El artista Rafael Ontiveros, originario de Querétaro, inauguró su exposición 1977, en L’arrosoir d’Arthur, una muestra que reúne gran parte del trabajo que ha realizado en más de dos décadas de trayectoria; “mi obra no es nada académica, nace en las calles y se va desarrollando con diferentes técnicas, ideas, conceptos y latitudes”, expresó.
La muestra está integrada por diversas piezas realizadas con técnicas mixtas y en cerámica, que forman parte de distintas series como Los consagrados que fue hecha exclusivamente para esta exposición, Finlandés y sueco que ha desarrollado desde hace 11 años, con varios personajes tras una exhibición que realizó en Finlandia y Contactos que consta de seis obras con temática de terror.
“Las piezas de esta exposición fueron seleccionadas de acuerdo al espacio, sobre todo para checar las dimensiones de la obra; además de que fuera seriada para que la gente que no conoce mi trabajo, vea la similitud de las series y las contrapartes de una con otra”, señaló.
Respecto a su trabajo en cerámica, comentó que lleva sólo cuatro años trabajando con este material y que sin duda, está fascinado con los increíbles resultados que ha logrado.
“Lo que me llamó la atención de la cerámica, fue darme cuenta que los cuatro elementos están en una obra, eso es algo asombroso; como artistas podemos decir muchas cosas, pero la cerámica es caprichosa y trabaja por sí sola, el fuego y el agua no te van a pedir permiso; la tierra es quizás lo más básico que podemos tener en las manos pero aun así es muy químico todo, además de que siempre soy muy experimental. En estas obras creo que la mitad son los cuatro elementos y la otra mitad el artista”, mencionó.
El título de 1977 hace referencia a su año de nacimiento, además de que considera que es una fecha socialmente destacable; “decidí llamarla así porque nací en 1977, aquella época que nos etiquetaron como la generación X y prácticamente nos daba equis (risas), pero te vas dando cuenta que esa generación es muy depresiva y muy soñadora, esa parte me ha llamado mucho la atención; nuestra música fue grunge y traemos un estigma medio difícil, y plasmarlo en el arte me pareció algo super importante, además de que esta muestra es un compendio de varias series, es una parte de mí y un año muy significativo a nivel social”, comentó.
Esta es la segunda vez que Rafael expone en Cuernavaca, y sin duda, ha quedado fascinado con el café bar L’arrosoir d’Arthur, pues es un espacio donde la obra puede generar mayor vinculo con el espectador.
“Me gusta exponer en lugares así, donde no vas justamente a ver la exposición, la gente viene a comer, a beber y pasar un rato agradable; si voltean a ver la obra considero que es una apreciación más auténtica y la disfrutan más, o si no les gusta simplemente la ignoran. Además tenemos un línea más libre, que no es tan seria como en los museos”, señaló.