/ martes 4 de octubre de 2022

La talavera pop de Alejandro Osorio

Aunque en parte de su obra fusiona la talavera con otros materiales, él ve este proceso como parte de la transculturación que ha sufrido esta expresión desde sus orígenes

Alejandro Osorio es un artista poblano cuya obra forma parte de la colección de la Universidad de las Américas, la colección de la Universidad Autónoma del Estado de México, la colección Mario Testino de Londres y la colección del Museo de las Américas de Denver.

Lleva una década dedicándose al desarrollo de distintas técnicas, entre las que destacan su trabajo con la talavera, la cual fusiona con otros materiales y con diversos elementos de la cultura de masas, aunque también ha trabajado en textiles, cerámica y dibujo, entre otras técnicas.

“Siempre me he dedicado a la producción de mi obra personal en la que hay intereses muy específicos y referencias a la modernidad de Latinoamérica y ciertos temas de la cultura masiva”, cuenta en entrevista con El Sol de México.

Asegura que no hubo un momento particular en el que decidió que quería dedicarse al arte, porque en su familia no hay antecedentes de este tipo, sino que fue algo que descubrió durante la universidad y que empezó a poner en práctica sin estar seguro de que se convertiría en su modus vivendi.

“Comencé a explorar toda esa maquinaria que implica la producción artística, no sólo ya como el viejo perfil del artista que está en su estudio frente al cuadro en blanco, sino enfocado en entender el porqué y para qué sirve el arte, más allá de desarrollar habilidades técnicas”.

Egresado de la carrera de artes plásticas de la Universidad de las Américas de Puebla, Alejandro es también gestor cultural y cofundador de la galería Mercado Negro, Arte Contemporáneo junto con Nora Adame y NAO estudio, donde desarrolla diversos proyectos.

Ha participado en exhibiciones colectivas en galerías y museos de México, Estados Unidos y España, además de que en 2009 participó en la IV Bienal Internacional de Praga.


Uno de los elementos más visibles de tu obra es cómo fusionas la talavera con otros materiales y referencias, ¿cómo llegaste a eso?

Es curioso porque yo nací en Tlaxcala y he vivido mucho tiempo en Puebla, y es a esta región a la que se le ha dado el reconocimiento de la talavera como patrimonio cultural, pero a mí me ayudó mucho entender desde un enfoque histórico que en realidad no hay ninguna pureza en los saberes artesanales, porque la talavera ya es el resultado de un proceso de migración o de aculturación de la cerámicas que venían desde la Ruta de la Seda y de las cerámicas vidriadas de Japón, que van como recorriendo y ganando espacios en intercambios culturales, hasta que llegan a España y luego se establecen en México, así que al final es interesante darse cuenta que la talavera y muchos procesos artesanales no son tan puros ni tan originales, sino que son una transculturación y de cómo todavía existe una posibilidad de actualizarlos y de ponerlos nuevamente en una circulación global.


Y así van quizá recorriendo el mismo camino, pero a la inversa.

Sí, porque afortunadamente mis piezas están obteniendo reconocimiento en el mercado internacional, entonces de pronto ves que por ejemplo una pieza es comprada por un coleccionista de España, y así ves cómo talavera poblana regresa a esos sitios, pero ya con lo aprendido por acá.

Y en ese sentido, Alejandro considera que su aportación al circuito del arte es la incorporación de sus intereses visuales que están relacionados con la cultura masiva, el graffiti y los tatuajes, entre otras expresiones.


Mikey dualidad, 2019, 200x240cm, mosaicos de talavera montados sobre bastidor / Cortesía Alejandro Osorio



¿Te has encontrado con puristas que quizá consideren que tu obra ya no entra dentro de sus cánones de lo tradicional?

Sí, todo el tiempo, porque claro que hay un arraigo digamos más conservador y otra manera de entender los símbolos locales. A mí me interesaba por un lado mezclar toda esa tradición que estaba más vinculada con lo ornamental, porque finalmente el tipo de mosaico que uso tradicionalmente estaba enfocado hacia el ornamento arquitectónico, ya sea de fachadas de iglesias, cocinas domésticas, etcétera, y lo que he platicado con muchos colegas es cómo este tipo de talavera está pensado para que siga intacto después de 300 años sometido a ciertas condiciones atmosféricas, pero si tomas en cuenta que esta obra va a permanecer en interiores y no tanto en exteriores, como podría suceder con la talavera que está en la cúpula de una iglesia, pues también puede ser interesante pensar que esto nos va a sobrevivir y que va a durar digamos 500 años.


El sentido del humor también parece ser un elemento importante en tu obra.

Sí, de entrada me gusta señalar ese sincretismo al que de repente nos negamos, como por ejemplo esa mirada más tradicional de los materiales y de las formas… El hecho de que yo le incorpore otros elementos tiene que ver con una ironía de cómo ese sincretismo sigue funcionando y creo que dentro de todo pues parte de mi trabajo es seguir investigando y trabajando sobre este humor de encontrarse con estos híbridos.


¿Quiénes han sido tus referentes o tus modelos a seguir dentro del arte?

Siempre he admirado el trabajo de un artista americano japonés que Isamu Noguchi, quien hizo escultura, pintura, paisajismo, y por otro lado, a nivel visual, pues el que más estaría presente es un artista brasileño que también fue arquitecto que se llama burle Burle Marx, que también es de la primera mitad de las vanguardias del siglo 20, creo que ellos serían de los dos más importantes.


Vivir del arte

Admite que en el contexto local y familiar siempre ha sido difícil defender la idea de que se puede vivir del arte, precisamente porque no hay en su círculo cercano familiares que tengan esa referencia, y que, al igual que muchos colegas, tuvo que comenzar dando clases y como asistente de otros artistas para ir solventando sus gastos.

“Afortunadamente tuve la buena fortuna de que pronto empecé a obtener algunos reconocimientos y algunas becas, y eso me ayudó mucho a perfilarme y a definir mi trabajo y mi vocación dentro del arte. Yo me gradué en 2009 y en ese mismo año mi obra ya estaba por ejemplo en la cuarta Bienal Internacional de Praga, exponiendo al lado de artistas, consagrados, además de que también tuve la beca de Jóvenes Creadores del FONCA en 2008 y 2010 y todo eso sirve para que uno como artista tenga esa seguridad, porque de lo contrario quizá hubiera buscado otro trabajo o hubiera desistido de ser artista”, admite.


“Vivir del arte no sólo es obtener beneficio económico de vender tus obras, sino estar todo el tiempo leyendo, yendo al cine, al teatro, o sea: estarte nutriendo... Eso es vivir del arte, ¿no?”


¿Entonces ya puedes decir que vives del arte?

Pues sí, desde hace varios años, aunque siempre es una pregunta compleja, porque por un lado está la parte económica de pagar tus cuentas y todo eso que haces con la venta de tu obra, pero por otro está el hecho de dedicarte, o sea, de dedicar tu vida entera al arte, aunque suene muy romántico, pero que es algo que yo hice desde el inicio de mi carrera, que fue cuando decidí que esto sería mi vida, entonces vivir del arte no sólo es obtener beneficio económico de vender tus obras, sino estar todo el tiempo leyendo, yendo al cine, al teatro, o sea, estarte nutriendo... Eso es vivir del arte, ¿no? Una vez leí que el que sólo sabe de su ciencia ni de su ciencia sabe, así que creo que el artista que sólo sabe de su arte, pues ni de su arte sabe.


Blue Eye, 2019, textiles, 210x260 cm, colaboracion con Nora Adame / Cortesía Alejandro Osorio


Decías que en tus inicios fue muy importante contar con becas para seguirte desarrollando. ¿Qué opinas de que ahora muchos de esos apoyos se han cerrado o modificado?

Mira, no voy a negar que para mí eso fue vital para sostener mi carrera y para ir apuntalando mi obra, además de ir ganando confianza. Y bueno, ahora para las nuevas generaciones pues sí será algo más complicado. Creo que con ello el trabajo del artista se diversifica y que se vuelve más complicado generar recursos. Eso definitivamente hace más compleja la labor del trabajo creativo, pero dentro de todo también nos orilla a experimentar con otros formatos, a diversificarnos y buscar otros caminos.


¿Dónde se puede conocer más de tu obra?

Mi página web es alejandroosorio.mx y también está mi perfil de Instagram, donde voy subiendo un poco más de todo este despliegue de lo que implica la producción artística, es decir los procesos, los bocetos, todo eso.

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Alejandro Osorio es un artista poblano cuya obra forma parte de la colección de la Universidad de las Américas, la colección de la Universidad Autónoma del Estado de México, la colección Mario Testino de Londres y la colección del Museo de las Américas de Denver.

Lleva una década dedicándose al desarrollo de distintas técnicas, entre las que destacan su trabajo con la talavera, la cual fusiona con otros materiales y con diversos elementos de la cultura de masas, aunque también ha trabajado en textiles, cerámica y dibujo, entre otras técnicas.

“Siempre me he dedicado a la producción de mi obra personal en la que hay intereses muy específicos y referencias a la modernidad de Latinoamérica y ciertos temas de la cultura masiva”, cuenta en entrevista con El Sol de México.

Asegura que no hubo un momento particular en el que decidió que quería dedicarse al arte, porque en su familia no hay antecedentes de este tipo, sino que fue algo que descubrió durante la universidad y que empezó a poner en práctica sin estar seguro de que se convertiría en su modus vivendi.

“Comencé a explorar toda esa maquinaria que implica la producción artística, no sólo ya como el viejo perfil del artista que está en su estudio frente al cuadro en blanco, sino enfocado en entender el porqué y para qué sirve el arte, más allá de desarrollar habilidades técnicas”.

Egresado de la carrera de artes plásticas de la Universidad de las Américas de Puebla, Alejandro es también gestor cultural y cofundador de la galería Mercado Negro, Arte Contemporáneo junto con Nora Adame y NAO estudio, donde desarrolla diversos proyectos.

Ha participado en exhibiciones colectivas en galerías y museos de México, Estados Unidos y España, además de que en 2009 participó en la IV Bienal Internacional de Praga.


Uno de los elementos más visibles de tu obra es cómo fusionas la talavera con otros materiales y referencias, ¿cómo llegaste a eso?

Es curioso porque yo nací en Tlaxcala y he vivido mucho tiempo en Puebla, y es a esta región a la que se le ha dado el reconocimiento de la talavera como patrimonio cultural, pero a mí me ayudó mucho entender desde un enfoque histórico que en realidad no hay ninguna pureza en los saberes artesanales, porque la talavera ya es el resultado de un proceso de migración o de aculturación de la cerámicas que venían desde la Ruta de la Seda y de las cerámicas vidriadas de Japón, que van como recorriendo y ganando espacios en intercambios culturales, hasta que llegan a España y luego se establecen en México, así que al final es interesante darse cuenta que la talavera y muchos procesos artesanales no son tan puros ni tan originales, sino que son una transculturación y de cómo todavía existe una posibilidad de actualizarlos y de ponerlos nuevamente en una circulación global.


Y así van quizá recorriendo el mismo camino, pero a la inversa.

Sí, porque afortunadamente mis piezas están obteniendo reconocimiento en el mercado internacional, entonces de pronto ves que por ejemplo una pieza es comprada por un coleccionista de España, y así ves cómo talavera poblana regresa a esos sitios, pero ya con lo aprendido por acá.

Y en ese sentido, Alejandro considera que su aportación al circuito del arte es la incorporación de sus intereses visuales que están relacionados con la cultura masiva, el graffiti y los tatuajes, entre otras expresiones.


Mikey dualidad, 2019, 200x240cm, mosaicos de talavera montados sobre bastidor / Cortesía Alejandro Osorio



¿Te has encontrado con puristas que quizá consideren que tu obra ya no entra dentro de sus cánones de lo tradicional?

Sí, todo el tiempo, porque claro que hay un arraigo digamos más conservador y otra manera de entender los símbolos locales. A mí me interesaba por un lado mezclar toda esa tradición que estaba más vinculada con lo ornamental, porque finalmente el tipo de mosaico que uso tradicionalmente estaba enfocado hacia el ornamento arquitectónico, ya sea de fachadas de iglesias, cocinas domésticas, etcétera, y lo que he platicado con muchos colegas es cómo este tipo de talavera está pensado para que siga intacto después de 300 años sometido a ciertas condiciones atmosféricas, pero si tomas en cuenta que esta obra va a permanecer en interiores y no tanto en exteriores, como podría suceder con la talavera que está en la cúpula de una iglesia, pues también puede ser interesante pensar que esto nos va a sobrevivir y que va a durar digamos 500 años.


El sentido del humor también parece ser un elemento importante en tu obra.

Sí, de entrada me gusta señalar ese sincretismo al que de repente nos negamos, como por ejemplo esa mirada más tradicional de los materiales y de las formas… El hecho de que yo le incorpore otros elementos tiene que ver con una ironía de cómo ese sincretismo sigue funcionando y creo que dentro de todo pues parte de mi trabajo es seguir investigando y trabajando sobre este humor de encontrarse con estos híbridos.


¿Quiénes han sido tus referentes o tus modelos a seguir dentro del arte?

Siempre he admirado el trabajo de un artista americano japonés que Isamu Noguchi, quien hizo escultura, pintura, paisajismo, y por otro lado, a nivel visual, pues el que más estaría presente es un artista brasileño que también fue arquitecto que se llama burle Burle Marx, que también es de la primera mitad de las vanguardias del siglo 20, creo que ellos serían de los dos más importantes.


Vivir del arte

Admite que en el contexto local y familiar siempre ha sido difícil defender la idea de que se puede vivir del arte, precisamente porque no hay en su círculo cercano familiares que tengan esa referencia, y que, al igual que muchos colegas, tuvo que comenzar dando clases y como asistente de otros artistas para ir solventando sus gastos.

“Afortunadamente tuve la buena fortuna de que pronto empecé a obtener algunos reconocimientos y algunas becas, y eso me ayudó mucho a perfilarme y a definir mi trabajo y mi vocación dentro del arte. Yo me gradué en 2009 y en ese mismo año mi obra ya estaba por ejemplo en la cuarta Bienal Internacional de Praga, exponiendo al lado de artistas, consagrados, además de que también tuve la beca de Jóvenes Creadores del FONCA en 2008 y 2010 y todo eso sirve para que uno como artista tenga esa seguridad, porque de lo contrario quizá hubiera buscado otro trabajo o hubiera desistido de ser artista”, admite.


“Vivir del arte no sólo es obtener beneficio económico de vender tus obras, sino estar todo el tiempo leyendo, yendo al cine, al teatro, o sea: estarte nutriendo... Eso es vivir del arte, ¿no?”


¿Entonces ya puedes decir que vives del arte?

Pues sí, desde hace varios años, aunque siempre es una pregunta compleja, porque por un lado está la parte económica de pagar tus cuentas y todo eso que haces con la venta de tu obra, pero por otro está el hecho de dedicarte, o sea, de dedicar tu vida entera al arte, aunque suene muy romántico, pero que es algo que yo hice desde el inicio de mi carrera, que fue cuando decidí que esto sería mi vida, entonces vivir del arte no sólo es obtener beneficio económico de vender tus obras, sino estar todo el tiempo leyendo, yendo al cine, al teatro, o sea, estarte nutriendo... Eso es vivir del arte, ¿no? Una vez leí que el que sólo sabe de su ciencia ni de su ciencia sabe, así que creo que el artista que sólo sabe de su arte, pues ni de su arte sabe.


Blue Eye, 2019, textiles, 210x260 cm, colaboracion con Nora Adame / Cortesía Alejandro Osorio


Decías que en tus inicios fue muy importante contar con becas para seguirte desarrollando. ¿Qué opinas de que ahora muchos de esos apoyos se han cerrado o modificado?

Mira, no voy a negar que para mí eso fue vital para sostener mi carrera y para ir apuntalando mi obra, además de ir ganando confianza. Y bueno, ahora para las nuevas generaciones pues sí será algo más complicado. Creo que con ello el trabajo del artista se diversifica y que se vuelve más complicado generar recursos. Eso definitivamente hace más compleja la labor del trabajo creativo, pero dentro de todo también nos orilla a experimentar con otros formatos, a diversificarnos y buscar otros caminos.


¿Dónde se puede conocer más de tu obra?

Mi página web es alejandroosorio.mx y también está mi perfil de Instagram, donde voy subiendo un poco más de todo este despliegue de lo que implica la producción artística, es decir los procesos, los bocetos, todo eso.

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