/ martes 31 de diciembre de 2019

Ciclos

Mirar hacia dentro


Hoy los días de la primera veintena de años del siglo se agotarán como la cera de abeja se consume en las ceras escamadas, para ser luego reutilizada en otras ceras, que arderán el próximo año. El tiempo transcurre sin fin, mas los seres humanos tenemos que marcar, obsesivamente, señales que nos permitan construir la ilusión del pasado, el presente y el futuro. La vida humana, atada a este mundo, se envuelve en sus ciclos; en su paso circular los finales inmediatamente se transforman en inicios; aunque cada vuelta la vivencia sea distinta, marcamos los momentos que son importantes para nuestra supervivencia. En nuestra tierra, en tiempos mesoamericanos, como menciona Alfredo López Austin: “La obsesión fue parte de una concepción del mundo que se creó, siglo tras siglo, en el trato social cotidiano general y en la acción transformadora de los hombres sobre la naturaleza... Puede afirmarse que la preocupación por el tiempo y posiblemente los principios básicos del sistema calendárico, nacieron en el estrato campesino; después, los grupos dominantes aprovecharon el calendario en beneficio de su legitimación y lo desarrollaron por la vía de la complejidad y el esoterismo. El acrecentamiento del dominio político y del desarrollo del aparato gobernante, llevó el calendario y la escritura a muy elevados niveles, lo suficiente como para hacer inobjetable el poder de quienes se ostentaban como hombres llenos de divinidad y encargados de la conducción de los pueblos” Nos parece, a veces, estar ya alejados de esas concepciones del tiempo, pero muchas de nuestras tradiciones culturales y políticas se mantienen atadas a ellos, pues es en esas nociones del tiempo en las que se desarrollan nuestras vidas. Si examinamos los motivos de nuestro calendario actual, podremos ver que no se distancian mucho de esas primeras obsesiones por medir el tiempo.

Vivimos hoy el día final del año, de la década, de la veintena, pero como reza un proverbio náhuatl y su explicación, registrados en el Códice Florentino: "Otra vez será así, otra vez así estarán las cosas, en algún tiempo, en algún lugar." Lo que se hacía hace mucho tiempo y ya no se hace, otra vez se hará, otra vez así será, como fue en lejanos tiempos: ellos, los que ahora viven, otra vez vivirán, serán.”Fortuna para todos en el 2020.


Hoy los días de la primera veintena de años del siglo se agotarán como la cera de abeja se consume en las ceras escamadas, para ser luego reutilizada en otras ceras, que arderán el próximo año. El tiempo transcurre sin fin, mas los seres humanos tenemos que marcar, obsesivamente, señales que nos permitan construir la ilusión del pasado, el presente y el futuro. La vida humana, atada a este mundo, se envuelve en sus ciclos; en su paso circular los finales inmediatamente se transforman en inicios; aunque cada vuelta la vivencia sea distinta, marcamos los momentos que son importantes para nuestra supervivencia. En nuestra tierra, en tiempos mesoamericanos, como menciona Alfredo López Austin: “La obsesión fue parte de una concepción del mundo que se creó, siglo tras siglo, en el trato social cotidiano general y en la acción transformadora de los hombres sobre la naturaleza... Puede afirmarse que la preocupación por el tiempo y posiblemente los principios básicos del sistema calendárico, nacieron en el estrato campesino; después, los grupos dominantes aprovecharon el calendario en beneficio de su legitimación y lo desarrollaron por la vía de la complejidad y el esoterismo. El acrecentamiento del dominio político y del desarrollo del aparato gobernante, llevó el calendario y la escritura a muy elevados niveles, lo suficiente como para hacer inobjetable el poder de quienes se ostentaban como hombres llenos de divinidad y encargados de la conducción de los pueblos” Nos parece, a veces, estar ya alejados de esas concepciones del tiempo, pero muchas de nuestras tradiciones culturales y políticas se mantienen atadas a ellos, pues es en esas nociones del tiempo en las que se desarrollan nuestras vidas. Si examinamos los motivos de nuestro calendario actual, podremos ver que no se distancian mucho de esas primeras obsesiones por medir el tiempo.

Vivimos hoy el día final del año, de la década, de la veintena, pero como reza un proverbio náhuatl y su explicación, registrados en el Códice Florentino: "Otra vez será así, otra vez así estarán las cosas, en algún tiempo, en algún lugar." Lo que se hacía hace mucho tiempo y ya no se hace, otra vez se hará, otra vez así será, como fue en lejanos tiempos: ellos, los que ahora viven, otra vez vivirán, serán.”Fortuna para todos en el 2020.

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