/ miércoles 24 de julio de 2024

Elecciones, democracia y protesta social en África

Por Omer Freixa

Regímenes sólidos cuyos líderes se imponen por amplísima diferencia, situaciones volátiles. Las últimas noticias del muy diverso panorama africano

Paul Kagame, líder indiscutido de Rwanda desde 2000, aseguró su continuidad por cinco años más tras obtener un contundente 99,18% del sufragio (provisorio) que repite cifras similares a otras elecciones desde el 2003. Kagame gobierna el “país de las mil colinas” bajo puño de hierro con elecciones amañadas y una oposición desarticulada o prácticamente inexistente. En efecto, varias candidaturas quedaron excluidas reforzando las chances del oficialismo y así fue, dos candidatos ni alcanzaron el 1% entre ambos.

El Frente Patriótico Rwandés (FPR) todavía se presenta como salvador de la nación tras poner término al genocidio más rápido de la historia, en 1994, que dejó no menos de 800.000 víctimas en apenas 100 días. Kagame se ha construido una imagen de héroe y el beneplácito externo que refuerza esa idea, mientras si bien Kigali puede parecer una ciudad muy moderna y amigable, las campañas turísticas lo muestran frecuentemente, las desigualdades y los pesares económicos de una parte considerable de la población no son visibles fuera del país. Como sea, para el líder del FPR hay viento en popa y planea gobernar hasta 2034. Por ahora tiene garantizados cinco años más de permanencia amparándose en la propaganda del “milagro económico rwandés”, la floreciente recuperación tras el genocidio. Progreso bajo un elevadísimo autoritarismo.

La democracia es una pantalla en este país étnicamente el menos diverso del continente. Hay varios ejemplos africanos de gobiernos de mano dura, incluso algunos parecen eternos: Guinea Ecuatorial, Camerún, Uganda, Eritrea, Togo...

En África hay diversidad. No todo son golpes militares y autocracias, existen democracias si bien la novedad en estos últimos años es la formación de un corredor “golpista” que recorre del Mar Rojo al Océano Atlántico, de juntas militares que prometen reestablecer la democracia pero la espera se alarga.

Cambios en Sudáfrica

En cuanto a democracias, así es el caso sudafricano, democracia nacida con la caída del apartheid, en 1994. A fines de mayo el hasta ahora hegemónico y gobernante Congreso Nacional Africano (ANC, por su sigla en inglés) atravesó una dura prueba luego de unas elecciones nacionales que lo dejaron mal parado. El otrora heroico partido de la liberación contra el apartheid logró solo el 40,18% de los votos frente al 57,5% de 2019, casi 20 puntos de pérdida, mucho menos que el 62,15% de 2014. En consecuencia, debió conformarse con perder la mayoría absoluta parlamentaria y negociar la integración de una coalición gobernante con otros partidos bajo un gabinete mixto. No obstante, el presidente Cyril Ramaphosa fue reelecto pero la agrupación política ya no cuenta con la fuerza que tuvo en los primeros años desde la gloria de construir fama gracias a consumar el proceso de salida al apartheid. Ha sufrido un proceso de erosión resultante de la situación económica a nivel nacional en la cual sobresalen desempleo y pobreza, entre otros factores, más la inseguridad como una faceta de la vida diaria, y, por el otro lado, escándalos de corrupción al interior del ANC sumados a una pésima administración gubernamental que deja resultados palpables como recurrentes y masivos apagones eléctricos. El ANC tendrá que aprender de los errores del pasado, superarlos, si no quiere quedar fuera del gobierno en 2029.

Hervidero en Kenya

Si bien en Rwanda y Sudáfrica, pese a los múltiples desafíos, la continuidad institucional no parece peligrar, en Kenya se estaría dando todo lo contrario. Desde hace más de un mes la estable nación de África oriental atraviesa un proceso de protesta popular. A mediados de junio comenzaron las primeras manifestaciones en Nairobi y pronto se expandieron a otras ciudades con represión, muertes y personas heridas. El 26 de junio cifras oficiales contabilizaban 17 muertes y decenas de detenciones, incluyendo el destrozo parcial del parlamento en Nairobi que fue asaltado e incendiado por manifestantes. Un impopular proyecto de reforma impositiva propició todo aquello y debió ser rechazado. El presidente William Ruto, leyendo el clima explosivo, colocó la firma. Pero la marcha atrás del gobierno no fue suficiente. El malestar no mermó y en vez de alivianar la situación la protesta tuvo como eje la renuncia del mandatario. El 11 de julio Ruto despidió al gabinete entero pero a la semana siguiente reincorporó a algunos de los funcionarios para la redefinición de un nuevo gobierno de unidad. En la tercera semana de julio se informó de 50 muertes. La situación continúa siendo muy tensa.

La democracia bajo la lupa

Frente a lo sucedido en Kenya, parece haber un conjunto de causas que encienden el descontento y la violencia, aspectos que se repiten en otras latitudes africanas con insistencia y en donde los sectores más jóvenes son protagonistas. La economía es clave, otra dimensión es la corrupción elevada y la incapacidad del gobierno de resolver problemas cotidianos. El aumento del costo de los productos básicos, alentado por razones locales, pero también por causas externas como las repercusiones de la guerra en Ucrania y los efectos de la pandemia Covid19, suman factores en la nación del Cuerno africano.

Lecciones claras. Se resiente la gobernabilidad ante la seguidilla mencionada de golpes de Estado y la corrupción, problema rampante. No obstante, África es la región del mundo en la cual la democracia goza de más apoyo conforme el último informe de la organización panafricanista Afrobarómetro. Lo anterior es pese a que el apoyo a la democracia haya descendido en las naciones africana catalogadas como las más democráticas: Sudáfrica, Botswana y Mauricio. En la primera, de la muestra obtenida, el acuerdo con la democracia descendió del 43% al 29% comparado hace una década. Al igual que en Mali, gobernada por una junta golpista desde los golpes de 2020 y 2021, solo el 39% rescató la democracia, 16% de descenso frente al resultado anterior. Un dato llamativo: el rechazo a la junta bajó del 70% al 18%.

OMER FREIXA de la Universidad Nacional de Tres de Febrero / Universidad de Buenos Aires, Argentina.

Pueden seguirlo en Twitter: @OmerFreixa