/ martes 17 de septiembre de 2024

Política mundial / ¿Mártir o candidato?

La carrera presidencial en los Estados Unidos sigue siendo un tema que mueve a todo el planeta, de hecho, la política que se dicta desde aquella nación es fundamental para el desarrollo de las naciones alrededor del mundo, pues no es que Estados Unidos sea un simple país que tiene recursos bélicos y que puede amenazar la seguridad del orbe, sino que cuenta con una serie de elementos que le han puesto como el gran líder global en temas de desarrollo, economía, seguridad y política, es más, hasta como líder deportivo luego de lo visto en los últimos Juegos Olímpicos celebrados en París este verano.

Estados Unidos representa, para occidente, un ejemplo a la democracia y la soberanía que muchas naciones a lo largo y ancho del planeta quisieran tomar como referencia, empero, su situación y estabilidad política se ha ido comprometiendo en los últimos años y se ha ido deteriorando desde la aparición en la política de un tipo como Donald Trump.

Y no es que la llegada del ex presidente y ahora candidato a la presidencia de los Estados Unidos haya marcado un nuevo hito en la política como tal, sino que marcó un cambio en la manera de hacer política y de entenderla pues, si usted lo recuerda, Donald Trump inició con el uso cotidiano de Twitter (ahora llamado X) para llegar a las masas que le podrían servir como plataforma política. Y resultó. Fue electo presidente en 2016 y tomó posesión en 2017.

Luego de eso, Trump continuó con su campaña permanente para buscar una reelección y se mantuvo en la órbita política no solo como presidente, sino como candidato a la reelección. Y aunque no tuvo fortuna pues perdió contra Joe Biden, su estrategia mediática ha sido tal que ocho años después vuelve a competir para la presidencia y, al menos en el grupo de los republicanos, no tuvo ni quien le hiciera sombra.

Pero, ¿a qué se debe tanta popularidad y tanto apoyo de las masas? Eso es justo lo más interesante pues su manera de hacer política trajo al descubierto una ruta que no era la más apropiada entre los votantes estadounidenses, pero que sí ayudó a impactar en aquellos que no tenían acceso a ser escuchados más allá de lo que las élites tradicionales marcan, es decir, los oprimidos encontraron en Donald Trump un aliado para darles voz y voto. Incluso nació el Make America Great Again (MAGA) que ha sido replicado por algunos políticos de otras naciones, claro tropicalizándolo a sus propios contextos.

Entonces, de vuelta a los Estados Unidos, lo que Donald Trump está haciendo es un reflejo de lo que la realidad social indica y que nadie les había dado, al menos a la mitad de la población que ha decidido votar por él. Me refiero a las acusaciones y falsedades sobre temas polémicos que antes los políticos no se atrevían a hacer para “no quedar mal” con el electorado, sin embargo, ahora Trump ha utilizado una retórica diferente y ha logrado posicionarse (porque es una marca) como alguien que no solo ha sido presidente de la nación más poderosa del planeta, sino como alguien que puede volver a serlo en un contexto diferente a como ocurrió cuando lo fue por primera vez.

Trump avanza sin miedo y sin tapujos. Elige qué carreras pelear y utiliza todos los medios posibles para fortalecer su posicionamiento, sobre todo con quienes no han tenido la valentía ni las ganas de analizar a detalle lo que más le conviene a los Estados Unidos (y al mundo), sino que solamente piensan en su propio beneficio. Trump ha hecho de su retórica una en la que el individualismo prima sobra el colectivismo, incluso aunque pudiera terminar afectando a los propios intereses de la nación. Donald Trump piensa en él y ha logrado que sus seguidores piensen únicamente en sí mismos utilizándole a él como figura presidencial, sino, tan solo habrá que recordar el desafortunado evento del asalto al Capitolio en Washington DC el 6 de enero de 2021.

Ahora, el tema no solo tiene que ver con lo que Trump ha logrado con sus ideas y sus recursos para impactar en el electorado nacional e internacional, sino que, a pesar de ello, no tiene garantizado ser el próximo presidente de los Estados Unidos debido al constante ascenso de Kamala Harris, en especial luego del último debate.

Es aquí donde quiero detenerme para puntualizar algo que me parece brillante dentro de su estrategia política y que le ayuda a sumar adeptos, pues se ha victimizado como parte de un complot que intenta asesinarle por medio de atentados, lo cual resulta benéfico en el discurso de alguien que de antemano se sabe que hará hasta lo imposible por ganar. Creo que la estrategia del mártir puede ayudar significativamente a reposicionarse sobre el electorado y a ganar adeptos en los indecisos, aquellos que pudieran pensar que el gobierno de Biden no da garantías para que exista una lucha pareja en la contienda electoral que se encuentra a menos de dos meses para realizarse.

A Trump hay que analizarlo con detalle porque su equipo de asesores, y el mismo, son una máquina de publicidad, algo contra lo que los demócratas y Harris no pueden ni aunque repitan y repitan el discurso del peligro que Trump puede traer. La gente no quiere que le digan qué hacer ni por quién votar, la gente quiere pasión, garra y ¿por qué no? Un poco de drama y sangre. Ahí estará la clave para saber quién gobernará a los Estados Unidos los próximos cuatro años.

FERNANDO ABREGO CAMARILLO es Doctor en Ciencias Administrativas por el IPN. Profesor, investigador y analista en temas internacionales y educativos. Asociado COMEXI. Sígalo en x: @fabrecam

La carrera presidencial en los Estados Unidos sigue siendo un tema que mueve a todo el planeta, de hecho, la política que se dicta desde aquella nación es fundamental para el desarrollo de las naciones alrededor del mundo, pues no es que Estados Unidos sea un simple país que tiene recursos bélicos y que puede amenazar la seguridad del orbe, sino que cuenta con una serie de elementos que le han puesto como el gran líder global en temas de desarrollo, economía, seguridad y política, es más, hasta como líder deportivo luego de lo visto en los últimos Juegos Olímpicos celebrados en París este verano.

Estados Unidos representa, para occidente, un ejemplo a la democracia y la soberanía que muchas naciones a lo largo y ancho del planeta quisieran tomar como referencia, empero, su situación y estabilidad política se ha ido comprometiendo en los últimos años y se ha ido deteriorando desde la aparición en la política de un tipo como Donald Trump.

Y no es que la llegada del ex presidente y ahora candidato a la presidencia de los Estados Unidos haya marcado un nuevo hito en la política como tal, sino que marcó un cambio en la manera de hacer política y de entenderla pues, si usted lo recuerda, Donald Trump inició con el uso cotidiano de Twitter (ahora llamado X) para llegar a las masas que le podrían servir como plataforma política. Y resultó. Fue electo presidente en 2016 y tomó posesión en 2017.

Luego de eso, Trump continuó con su campaña permanente para buscar una reelección y se mantuvo en la órbita política no solo como presidente, sino como candidato a la reelección. Y aunque no tuvo fortuna pues perdió contra Joe Biden, su estrategia mediática ha sido tal que ocho años después vuelve a competir para la presidencia y, al menos en el grupo de los republicanos, no tuvo ni quien le hiciera sombra.

Pero, ¿a qué se debe tanta popularidad y tanto apoyo de las masas? Eso es justo lo más interesante pues su manera de hacer política trajo al descubierto una ruta que no era la más apropiada entre los votantes estadounidenses, pero que sí ayudó a impactar en aquellos que no tenían acceso a ser escuchados más allá de lo que las élites tradicionales marcan, es decir, los oprimidos encontraron en Donald Trump un aliado para darles voz y voto. Incluso nació el Make America Great Again (MAGA) que ha sido replicado por algunos políticos de otras naciones, claro tropicalizándolo a sus propios contextos.

Entonces, de vuelta a los Estados Unidos, lo que Donald Trump está haciendo es un reflejo de lo que la realidad social indica y que nadie les había dado, al menos a la mitad de la población que ha decidido votar por él. Me refiero a las acusaciones y falsedades sobre temas polémicos que antes los políticos no se atrevían a hacer para “no quedar mal” con el electorado, sin embargo, ahora Trump ha utilizado una retórica diferente y ha logrado posicionarse (porque es una marca) como alguien que no solo ha sido presidente de la nación más poderosa del planeta, sino como alguien que puede volver a serlo en un contexto diferente a como ocurrió cuando lo fue por primera vez.

Trump avanza sin miedo y sin tapujos. Elige qué carreras pelear y utiliza todos los medios posibles para fortalecer su posicionamiento, sobre todo con quienes no han tenido la valentía ni las ganas de analizar a detalle lo que más le conviene a los Estados Unidos (y al mundo), sino que solamente piensan en su propio beneficio. Trump ha hecho de su retórica una en la que el individualismo prima sobra el colectivismo, incluso aunque pudiera terminar afectando a los propios intereses de la nación. Donald Trump piensa en él y ha logrado que sus seguidores piensen únicamente en sí mismos utilizándole a él como figura presidencial, sino, tan solo habrá que recordar el desafortunado evento del asalto al Capitolio en Washington DC el 6 de enero de 2021.

Ahora, el tema no solo tiene que ver con lo que Trump ha logrado con sus ideas y sus recursos para impactar en el electorado nacional e internacional, sino que, a pesar de ello, no tiene garantizado ser el próximo presidente de los Estados Unidos debido al constante ascenso de Kamala Harris, en especial luego del último debate.

Es aquí donde quiero detenerme para puntualizar algo que me parece brillante dentro de su estrategia política y que le ayuda a sumar adeptos, pues se ha victimizado como parte de un complot que intenta asesinarle por medio de atentados, lo cual resulta benéfico en el discurso de alguien que de antemano se sabe que hará hasta lo imposible por ganar. Creo que la estrategia del mártir puede ayudar significativamente a reposicionarse sobre el electorado y a ganar adeptos en los indecisos, aquellos que pudieran pensar que el gobierno de Biden no da garantías para que exista una lucha pareja en la contienda electoral que se encuentra a menos de dos meses para realizarse.

A Trump hay que analizarlo con detalle porque su equipo de asesores, y el mismo, son una máquina de publicidad, algo contra lo que los demócratas y Harris no pueden ni aunque repitan y repitan el discurso del peligro que Trump puede traer. La gente no quiere que le digan qué hacer ni por quién votar, la gente quiere pasión, garra y ¿por qué no? Un poco de drama y sangre. Ahí estará la clave para saber quién gobernará a los Estados Unidos los próximos cuatro años.

FERNANDO ABREGO CAMARILLO es Doctor en Ciencias Administrativas por el IPN. Profesor, investigador y analista en temas internacionales y educativos. Asociado COMEXI. Sígalo en x: @fabrecam