/ lunes 28 de noviembre de 2022

Domingos de danzón, un recuerdo más en el corazón de Cuautla

El zócalo, testigo mudo de grandes e históricas batallas, se convertiría en un lugar de entretenimiento y diversión gracias a los primeros grupos de danzoneros

De acuerdo con datos históricos, en el año de 1879 el danzón nace en Cuba y llega a México hasta 1890 entrando por los estados del golfo y caribe mexicano. Así poco a poco se fue propagando hasta llegar a todos los rincones del país.

Existe la creencia errónea de que el danzón es exclusivo de la gente adulta mayor por su ritmo lento en comparación con otros géneros.

Si bien la mayoría de los danzantes en Cuautla rebasan los 50 años, también hay jóvenes de 15 o 20 años que lo practican y han venido renovando la sangre danzonera, señaló el integrante del club de danzón “Amar y Vivir AC”, Alejandro Barrera Gálvez, quien junto a su esposa, la maestra Magdalena Leana Ríos, recién acaecida, lo fundaron en esta ciudad en el año de 1997.

“Hace 25 años, siendo el presidente municipal Tadeo Espinoza Díaz, se conformó en Cuautla el primero y único club que se ha registrado ante notario público de manera oficial; aquí hay cuatro clubes pero solo nosotros hicimos el trámite en la notaría número 4 a cargo de Neftalí Tajonar Salazar”, aseguró.

Las otras agrupaciones existentes a la fecha son “Año 2000”, “Danzoneros Cuautla”, y “Alma Corazón y Vida” del maestro Arturo.

Hasta la llegada de la pandemia, todas estas agrupaciones, registradas o no, hicieron florecer de manera organizada esta actividad, dando color y ritmo a la ciudad. Sus integrantes han representado dignamente a Cuautla en diferentes festivales organizados a lo largo y ancho de la República Mexicana, con presentaciones exitosas en estados como Chihuahua, San Luis Potosí, Querétaro, Estado de México, Ciudad de México, Veracruz, Oaxaca, Quintana Roo, y Guerrero, entre otros, donde el danzón cuautlense es ya reconocido gracias al esfuerzo y dedicación de sus parejas de danzantes.

Al compás de espera

Pero así como la música tiene su compás musical, el danzón en Cuautla ha tenido su compás de espera en repetidas ocasiones, tres de ellas muy marcadas en el último lustro. Primero fue el fuerte temblor de 2017 que mandó a acallar la música y su cadencioso ritmo.

Por los serios daños ocasionados en el centro histórico, se tuvo que parar la tradición por casi un año, obligando a los grupos a buscar otros sitios para reanudar su actividad, como ayudantías y otros espacios públicos en colonias cercanas, pero nada comparado con la plancha del Zócalo, que pareciera hecha especialmente para gozar el baile en esas mágicas tardes de domingo.

Después fue la propia pandemia de la Covid-19 que en marzo de 2020 paró nuevamente la música y la danza, y cuando se empezaba a reanudar, ahora en 2022 son las obras de remodelación que realiza el gobierno las que tuvieron nuevamente que oponerse, dejando el baile para mejor ocasión en la pista más grande de la ciudad.

"Cheuqe" Álvarez, una vida de danzón

Ezequiel Álvarez Uribe, mejor conocido por el sobrenombre de “Cheque”, es un reconocido danzonero ya retirado de 94 años.

Aunque es oriundo de Yecapixtla, a los 7 años lo trajeron a vivir a Cuautla; aquí ha hecho su vida.

Con dificultad para escuchar, nos concedió una entrevista en la comodidad de su casa en la colonia Zapata. Antes de ser danzonero, dijo, en sus años mozos, se hizo músico y futbolista jugando en el equipo Corona del llano, donde lo catalogaron como buen jugador.

Cómo músico tuvo un trío que se llamó Los Aventureros. La primera voz y el requinto ya fallecieron y él es el único sobreviviente. Grabó cinco discos grandes de acetato, participando con otros grandes de la música local como el maestro Paco Solís (QEPD), y su tocayo “Cheque” Benito de Jojutla que tenía una de las mejores orquestas de Morelos.

Creyente, recuerda también que Dios siempre lo ayudó desde niño, “monté toros en las ferias, en el tianguis grande de Yeca que es en octubre, también monté en una plaza de toros”. En el danzón duró 23 años como presidente del grupo Danzoneros Cuautla, y desde mucho antes la pandemia por COVID 19, dejó de bailar. “En un principio no estábamos bien organizados”, reconoce.

Don Cheque tuvo una pareja con la que vivió 12 años, ambos bailaban danzón, ahora viven separados pero continúan frecuentándose como novios; a la fecha se llaman diariamente por teléfono, se van a comer, “ella viene por mí en su auto y nos vamos a pasear y después me trae de regreso, ya no bailo porque los pasos se me están olvidando, la edad, ¿tu crees?”, dijo.

Narró que en los inicios del grupo Cuautla de danzón, se empezaron a reunir en su casa localizada en el lugar de esta entrevista. Al inicio eran pocas parejas, ensayaban con la maestra Ruth, pero después se fueron agregando más parejas.

Su esposa en un principio era su pareja de baile, pero a pesar de que bailaba muy bien, no le gustó y fue así como tuvo que cambiar y tener muchas parejas de baile, pues decían que bailaba muy bien.

“A mucha gente le gustaba el danzón y se acercaban a aprender en mí casa; entre ellos recuerdo a un compañero de apellido Cadena, bailaba muy bien, era buenísimo, pero él iba con un maestro a la Ciudad de México a aprender cada semana… venía aquí con nosotros y nos transmitía todos los conocimientos. Aquí conocí a mi actual pareja Mary con la que todavía bailo, ella venía y Cadena nos pidió que en adelante fuéramos pareja de baile”.

Ya conformados como grupo de danzón, recuerda que recibieron la invitación para acudir a varios puntos del país a presentarse. Entre los lugares destacan: Tehuacán y Atlixco en Puebla; la Ciudad de México, “e inclusive fuimos a Los Ángeles en Estados Unidos; y localmente aquí visitamos los pueblos aledaños, como Tenextepango, Yecapixtla, en fin, todos los pueblos cercanos a Cuautla”.

Y aunque no iban por alguna paga, a todos los lugares iban solo por el deseo de hacer lo que tanto les gustaba, “¡bailar danzón!”.

“Solo nos daban refrescos, comida y hasta reconocimientos, les gustaba invitarnos porque bailábamos nuestras rutinas, asistíamos, pero bien ensayados para hacer un buen papel”.

“Aquí en Cuautla bailábamos todos los domingos en el Zócalo de 6:00 a 8:00 PM y nos la pasábamos muy bonito, éramos entre 6 y 8 parejas las que participábamos”.

El tiempo es el único que lo ha sentado, admitió, pues ya no lo dejan salir ante el riesgo que significa por su avanzada edad y dificultad para caminar.

“He tenido una vida muy bonita, si me muero, me moriré feliz… tengo unos hijos maravillosos que son músicos como a mí que me gustó la música; ellos en la actualidad tienen la orquesta “Álvarez”, también se han presentado en muchos lugares, pero con esto de la pandemia que nos vino del Covid 19, hay poco trabajo, pero van saliendo… tuve seis hijos con mi esposa y tengo otras dos hijas, entre ellos se llevan muy bien, me visitan”.

De pronto tuvimos que hacer una pausa en la entrevista al sonar el teléfono, era momento del acostumbrado dulce saludo de los novios.

Reconoció que los presidentes municipales que ha tenido Cuautla siempre los han apoyado: “nos llamaban, tengo muchos reconocimientos por el danzón que bailaba”.

El más reciente lo recibió de manos de Rodrigo Arredondo López poco antes de iniciar la obra de remodelación del Zócalo; “según me decían era yo uno de los mejores danzoneros de Cuautla, pero yo nunca me elevé ni me sentí superior, pero todo lo hice bien. Nunca cobramos ni un peso, pero la pasábamos muy bien, en las salidas nosotros mismos pagábamos nuestros propios pasajes”.

“Algunos jóvenes no les gusta bailar, son muy pocos, pero yo siempre estuve dispuesto a enseñarles lo que sé, digo no fui de los mejores, pero tampoco fui malo. Actualmente mi hija Irene junto con su esposo se han integrado al grupo de danzón, se nos han acercado parejas de Yautepec, otras de Cuernavaca”, comenta con un dejo de nostalgia.

Para los hombres la vestimenta de gala, dijo, siempre fue guayabera blanca, zapatos del mismo color, “y usábamos un paliacate rojo en el cuello que nos servía además para no manchar la ropa del área del cuello; a mí me gustaba ponerle un anillo en lugar de hacerle un nudo, las mujeres se ponían de acuerdo y a veces se vestían de rojo, otras ocasiones de verde, azul, o blanco, en fin, de muchos colores”.

Actualmente, ya sin Zócalo, de vez en cuando se van a ensayar al parque de la Zapata, “pero ya no hay danzoneros de mi edad, yo también me reiteré”.

Reconoció que algunos grupos “nos tenían envidia; éramos como cinco grupos, pero siempre pedían al grupo Cuautla que yo presidía, venía gente de Cuernavaca, de la ciudad de México, de varios lados, y después de bailar en el Zócalo, les dábamos de comer”.

Para don “Cheque”, el danzón número 1, “el que a todos les gusta y no solo a mí, es Nereidas… hay muchas otras canciones que ya no me acuerdo”, concluimos con la entrevista en honor de uno de los mejores danzoneros de la ciudad.





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De acuerdo con datos históricos, en el año de 1879 el danzón nace en Cuba y llega a México hasta 1890 entrando por los estados del golfo y caribe mexicano. Así poco a poco se fue propagando hasta llegar a todos los rincones del país.

Existe la creencia errónea de que el danzón es exclusivo de la gente adulta mayor por su ritmo lento en comparación con otros géneros.

Si bien la mayoría de los danzantes en Cuautla rebasan los 50 años, también hay jóvenes de 15 o 20 años que lo practican y han venido renovando la sangre danzonera, señaló el integrante del club de danzón “Amar y Vivir AC”, Alejandro Barrera Gálvez, quien junto a su esposa, la maestra Magdalena Leana Ríos, recién acaecida, lo fundaron en esta ciudad en el año de 1997.

“Hace 25 años, siendo el presidente municipal Tadeo Espinoza Díaz, se conformó en Cuautla el primero y único club que se ha registrado ante notario público de manera oficial; aquí hay cuatro clubes pero solo nosotros hicimos el trámite en la notaría número 4 a cargo de Neftalí Tajonar Salazar”, aseguró.

Las otras agrupaciones existentes a la fecha son “Año 2000”, “Danzoneros Cuautla”, y “Alma Corazón y Vida” del maestro Arturo.

Hasta la llegada de la pandemia, todas estas agrupaciones, registradas o no, hicieron florecer de manera organizada esta actividad, dando color y ritmo a la ciudad. Sus integrantes han representado dignamente a Cuautla en diferentes festivales organizados a lo largo y ancho de la República Mexicana, con presentaciones exitosas en estados como Chihuahua, San Luis Potosí, Querétaro, Estado de México, Ciudad de México, Veracruz, Oaxaca, Quintana Roo, y Guerrero, entre otros, donde el danzón cuautlense es ya reconocido gracias al esfuerzo y dedicación de sus parejas de danzantes.

Al compás de espera

Pero así como la música tiene su compás musical, el danzón en Cuautla ha tenido su compás de espera en repetidas ocasiones, tres de ellas muy marcadas en el último lustro. Primero fue el fuerte temblor de 2017 que mandó a acallar la música y su cadencioso ritmo.

Por los serios daños ocasionados en el centro histórico, se tuvo que parar la tradición por casi un año, obligando a los grupos a buscar otros sitios para reanudar su actividad, como ayudantías y otros espacios públicos en colonias cercanas, pero nada comparado con la plancha del Zócalo, que pareciera hecha especialmente para gozar el baile en esas mágicas tardes de domingo.

Después fue la propia pandemia de la Covid-19 que en marzo de 2020 paró nuevamente la música y la danza, y cuando se empezaba a reanudar, ahora en 2022 son las obras de remodelación que realiza el gobierno las que tuvieron nuevamente que oponerse, dejando el baile para mejor ocasión en la pista más grande de la ciudad.

"Cheuqe" Álvarez, una vida de danzón

Ezequiel Álvarez Uribe, mejor conocido por el sobrenombre de “Cheque”, es un reconocido danzonero ya retirado de 94 años.

Aunque es oriundo de Yecapixtla, a los 7 años lo trajeron a vivir a Cuautla; aquí ha hecho su vida.

Con dificultad para escuchar, nos concedió una entrevista en la comodidad de su casa en la colonia Zapata. Antes de ser danzonero, dijo, en sus años mozos, se hizo músico y futbolista jugando en el equipo Corona del llano, donde lo catalogaron como buen jugador.

Cómo músico tuvo un trío que se llamó Los Aventureros. La primera voz y el requinto ya fallecieron y él es el único sobreviviente. Grabó cinco discos grandes de acetato, participando con otros grandes de la música local como el maestro Paco Solís (QEPD), y su tocayo “Cheque” Benito de Jojutla que tenía una de las mejores orquestas de Morelos.

Creyente, recuerda también que Dios siempre lo ayudó desde niño, “monté toros en las ferias, en el tianguis grande de Yeca que es en octubre, también monté en una plaza de toros”. En el danzón duró 23 años como presidente del grupo Danzoneros Cuautla, y desde mucho antes la pandemia por COVID 19, dejó de bailar. “En un principio no estábamos bien organizados”, reconoce.

Don Cheque tuvo una pareja con la que vivió 12 años, ambos bailaban danzón, ahora viven separados pero continúan frecuentándose como novios; a la fecha se llaman diariamente por teléfono, se van a comer, “ella viene por mí en su auto y nos vamos a pasear y después me trae de regreso, ya no bailo porque los pasos se me están olvidando, la edad, ¿tu crees?”, dijo.

Narró que en los inicios del grupo Cuautla de danzón, se empezaron a reunir en su casa localizada en el lugar de esta entrevista. Al inicio eran pocas parejas, ensayaban con la maestra Ruth, pero después se fueron agregando más parejas.

Su esposa en un principio era su pareja de baile, pero a pesar de que bailaba muy bien, no le gustó y fue así como tuvo que cambiar y tener muchas parejas de baile, pues decían que bailaba muy bien.

“A mucha gente le gustaba el danzón y se acercaban a aprender en mí casa; entre ellos recuerdo a un compañero de apellido Cadena, bailaba muy bien, era buenísimo, pero él iba con un maestro a la Ciudad de México a aprender cada semana… venía aquí con nosotros y nos transmitía todos los conocimientos. Aquí conocí a mi actual pareja Mary con la que todavía bailo, ella venía y Cadena nos pidió que en adelante fuéramos pareja de baile”.

Ya conformados como grupo de danzón, recuerda que recibieron la invitación para acudir a varios puntos del país a presentarse. Entre los lugares destacan: Tehuacán y Atlixco en Puebla; la Ciudad de México, “e inclusive fuimos a Los Ángeles en Estados Unidos; y localmente aquí visitamos los pueblos aledaños, como Tenextepango, Yecapixtla, en fin, todos los pueblos cercanos a Cuautla”.

Y aunque no iban por alguna paga, a todos los lugares iban solo por el deseo de hacer lo que tanto les gustaba, “¡bailar danzón!”.

“Solo nos daban refrescos, comida y hasta reconocimientos, les gustaba invitarnos porque bailábamos nuestras rutinas, asistíamos, pero bien ensayados para hacer un buen papel”.

“Aquí en Cuautla bailábamos todos los domingos en el Zócalo de 6:00 a 8:00 PM y nos la pasábamos muy bonito, éramos entre 6 y 8 parejas las que participábamos”.

El tiempo es el único que lo ha sentado, admitió, pues ya no lo dejan salir ante el riesgo que significa por su avanzada edad y dificultad para caminar.

“He tenido una vida muy bonita, si me muero, me moriré feliz… tengo unos hijos maravillosos que son músicos como a mí que me gustó la música; ellos en la actualidad tienen la orquesta “Álvarez”, también se han presentado en muchos lugares, pero con esto de la pandemia que nos vino del Covid 19, hay poco trabajo, pero van saliendo… tuve seis hijos con mi esposa y tengo otras dos hijas, entre ellos se llevan muy bien, me visitan”.

De pronto tuvimos que hacer una pausa en la entrevista al sonar el teléfono, era momento del acostumbrado dulce saludo de los novios.

Reconoció que los presidentes municipales que ha tenido Cuautla siempre los han apoyado: “nos llamaban, tengo muchos reconocimientos por el danzón que bailaba”.

El más reciente lo recibió de manos de Rodrigo Arredondo López poco antes de iniciar la obra de remodelación del Zócalo; “según me decían era yo uno de los mejores danzoneros de Cuautla, pero yo nunca me elevé ni me sentí superior, pero todo lo hice bien. Nunca cobramos ni un peso, pero la pasábamos muy bien, en las salidas nosotros mismos pagábamos nuestros propios pasajes”.

“Algunos jóvenes no les gusta bailar, son muy pocos, pero yo siempre estuve dispuesto a enseñarles lo que sé, digo no fui de los mejores, pero tampoco fui malo. Actualmente mi hija Irene junto con su esposo se han integrado al grupo de danzón, se nos han acercado parejas de Yautepec, otras de Cuernavaca”, comenta con un dejo de nostalgia.

Para los hombres la vestimenta de gala, dijo, siempre fue guayabera blanca, zapatos del mismo color, “y usábamos un paliacate rojo en el cuello que nos servía además para no manchar la ropa del área del cuello; a mí me gustaba ponerle un anillo en lugar de hacerle un nudo, las mujeres se ponían de acuerdo y a veces se vestían de rojo, otras ocasiones de verde, azul, o blanco, en fin, de muchos colores”.

Actualmente, ya sin Zócalo, de vez en cuando se van a ensayar al parque de la Zapata, “pero ya no hay danzoneros de mi edad, yo también me reiteré”.

Reconoció que algunos grupos “nos tenían envidia; éramos como cinco grupos, pero siempre pedían al grupo Cuautla que yo presidía, venía gente de Cuernavaca, de la ciudad de México, de varios lados, y después de bailar en el Zócalo, les dábamos de comer”.

Para don “Cheque”, el danzón número 1, “el que a todos les gusta y no solo a mí, es Nereidas… hay muchas otras canciones que ya no me acuerdo”, concluimos con la entrevista en honor de uno de los mejores danzoneros de la ciudad.





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