El genio escapa a las etiquetas

Mirar hacia adentro

Rodolfo Candelas

  · martes 30 de abril de 2019

Rodolfo Candelas

¿Cómo nos acercamos a los creadores populares? Lo común es englobarlos en el arte popular, cuyo significado está asociado a la producción de objetos que tienen un uso tradicional. ¿Y los creadores populares de obras de arte? Los metemos en el mismo saco, aunque sus objetivos y necesidades sean distintas. En el marco del año de Emiliano Zapata, les voy a contar un poco sobre un genio morelense que lamentablemente ya falleció, pero cuya influencia aún pervive. Un creador sensible y a la vez delirante. Don Feliciano Mejìa.

Don Feliciano comenzó su producción artística a una edad avanzada, cuando regresando del campo encontró en su jacal a su esposa con otro hombre y tuvo ganas de machetearlos. Escuchó una voz que le dijo que no lo hiciera y al salir al campo reconoció figuras animales y humanas en las ramas de los árboles, en sus raíces, y desde entonces se dedicó a esculpirlas a machete y trozo de vidrio. Al estilo clásico, “liberó” las formas contenidas en su materia prima: las ramas, troncos y raíces de los árboles.

Dije que en el marco del año de Zapata, porque Don Feliciano fue su mensajero. A temprana edad, según el contó, escondía mensajes en sus huaraches para llevarlos a sus lugartenientes. La figura de Don Feliciano es rica y sobresaliente, su genio escapa a las etiquetas. Elaboraba flautas con carrizo que el mismo tocaba mientras transportaba sus piezas a lomo de mula desde Yautepec hasta la banqueta a un costado del Exconvento de Tepoztlán, donde seguía tocando.

¿Cómo nos acercamos a un creador de estas características? Gozó de mucho cariño y cierta popularidad en Morelos, varias personas compraron sus piezas, pero al no ser consideradas obras de arte a cabalidad, habitaron jardines y terrazas donde se deterioraron. Algunas de ellas sobreviven y 46 fueron mostradas en la primera exposición de un artista popular morelense en itinerar por la República, “Fuego en el Corazón”, como el mismo describió ese ardor que lo consumía y le impelió a hacer cosas terribles y sublimes. A la primera persona que me escriba un correo-e con un comentario, le regalo un catálogo de esa exposición.

rodolfocandelas@yahoo.com.mx

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