El duelo del sismo

Mente Sana

Tomás López

  · domingo 23 de septiembre de 2018

A partir de 1985, este país ha sido víctima de una serie de eventos desastrosos; terremotos, incendios forestales, huracanes, inundaciones, lo que ha producido, literalmente, decenas de víctimas a lo largo y ancho de este México nuestro, y eso sin contar a los otros miles, resultado de la violencia criminal en la que estamos sumergidos desde hace tres lustros.

Si tomamos a cada una de estas personas por separado, entenderemos que todas han pasado por diversos duelos, al perder sus pertenencias, hogares, trabajo y seres queridos o importantes en sus vidas.

Es así que el duelo, se convierte en un elemento de tratamiento psicológico y social muy importante, el cual, por desgracia no ha sido atendido por las tres instancias de gobierno.

La falta de personal capacitado, en este caso tanatólogos, ha propiciado que esas decenas de miles de personas queden en su enorme mayoría en procesos de duelo iniciados, pero no trabajados, procesados y concluidos, de ahí que el daño psico-emocional puede, en muchos, durar años y años.

Sin embargo, cada quien puede acudir por su cuenta a tanatólogos profesionales o instituciones oficiales o privadas en donde se le puede dar el apoyo emocional no solo necesario, sino, indispensable.

El duelo, en su etimología, está relacionado con el dolor. El duelo, duele, y justamente se suele creer que hay que evitar el sufrimiento, que el dolor es negativo y lo correcto es mantenerse “fuerte” aún en la adversidad.

Poco nos enseñan que cualquier proceso de separación o de pérdida, implica dolor (esto lo sabemos) y hay que experimentarlo (esto no lo sabemos) ¿Por qué? Porque consiste en una elaboración interna de cada adiós, de cada “nos vemos pronto” y cuando necesariamente debemos soltar lo que no queremos dejar ir, casa, trabajo, pareja, hijos, personas por muerte física.

En este sentido, el duelo presenta algunas etapas comunes en la mayoría de las personas: negación, ira, tristeza, negociación y aceptación. Cada una de ellas va a ser afrontada de acuerdo con los recursos psicológicos de cada quien, es decir, su capacidad para atender, comprender y regular emociones, su nivel de criterio, la forma en la que se relaciona con los otros, su capacidad de adaptabilidad, necesidades afectivas, creencias acerca del abandono o la soledad, autoanálisis, la tolerancia a la frustración, su concepción de apegos y la manera en la que es capaz de reconocer sus fallas y convertirlas en oportunidad de crecimiento.

Y es que nos han educado contra la aceptación del dolor, porque sentirlo es sinónimo de desgaste y es una amenaza a nuestra integridad psicológica. No necesariamente es así.

Pero, entre las ventajas del duelo, tenemos:

Nos permite re-conocernos mejor y mirarnos en las situaciones de nuestra vida “malas”: también, cómo nos defendemos cuando nos tocan el tema de la ruptura o de haber emigrado, cuando insisten en recordarnos la muerte de ese ser querido y lo evitamos retirándonos del lugar o haciéndonos los sordos, cuando la tristeza es tanta que sólo nos echamos a llorar, pero una vez que pasa, comprendemos que no fue tan malo.

La evitación es una estrategia que conductualmente podría ser positiva (me retiro, vuelvo y afronto mejor) pero cognitivamente es casi imposible, de hecho, lo que sucede es que comenzamos a reprimir el afecto, bajo la creencia “si no me permito sentir, no voy a sufrir” y por más lógico que parezca, las emociones tienden a mostrarse por alguna parte. Lo que no dices tú, lo dice tu cuerpo y/o alguna conducta que otros sí van a observar aunque insistas en negarlo.

Nos acerca más a la realidad de la pérdida de ese algo o alguien.

Quieras o no, te obliga a ver de la forma más cruda que lo que estuvo ya no está, por decisión propia o del otro, o de circunstancias ajenas.

Nos separa de aquello que se fue, que dejó de estar. Y así, nos prepara para sentirnos libres para recibir ese nuevo hogar, ese nuevo amor y ese nuevo objeto. Facilitará el vínculo e incluso, podría hacerlo más fuerte y más real: saber que en cualquier momento, no sé cuándo, ya no estará. Pero mientras esté, lo voy a disfrutar… Como ve, el duelo tiene su lado positivo, pero requerimos de ayuda profesional para entenderlo, acéptalo, procesarlo y superarlo sanamente en lo emocional y lo psicológico

En Cuernavaca existe un grupo de ayuda tanatológica, se reúnen todos los martes 18:00 a 19:30 horas, en la sede de PAAT (Psicoterapia Al Alcance de Todos), ahí un grupo de tanatólogas brinda a las personas de todas las edades el apoyo tanatológico profesional necesario para procesar sus duelos, así que usted y los suyos pueden acudir cuando lo deseen, pero mientras más pronto, mejor…

tomaslopezo@yahoo.com.mx

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