La intención de éste artículo es presentar a dos colectividades que, basadas en su tradición cultural indígena, han desarrollado una enorme y admirable capacidad organizativa para sobrevivir, mantenerse como comunidad y continuar siendo ellos mismos, aún frente a situaciones muy adversas.
Más allá de las vinculaciones políticas e ideológicas que cada grupo mantiene, aquí se pondera la unidad, la solidaridad y la intensa organización social, basados en una fuerte vocación por valorar el bien colectivo sobre la individualidad. La narración del encuentro que se dio entre miembros del Campamento Gustavo Salgado Delgado, en Villa de Ayala y el grupo cultural yankuik kuikamatilistli, de Xoxocotla, llevado a cabo el sábado pasado, servirá como marco a esta presentación.
El encuentro, la visita
El día 15 diciembre, a las 10 am aproximadamente, empezó el encuentro amistoso entre el grupo visitante, Yankuik Kuikamatilistli, de Xoxocotla y los anfitriones del Campamento Gustavo Salgado Delgado. Una comitiva del campamento, ubicado a 2 km. de Villa de Ayala, Mor., recibió a los visitantes de los Xoxocotla, acompañada de una pequeña banda donde el ejecutante del tambor y los platillos, eran al mismo tiempo el instructor de lucha y box de la comunidad. Los visitantes pronunciaron palabras de agradecimiento, de respeto, previendo que el encuentro rendiría muy buenos frutos para todos. El grupo anfitrión de manera muy cordial dio la bienvenida a los visitantes expresando el gusto por tener un grupo afín a ellos, que los venía a visitar con tan buenas intenciones. Estas palabras fueron pronunciadas en las diferentes lenguas que se hablan en el campamento, nepá (tlapaneco), suavi (mixteco), náhuatl y español. A continuación dos mujeres jóvenes explicaron el origen del campamento y la absoluta entrega de su joven fundador Gustavo Salgado Delgado, quién fue salvajemente asesinado, en 2015: “ÉL, (Gustavo), si supo ponerse en los zapatos de los pobres y andar aquí con nosotros en la lucha, trabajando”. Visiblemente emocionados y con lágrimas en los ojos recordaron que el campamento se abrió como una esperanza por dejar las inclemencias de las galeras utilizadas como viviendas por los cortadores de caña. Reconocían la total dedicación de su fundador a la solución de las muchas necesidades que padecían estos cortadores y sus familias, a vivir con ellos, y sus carencias materiales. Al recordarlo y sobre todo al acordarse su asesinato, el ambiente se cubrió con una emotividad especial.
Antes de describir el recorrido que los anfitriones dieron a sus visitantes valen la pena escribir algunos puntos que caracterizan a cada grupo. El de Xoxocotla, llamado Yankuik Kuikamatolistli, quien tiene una larga y valiosísima experiencia de más de 15 años, construyendo y reconstruyendo, la tradición cultural de su herencia indígena. De hecho, han experimentado un relevo generacional en que aquellos que se iniciaron en el grupo siendo niños, ahora son jóvenes que toman responsabilidad y acción en las diferentes actividades que realizan, por un lado, en las situaciones que ameritan una ayuda solidaria a otros, por ejemplo, el sismo. Por el otro lado, en acciones que lleven a la creación y consolidación de su vocación hacia la colectividad, pero enfocados en aspectos culturales. Es un grupo en permanente movimiento, intensificándose en ciertas épocas del año, como en verano, donde se llevan a cabo talleres de diferentes temas, como la música y danzas tradicionales, producción y transmisión en la radio propia, la elaboración de videos, murales y representaciones teatrales. A partir del sismo, los talleres se convirtieron en proyectos de rescate, alivio y restauración de los daños. A unos días de haber acontecido el sismo, éste grupo ya tenía localizados en un mapa los domicilios de las familias más afectadas, y la ayuda requerida en cada caso. Gracias al buen prestigio que tiene el grupo Yankuik, por su amor a lo colectivo, dedicación, organización, creatividad y por los espléndidos trabajos dentro de la tradición cultural indígena, recibieron apoyos de varios grupos que pudieron auxiliar ampliamente a los afectados. Del auxilio pasaron a la restauración y entre otras acciones, lograron realizar talleres para levantar casas de adobe, cisternas cilíndricas, digestores, entre otras. No sólo restauraron casas que habían sufrido algunos daños, extendieron también a aquellos que, por su pobreza, se puede decir que ya eran damnificados. Para la construcción de estos últimos, Yankuik ofreció entre otros apoyos al campamento ayudar para su construcción.
Fijándonos en estas aptitudes y por qué surgió la idea que sería de amplio beneficio mutuo es que el grupo Yankuik visitara el campamento Gustavo Salgado. Se pensó que sería un bien objetivo que los dos grupos conocieran formas de ayuda mutua. Esto podría enriquecer cultural y emotivamente como otros que comparten elementos sociales de la tradición cultural indígena para sobrevivir física y socialmente, pero en diferentes circunstancias. Dos grupos viviendo bajo principios comunitarios asentados en su tradición indígena. Una reunión para compartir lo común y valorar las diferencias en sus aspectos culturales y sociales.
La comitiva que dio la recepción a los visitantes llevó a estos a un recorrido por el campamento. En este recorrido, especialmente, las mujeres fueron guiando y explicando algunos de los sitios importantes. En el recorrido se señaló la milpa colectiva, que es trabajada por las mujeres, mientras sus esposos están trabajando en el corte de caña. Explicaron que los ingresos que resultaran de la venta de la cosecha, eran destinados a cubrir: emergencias médicas, trasladados, apoyos a otros campamentos y para pagar diferentes traslados. Comentaron que: “los terrenos que están baldíos se les presta a los compañeros para que siembren, esta mazorquita la alzan para el transcurso del año, para que echen sus tortillas, ya no compran el maíz”.
En el recorrido, se visitaron el gimnasio. Los aparatos de este gimnasio, están hechos a base de cemento y botes de la mina en muchos casos, además cuenta con un ring que consiste en un cuadrado trazado en el piso:
“con un rin que tuviéramos, ahí puedo enseñar lucha libre; éste es nuestro rin, mire, este cuadro lo pintamos, por eso están los banco ahí, ponemos un banco de cada lado, como si fuera de verdad les pongo su second a cada uno, para que les esté dando instrucciones. Es un poquito del apoyo que andamos buscando y los chavos ya dejan de hacer, tienden hacer lo que hacen allá, drogarse, andar de vándalos y los rescatamos antes de que caigan en eso. También el gimnasio es utilizado por mujeres, aquí es en donde vienen los muchachos a entrenar, a boxear, tenemos la tele porque también nosotras como mujeres venimos hacer zumba”.
También se explicó la forma en que algunas familias de fuera que quieren vivir en el campamento, se les pone a prueba dejándoles habitar en unos cuartos que tienen para el caso, y si la familia solicitante muestra que es capaz de trabajar, respetar y ver por el bien común, después de seis meses, entonces se le deja habitar permanentemente en el predio que le escojan para ello. De no mostrar lo necesario no se les aceptará en la comunidad.
La comitiva, llegó a ser el cuarto donde había vivido Gustavo Salgado. Se conserva tal y cual lo dejó y en el que salta la sencillez por no decir la pobreza con la que vivió este líder fundador. Inclusive, se muestra la delgada colchoneta sobre la cual dormía. “Su colchonetita y sus cobijitas era donde él dormía –lo más sencillo- y ahí está su mochila, su chamarra; más que nada él se ponía en los zapatos de todos”.
A este encuentro concurrieron miembros del Centro Regional, INAH Morelos, quienes habían promovido la reunión. La presencia de Miembros del Centro Regional INAH Morelos fue respondiendo a la solicitud de apoyo, tanto material como para de poder difundir lo que ellos son, y no lo que se dice de ellos cuando tratan de descalificarlos. Las familias de la comunidad anfitriona son muy pobres, la mayoría trabajan en el corte de caña, con ingresos de menos de cuarenta pesos por cada tonelada cortada apilada para su transporte. Varios de los miembros del Centro Regional INAH, entregaron ciertas donaciones y trajeron lo necesario para impartir varios talleres, como se lo habían solicitado varias familias en visitas previas. Se trabajó un taller para aprender a hacer piñatas. La idea de las familias anfitrionas era la de poder producir por su cuenta estas piñatas y poderlas vender, para allegarse algunos recursos. Los miembros del Centro Regional antes citado, fuimos testigos de que tanto las donaciones como algunos de los ingresos percibidos por los miembros del campamento eran anunciados a todos y depositados, para el bien de todos. El taller se dio en lo que en el futuro será un espacio de usos múltiples junto a un árbol El lugar de reunión tanto de las asambleas como de otras actividades, se realizan al pie gran Guamúchil. No es raro encontrar un árbol que funja como centro de la comunidad, en los pueblos indígenas. De una de sus ramas cuelga un “rin” en el que alguna vez estuvo en la rueda de un gran vehículo esta es la campana. Sobre ese árbol se dejan algunas cartulinas conteniendo mensajes al campamento, como el rol del café que se les sirve a aquellos que hacen las guardias durante la noche. Es ahí en donde se hace el pase de lista, todos los días para asegurarse que todos estén en el campamento.
A través del taller varias familias aprendieron a hacer sus piñatas y en algunos casos los resultados fueron sorprendentes no sólo por la hechura sino por una combinación muy atractiva de colores. Correspondiendo a lo recibido y siguiendo los principios de reciprocidad y de nutrir a los demás, las familias del campamento, ofrecieron una espléndida comida que junto con la inolvidable experiencia divida ahí, han dejado un recuerdo inolvidable.
Al comentarles la intención de publicar este artículo se escuchó este comentario:
“me parece perfecto porque así nos dan a conocer un poco y de ahí que se den cuenta que no somos la imagen que nos tienen allá afuera, porque nos tienen como conflictivos, como gente no deseada…” Deseaban que se conozca: “como se vive aquí adentro, que queremos progresar, que no somos una comunidad agresiva, porque de hecho batallamos mucho porque nos confunden que son unos antorchistas, que ahí es nido de rateros y mariguanos, ¿por qué?, porque no queremos tener ninguna fricción con las personas de allá afuera, entonces piensan que estamos muy aislados; nosotros estamos en la mejor disposición de hacer relaciones”.
Resulta muy interesante que la comunidad no tiene un santo patrono que de nombre a su comunidad y Riga la vida ceremonial y ritual del campamento. Aquí según los miembros de la comunidad todo mundo es libre detener la religión que se tenga, sin tratar de imponérsela a los demás pero si participando de las diferentes ceremonias rituales cuando son invitados por familias que son de otra religión. También resulta interesante la manera en que han logrado construir sus redes sociales con otras comunidades afines, sobre todo en otros campamentos. En el último aniversario del inicio de la comunidad, estuvieron presentes miembros de otros campamentos con los cuales tienen una relación de reciprocidad pero más que nada por una afinidad sociocultural más que veneracional. Los actos conmemorativos incluyeron una procesión Villa de Ayala acompañados de varios miembros dictados y en su recorrido de regreso, regalaron tamales y tepache a todos los que iban encontrando en el camino. Realizan otra procesión al lugar donde fueron encontrados los restos de Gustavo Salgado Delgado. Ahí le levantaron un pequeño monumento con el permiso del dueño del terreno, ahí donde le sembraron a su recordado líder un árbol parota.
No resulta sencillo poder escribir lo que conocimos, sentimos y compartimos en la reunión y en otras visitas que hemos hecho a esta formidable comunidad a la que tenemos tantas cosas que aprender y que de alguna manera nos hace recordar mucho de lo que ya perdimos, cultural, social y emotivamente, en nuestras vidas. La participación y la presencia de las mujeres de una manera muy significativa y mayor a lo que vivimos en nuestras sociedades es un aspecto que habría que aprender. Siento que posiblemente no he transmitido con toda justicia las admirables características de los dos grupos que se encontraron este sábado. Lo que resulte del encuentro de estos dos grupos se tendrá que ver en el tiempo. Pero creo sin temor a equivocarme que todos salieron con un algo enriquecimiento.