/ sábado 29 de octubre de 2022

Teresa Camou dejó los títeres para denunciar problemas sociales

La documentalista retrata en Cruz, la amenaza que viven las familias en comunidades dominadas por el crimen organizado

MORELIA. Desde que nació, Teresa Camou supo que tenía una misión en la vida: ser la voz de todos aquellos que no son escuchados; ayudar siempre al prójimo y visibilizar al máximo posible las problemáticas sociales.

Su carrera comenzó hace más de una década, como titiritera en diferentes comunidades indígenas. En cada puesta en escena inyectaba de alegría a los presentes, sin embargo su deseo por contar historias a más personas la llevó a incursionar en el cine.

“Siento que voy por muy buen camino, soy una artista, soy titiritera de profesión, llevo 10 años haciendo cine documental, el cine llega a mí porque el teatro de títeres me quedó chico porque es efímero y el que yo hacía era en comunidades, del pueblo para el pueblo, así que comencé a llevar mensajes de amor y lucha al público de afuera, con otro tipo de proyectos, más elaborados”, afirmó Camou en entrevista.

Sin tener estudios en esta área, pero sí pasión, Camou inició plasmando historias reales de gente que conocía, fue así como surgió su ópera prima Sunu, en 2015.

Mientras disfrutaba del éxito de su primer trabajo, la cineasta descubrió la historia de Cruz Sánchez, un defensor del territorio del bosque en la Sierra Tarahumara, a quien la vida le cambió tras el asesinato de sus dos hijos, consecuencia de la violencia que viven por el crimen organizado.

Inspirada por la causa, así como por ser la portavoz del movimiento de la familia Sánchez, con quienes mantiene una amistad de casi tres décadas, Camou escribió su segundo documental, titulado Cruz.

“Mi objetivo era identificar cómo ayudar a estas familias desplazadas del país, por el crimen organizado y cómo visibilizar su problemática. Obviamente no estaba capacitada para tratar este tema, así que duré cinco años haciendo la película, siempre respaldándome de psicólogos, de ONG que llevan estos casos, incluso de las mismas familias que viven esto para entender cómo contar la historia.

“Es impresionante ver cómo a estas familias lo único que les queda es seguir adelante para estar vivos, cómo del horror también hay cosas muy fuertes. Debemos entender que el tema del desplazamiento, aunque está latente, no está visibilizado y a las familias les cuesta denunciar, tienen miedo, hay muy poco apoyo hacia ellos. La película sale en un momento en donde apenas se está comenzando a hablar del tema”, contó la cineasta.

La historia se desarrolla en la comunidad El Manzano, en Chihuahua, el narcotráfico obligó a la familia Sánchez a dejar sus tierras; a través de testimonios íntimos e imágenes de una cruda realidad, se retrata la dolorosa experiencia de las comunidades frente a la violencia.

“En la cinta nunca se habla del crimen organizado porque al verla sabes que está detrás de esto, sientes el dolor y miedo. Desde el inicio del documental no queríamos hablar de morbo o de una nota amarillista sino quisimos enfocarnos en la fuerza de esta comunidad para enfrentar los problemas.

“Quise ayudar porque no quiero que su historia y lo que les pasó se quede en el olvido, se tiene que quedar en la memoria, si no se cuenta, no se habla, me da miedo de que quede en una carpeta o expediente en la fiscalía que se borra. Por eso me animé a hacerla para que la historia no se quede en el olvido, se sepa y al momento de saberse es una forma de justicia”, aseguró la directora.

El trabajo de Camou logró conquistar a sus colegas de la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas; su segundo proyecto obtuvo una nominación en la categoría de Largometraje Documental, para la edición 64 de los Premios Ariel.

“Me decía Cruz: ‘¿qué es este premio?, ¿qué es esta nominación?’, le dije: ‘nos están volteando a ver Cruz, nos reconocen’. Eso para mí es la nominación, eso que te da energía y fuerza para seguir adelante, es muy bonito el reconocimiento, pero es eso y ya, ahora hay que hacer otro trabajo”, sostuvo.

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Mientras concluye la promoción de su cinta, Camou ya piensa en su siguiente proyecto. Su idea es continuar contando historias latentes y relevantes para nuestro país; aseguró que seguirá indagando en el tema de la defensa del territorio.

“Son procesos lentos, no tan rápidos para mí, yo no estudié cine, soy efímera, voy aprendiendo mediante la marcha y acompañándome, conociendo otros grandes artistas del cine documental para ir aprendiendo de ellos”, concluyó.

MORELIA. Desde que nació, Teresa Camou supo que tenía una misión en la vida: ser la voz de todos aquellos que no son escuchados; ayudar siempre al prójimo y visibilizar al máximo posible las problemáticas sociales.

Su carrera comenzó hace más de una década, como titiritera en diferentes comunidades indígenas. En cada puesta en escena inyectaba de alegría a los presentes, sin embargo su deseo por contar historias a más personas la llevó a incursionar en el cine.

“Siento que voy por muy buen camino, soy una artista, soy titiritera de profesión, llevo 10 años haciendo cine documental, el cine llega a mí porque el teatro de títeres me quedó chico porque es efímero y el que yo hacía era en comunidades, del pueblo para el pueblo, así que comencé a llevar mensajes de amor y lucha al público de afuera, con otro tipo de proyectos, más elaborados”, afirmó Camou en entrevista.

Sin tener estudios en esta área, pero sí pasión, Camou inició plasmando historias reales de gente que conocía, fue así como surgió su ópera prima Sunu, en 2015.

Mientras disfrutaba del éxito de su primer trabajo, la cineasta descubrió la historia de Cruz Sánchez, un defensor del territorio del bosque en la Sierra Tarahumara, a quien la vida le cambió tras el asesinato de sus dos hijos, consecuencia de la violencia que viven por el crimen organizado.

Inspirada por la causa, así como por ser la portavoz del movimiento de la familia Sánchez, con quienes mantiene una amistad de casi tres décadas, Camou escribió su segundo documental, titulado Cruz.

“Mi objetivo era identificar cómo ayudar a estas familias desplazadas del país, por el crimen organizado y cómo visibilizar su problemática. Obviamente no estaba capacitada para tratar este tema, así que duré cinco años haciendo la película, siempre respaldándome de psicólogos, de ONG que llevan estos casos, incluso de las mismas familias que viven esto para entender cómo contar la historia.

“Es impresionante ver cómo a estas familias lo único que les queda es seguir adelante para estar vivos, cómo del horror también hay cosas muy fuertes. Debemos entender que el tema del desplazamiento, aunque está latente, no está visibilizado y a las familias les cuesta denunciar, tienen miedo, hay muy poco apoyo hacia ellos. La película sale en un momento en donde apenas se está comenzando a hablar del tema”, contó la cineasta.

La historia se desarrolla en la comunidad El Manzano, en Chihuahua, el narcotráfico obligó a la familia Sánchez a dejar sus tierras; a través de testimonios íntimos e imágenes de una cruda realidad, se retrata la dolorosa experiencia de las comunidades frente a la violencia.

“En la cinta nunca se habla del crimen organizado porque al verla sabes que está detrás de esto, sientes el dolor y miedo. Desde el inicio del documental no queríamos hablar de morbo o de una nota amarillista sino quisimos enfocarnos en la fuerza de esta comunidad para enfrentar los problemas.

“Quise ayudar porque no quiero que su historia y lo que les pasó se quede en el olvido, se tiene que quedar en la memoria, si no se cuenta, no se habla, me da miedo de que quede en una carpeta o expediente en la fiscalía que se borra. Por eso me animé a hacerla para que la historia no se quede en el olvido, se sepa y al momento de saberse es una forma de justicia”, aseguró la directora.

El trabajo de Camou logró conquistar a sus colegas de la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas; su segundo proyecto obtuvo una nominación en la categoría de Largometraje Documental, para la edición 64 de los Premios Ariel.

“Me decía Cruz: ‘¿qué es este premio?, ¿qué es esta nominación?’, le dije: ‘nos están volteando a ver Cruz, nos reconocen’. Eso para mí es la nominación, eso que te da energía y fuerza para seguir adelante, es muy bonito el reconocimiento, pero es eso y ya, ahora hay que hacer otro trabajo”, sostuvo.

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Mientras concluye la promoción de su cinta, Camou ya piensa en su siguiente proyecto. Su idea es continuar contando historias latentes y relevantes para nuestro país; aseguró que seguirá indagando en el tema de la defensa del territorio.

“Son procesos lentos, no tan rápidos para mí, yo no estudié cine, soy efímera, voy aprendiendo mediante la marcha y acompañándome, conociendo otros grandes artistas del cine documental para ir aprendiendo de ellos”, concluyó.

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