/ lunes 5 de agosto de 2024

Las mujeres en la ciencia y las ingenierías

Por Noemí Ramírez

Una realidad que atender

Alguna vez hemos escuchado frases como “las mujeres no son buenas para las matemáticas” o “las ingenierías no son para las mujeres”, De niña, mi familia esperaba que estudiará y me graduará, obtener un titulo era la meta, para ello, las redes de apoyo en casa resultaron un gran aliciente y una realidad materializada; sin embargo, mis progenitores nunca esperaron que me desarrollará profesionalmente en el campo de las matemáticas, las ciencias o alguna ingeniería ¿por qué sucede esto?

Los roles y los estereotipos de género perpetúan y reafirman creencias sobre lo que debe ser o puede hacer una mujer o un hombre; estas visiones vinculadas al ámbito educativo se convierten en una limitante para que en casa no se aliente a las mujeres a estudiar licenciaturas enfocadas a las ciencias, las matemáticas o las ingenierías; e inclusive, son la causa del porque las mujeres llegan a dudar de sus habilidades o sus saberes en estas áreas o disciplinas.

Como resultado de estos estereotipos y prejuicios, la cantidad de mujeres que estudian o se titulan de áreas STEM (es decir matemáticas, ciencias o ingenierías) es mucho menor en comparación con la de los hombres; la brecha de género en el ámbito educativo visibilizada en la inscripción, la permanencia y el egreso es un problema mundial. Se estima que solo el 35% de las mujeres en el mundo estudia carreras STEM; en México, aunque se sobrepasa esta cifra con el 38%, la diferencia sigue siendo una tercera parte en comparación con los hombres; según el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) solo tres de cada diez profesionistas en STEM son mujeres.

Ante esta problemática, no se puede negar que existe una preocupación mundial y nacional por disminuir la brecha de genero; Tan solo en México gracias a las estrategias de los gobiernos, el aumento de la matricula en los últimos 10 años ha sido del 4.4% por año, no obstante, de seguir así, se estima un aproximado de 37 años para equilibrar el número de hombres y de mujeres en estas áreas.

Estas estadísticas solo visibilizan un problema educativo que debe ser atendido, desde su integralidad y origen, es decir, es necesario generar estrategias de acción desde los niveles educativos básicos (primaria y secundaria) ya que es en esta etapa es donde se ha demostrado que las niñas y las adolescentes comienzan a refirmar estereotipos de género que limitan o minimizan sus habilidades de estudio o de aprendizaje en ciertas áreas; en este sentido, motivar a las niñas a romper sesgos perceptivos a través de la autoafirmación, la autoestima o su autoeficacia resulta esencial para que la elección de carrera sea producto de sus intereses y no se deba a creencias erróneas sobre sus habilidades o el grado de dificultad que tienen las ciencias o las matemáticas.

En este mismo sentido, es necesario implementar dentro del nivel educativo básico una orientación vocacional eficiente y oportuna, así como la promoción y difusión generalizada de las carreras STEM, ya que, según un informe de PISA, en México solo el 28% de los niños tiene interés en estudiar ciencias o ingenierías y solo el 9% de las niñas expresa ese interés, a pesar de que las opciones en el mercado laboral a nivel mundial son mayores en comparación con otras áreas y al menos en México el salario promedio también es mayor para las carreras STEM en comparación con otras.

La demanda generalizada de personas egresadas en áreas STEM es una necesidad exponencial considerando el incremento acelerado de la tecnología; según el Foro Económico Mundial se espera la creación 97 millones de nuevos empleos vinculados con las maquinas y las personas para 2025. Entonces, si el futuro laboral demanda un mayor número de personas egresadas en careras vinculadas con las Ciencias y las Tecnologías, resulta necesario promover el estudio en éstas, al mismo tiempo que se debe buscar cerrar la brecha de género a partir la eficiencia terminal, pues son las mujeres las que cuentan con mayores porcentajes de reprobación, deserción y rezago en estás áreas.

Otro dato interesante que enmarca diferencias de género, es con relación al grado de especialidad, pues existe una correlación negativa entre el nivel educativo y la matricula de las mujeres en las áreas STEM, es decir, entre mayor sea la preparación académica menor es el número de mujeres que logran concluir sus estudios; esto se debe, al impacto emocional y social que tienen los roles de género y los estereotipos en la vida de las mujeres, pues a mayor edad se aumentan las responsabilidades asumidas por el ejercicio de una maternidad o la conformación de una familia, lo cual simboliza un techo de cristal dentro del desarrollo profesional y académico de las mujeres, es decir enfrentan más dificultades en comparación con un hombre, lo que facilita que la matricula baje conforme aumente el grado de especialidad dentro de una profesión.

El número de mujeres que logran traspasar las adversidades vinculadas a roles y estereotipos de género dentro de estas áreas STEM continúa siendo aún bajo, lo que se convierte en una causal que alienta a perpetuar la brecha de género; las mujeres necesitan referentes o modelos femeninos que muestren a sus pares el cómo lograr alcanzar sus metas educativas dentro de estas áreas, requieren tutoras que les ayuden atender y superar sus dificultades académicas, alguien que represente una motivación o un modelo a seguir, que las alienten a romper los obstáculos de género que aún siguen marcando una diferencia entre hombres y mujeres.

En suma, buscar estrategias de impacto que promuevan la incorporación de más mujeres en las carreras STEM, así como su permanencia y la conclusión de sus estudios en estas áreas, es una necesidad que atiende a una demanda laboral y representa una tarea pendiente de los gobiernos nacionales e internacionales y los sistemas educativos.

NOEMÍ MIRZA RAMÍREZ GARCÍA es licenciada en Psicología Social, Maestra en Psicología (2018), con residencia en Evaluación Educativa, Especialista en Género. En la Dirección de Formación e Innovación Educativa del Instituto Politécnico Nacional fue Coordinadora de la Red de género de la Unidad (2022-2023) y ocupó el puesto de jefa de Departamento de Evaluación y Seguimiento de las Prácticas Docentes (2018-2023).

Por Noemí Ramírez

Una realidad que atender

Alguna vez hemos escuchado frases como “las mujeres no son buenas para las matemáticas” o “las ingenierías no son para las mujeres”, De niña, mi familia esperaba que estudiará y me graduará, obtener un titulo era la meta, para ello, las redes de apoyo en casa resultaron un gran aliciente y una realidad materializada; sin embargo, mis progenitores nunca esperaron que me desarrollará profesionalmente en el campo de las matemáticas, las ciencias o alguna ingeniería ¿por qué sucede esto?

Los roles y los estereotipos de género perpetúan y reafirman creencias sobre lo que debe ser o puede hacer una mujer o un hombre; estas visiones vinculadas al ámbito educativo se convierten en una limitante para que en casa no se aliente a las mujeres a estudiar licenciaturas enfocadas a las ciencias, las matemáticas o las ingenierías; e inclusive, son la causa del porque las mujeres llegan a dudar de sus habilidades o sus saberes en estas áreas o disciplinas.

Como resultado de estos estereotipos y prejuicios, la cantidad de mujeres que estudian o se titulan de áreas STEM (es decir matemáticas, ciencias o ingenierías) es mucho menor en comparación con la de los hombres; la brecha de género en el ámbito educativo visibilizada en la inscripción, la permanencia y el egreso es un problema mundial. Se estima que solo el 35% de las mujeres en el mundo estudia carreras STEM; en México, aunque se sobrepasa esta cifra con el 38%, la diferencia sigue siendo una tercera parte en comparación con los hombres; según el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) solo tres de cada diez profesionistas en STEM son mujeres.

Ante esta problemática, no se puede negar que existe una preocupación mundial y nacional por disminuir la brecha de genero; Tan solo en México gracias a las estrategias de los gobiernos, el aumento de la matricula en los últimos 10 años ha sido del 4.4% por año, no obstante, de seguir así, se estima un aproximado de 37 años para equilibrar el número de hombres y de mujeres en estas áreas.

Estas estadísticas solo visibilizan un problema educativo que debe ser atendido, desde su integralidad y origen, es decir, es necesario generar estrategias de acción desde los niveles educativos básicos (primaria y secundaria) ya que es en esta etapa es donde se ha demostrado que las niñas y las adolescentes comienzan a refirmar estereotipos de género que limitan o minimizan sus habilidades de estudio o de aprendizaje en ciertas áreas; en este sentido, motivar a las niñas a romper sesgos perceptivos a través de la autoafirmación, la autoestima o su autoeficacia resulta esencial para que la elección de carrera sea producto de sus intereses y no se deba a creencias erróneas sobre sus habilidades o el grado de dificultad que tienen las ciencias o las matemáticas.

En este mismo sentido, es necesario implementar dentro del nivel educativo básico una orientación vocacional eficiente y oportuna, así como la promoción y difusión generalizada de las carreras STEM, ya que, según un informe de PISA, en México solo el 28% de los niños tiene interés en estudiar ciencias o ingenierías y solo el 9% de las niñas expresa ese interés, a pesar de que las opciones en el mercado laboral a nivel mundial son mayores en comparación con otras áreas y al menos en México el salario promedio también es mayor para las carreras STEM en comparación con otras.

La demanda generalizada de personas egresadas en áreas STEM es una necesidad exponencial considerando el incremento acelerado de la tecnología; según el Foro Económico Mundial se espera la creación 97 millones de nuevos empleos vinculados con las maquinas y las personas para 2025. Entonces, si el futuro laboral demanda un mayor número de personas egresadas en careras vinculadas con las Ciencias y las Tecnologías, resulta necesario promover el estudio en éstas, al mismo tiempo que se debe buscar cerrar la brecha de género a partir la eficiencia terminal, pues son las mujeres las que cuentan con mayores porcentajes de reprobación, deserción y rezago en estás áreas.

Otro dato interesante que enmarca diferencias de género, es con relación al grado de especialidad, pues existe una correlación negativa entre el nivel educativo y la matricula de las mujeres en las áreas STEM, es decir, entre mayor sea la preparación académica menor es el número de mujeres que logran concluir sus estudios; esto se debe, al impacto emocional y social que tienen los roles de género y los estereotipos en la vida de las mujeres, pues a mayor edad se aumentan las responsabilidades asumidas por el ejercicio de una maternidad o la conformación de una familia, lo cual simboliza un techo de cristal dentro del desarrollo profesional y académico de las mujeres, es decir enfrentan más dificultades en comparación con un hombre, lo que facilita que la matricula baje conforme aumente el grado de especialidad dentro de una profesión.

El número de mujeres que logran traspasar las adversidades vinculadas a roles y estereotipos de género dentro de estas áreas STEM continúa siendo aún bajo, lo que se convierte en una causal que alienta a perpetuar la brecha de género; las mujeres necesitan referentes o modelos femeninos que muestren a sus pares el cómo lograr alcanzar sus metas educativas dentro de estas áreas, requieren tutoras que les ayuden atender y superar sus dificultades académicas, alguien que represente una motivación o un modelo a seguir, que las alienten a romper los obstáculos de género que aún siguen marcando una diferencia entre hombres y mujeres.

En suma, buscar estrategias de impacto que promuevan la incorporación de más mujeres en las carreras STEM, así como su permanencia y la conclusión de sus estudios en estas áreas, es una necesidad que atiende a una demanda laboral y representa una tarea pendiente de los gobiernos nacionales e internacionales y los sistemas educativos.

NOEMÍ MIRZA RAMÍREZ GARCÍA es licenciada en Psicología Social, Maestra en Psicología (2018), con residencia en Evaluación Educativa, Especialista en Género. En la Dirección de Formación e Innovación Educativa del Instituto Politécnico Nacional fue Coordinadora de la Red de género de la Unidad (2022-2023) y ocupó el puesto de jefa de Departamento de Evaluación y Seguimiento de las Prácticas Docentes (2018-2023).