirviente, está obligado a comprar todo aquello que es necesario a los pasajeros, y el mesonero a prepararlo, disponerles las camas y hacer que no les falten los trastos convenientes, el agua y la leña.”
“El jueves, después de andar tres leguas, llegamos a Ahuacuotzingo [Ahuehuetzingo]; habiendo descansado un poco, continuamos el camino otras dos leguas hasta Alpuyeca, pueblo de Cuernavaca, y allí comimos. En la casa de la comunidad encontramos un teponastle o tambor que tocaban los indios antiguamente. Estaba hecho de un tronco hueco de árbol de cuatro palmos de largo, y se hallaba cerrado con piel por ambas partes; hacía tal ruido que, sin duda, se oía a media legua. Después de comer, andada una legua, pasé por Xochitepec, en donde vi una mediana iglesia de religiosos, y andadas otras tres leguas nos quedamos a dormir en el campo, a cielo descubierto. Pasamos aquel día dos caudalosos ríos.”
“El viernes, andada una legua, hicimos alto en Cuernavaca, cabeza de la alcaldía de este nombre, la cual pertenece al marqués del Valle de Oaxaca [descendiente de Hernán Cortés, quien fue el primer marqués de ese nombre], y se extiende hasta el pueblo de Amacuzac. La tierra es rica porque está habitada de muchos comerciantes atraídos por la bondad de ella. Tomado algún alimento, me puse en marcha, y después de andar media legua, pasado el pequeño pueblo de Tlaltenango, llegué, andada otra legua de penoso camino, a lo alto del monte de Cuernavaca, donde hay otro pueblo llamado Huichilaque [Huitzilac]. Sus habitantes hacen buen pulque, licor que sacado de una planta llamada maguey y fermentado con cierta hierba, se convierte en una bebida que embriaga como el vino. El impuesto de ella rendía hace tiempo a la caja real de México cien mil pesos; pero el rey la prohibió a causa de las brutalidades que cometían los indios ebrios. Yo bebí de ella tal como se saca de la planta, y me pareció del sabor del agua aloja de España: el color era de suero o de agua mezclada con miel.”
“Habiendo andado desde allí otras tres leguas, nos quedamos a dormir en medio de una áspera montaña de pinos, porque el indiscreto dueño de las mulas, por no gastar en los lugares habitados, hacía que pastasen en el campo treinta mulas que llevaba consigo; esto las debilitaba de manera que solamente cinco trabajaban por turno. Lo peor era que en los lugares montuosos no había más que hierba seca que quemaban los aldeanos para abonar el terreno. En la noche cayó tanta nieve que en la mañana encontré cubierta de ella mi colcha.”
