A 114 años, el ideal zapatista de justicia social todavía encuentra pendientes. Hay avances y expectativas para los sectores más vulnerables.
La figura revolucionaria de Emiliano Zapata continúa presente en la búsqueda por una sociedad más equitativa e igualitaria. Aunque reinterpretado y adaptado a los tiempos actuales, su legado agrarista, indígena y social se refleja en estrategias desplegadas desde el obradorismo.
De manera simbólica incluso estuvieron presentes en la reciente Cumbre del G20 en Río de Janeiro, Brasil. Ahí, la Presidenta Claudia Sheinbaum expuso una propuesta innovadora: que los países miembros destinen el uno por ciento del gasto militar a sembrar vida a nivel mundial, una réplica —con sus debidas distancias— del esquema emblema de la Cuarta Transformación: apoyar a las y los sembradores por medio de inversión y acciones que incentiven la autosuficiencia alimentaria, el desarrollo social de los productores y comerciantes, así como una aportación al tema del calentamiento global.
Una forma de abordar la pobreza rural, uno de los temas centrales enarbolados por Zapata —reivindicado por el estado de Morelos en su legada por la justicia social—, y la degradación ambiental.
Actualmente hay una revolución en los cuidados, tanto de las personas como del medio ambiente. Programas sociales encaminados al empoderamiento de las primeras infancias, a garantizar la permanencia en las escuelas o a dotar de herramientas a mujeres y personas adultas mayores para una mejor calidad de vida.
Cuando el obradorismo planteó “primero los pobres” no era una simple retórica sino un compromiso de atención a quienes más lo necesitan.
La conmemoración del 114 Aniversario de la Revolución Mexicana es también una reflexión sobre el cumplimiento y pendientes en justicia social e igualdad.
Salvador Guerrero Chiprés
@guerrerochipres