/ lunes 22 de julio de 2024

Cambios y continuidades en Irán

Por David Hernández López

El pasado viernes 28 de junio se celebraron elecciones presidenciales en Irán; convocadas anticipadamente luego de la muerte del entonces mandatario Ebrahim Raisi en un accidente aéreo el 19 de mayo reciente. Si se considera que Irán es una potencia media involucrada en diversos escenarios a través de profundos vínculos con distintos actores globales, el hecho ha tenido un impacto relevante no sólo en la política interna sino también de la región.

Además, las repercusiones podrían ser incluso más notables dado que, Masoud Pezeshkian, político reformista, resultó ganador en los comicios; mientras que, el difunto presidente Raisi pertenecía al movimiento conservador. Si bien, los contrastes ideológicos entre ambos mandatarios marcarán diferenciaciones, es claro que el propio sistema político iraní podría bloquear algunas transformaciones.

Por ejemplo, en materia interna Irán enfrenta por lo menos dos grandes retos. El primero es la profunda y prolongada crisis económica y, el segundo, el descontento social reflejado en las protestas populares tras la muerte de Mahsa Amini en septiembre de 2022. Desde su campaña, Pezeshkian rechazó el uso de vestimenta islámica obligatoria para las mujeres. Aunque el resto de los candidatos también buscó distanciarse de la aplicación violenta de esta ley contra las mujeres, en realidad, Pezeshkian fue el único que dejó la decisión de usar o no vestimenta islámica a las propias iraníes.

En cuestiones económicas, el ahora presidente electo, quien tomara posesión el próximo 30 de julio, considera que la prolongada crisis puede resolverse si se solucionan las tensiones políticas con el exterior, sobre todo, si se consideran las sanciones económicas impuestas por Estados Unidos como su causante, entre otros factores. Uno de los principales sectores económicos del país es la venta de petróleo, que no puede ser distribuido adecuadamente por las medidas punitivas desde el llamado “occidente”. Aunque Irán ha buscado comercializar bienes con Rusia y China, entre otros países, no sustituye el potencial intercambio en el mercado europeo.

Por tanto, en materia exterior, para resolver el propio aislamiento de Irán de una parte del mundo y, a su vez, atender los desafíos económicos, Pezeshkian se ha mostrado mucho más abierto al diálogo, por lo menos más que su predecesor. Incluso, el presidente electo ha afirmado que podría promover la restauración del acuerdo nuclear de 2015, caduco desde 2018 cuando Estados Unidos se retiró del documento. De esa manera, Irán se reincorporaría al sistema financiero y comercial globales, y aumentarían sus ingresos para solventar la crisis. Además, se le aseguraría la eliminación de las duras sanciones económicas en su contra.

Si bien la agenda de Pezeshkian es atractiva no está asegurada su total implementación. En materia interna los cambios a las leyes que obligan a las mujeres a usar vestimenta islámica podrían encontrar obstáculos entre la clase clerical y más conservadora con alta capacidad de influencia. Sobre todo, porque estas disposiciones legales, además de su trasfondo religioso, también son símbolo de la propia vigencia del régimen. Sin embargo, aunque la ley no cambie o se derogue, los mecanismos de implementación violenta podrían aminorarse bajo la presidencia de Pezeshkian.

Sobre su política exterior, los avances en el programa nuclear iraní podrían obstaculizar un acercamiento con “el mundo”. Desde 2018, Irán reinstauró su enriquecimiento de uranio al 84 por ciento, cerca al umbral del 90 por ciento, necesario para fabricar un arma nuclear. Para restablecer el instrumento legal se requería la voluntad política al interior para dichos desarrollos. Para llegar a ese punto, incluso, primero, se debería superar el rechazo entre los políticos más conservadores a establecer negociaciones directas con Estados Unidos; sobre todo por la desconfianza que provocó la renuncia al acuerdo cuando Donald Trump era presidente del país -actual candidato presidencial del Partido Republicano-.

Por ahora, el triunfo de Pezeshkian podría reducir la inconformidad social. Además, le concede legitimidad al régimen al permitir llegar a la presidencia un perfil con una agenda más flexible que su predecesor y, probablemente, en buena medida contraria a la elite política y religiosa. Claro, sin que necesariamente eso signifique que el país cambiará radicalmente. Por ahora, la nueva administración se torna, por decir lo menos, interesante y distinta para la política en Medio Oriente.

David Hernández López es subdirector de análisis en el Centro de Estudios Internacionales Gilberto Bosques del Senado de la República. Profesor de asignatura en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPyS UNAM). Asociado del Programa de Jóvenes del Consejo Mexicano de Asuntos Internacional (PJ Comexi) y miembro de la Asociación Mexicana de Estudios Internacionales (AMEI).

Twitter@DavidHdzLpz

Linkedin/davidhernándezlópez

Por David Hernández López

El pasado viernes 28 de junio se celebraron elecciones presidenciales en Irán; convocadas anticipadamente luego de la muerte del entonces mandatario Ebrahim Raisi en un accidente aéreo el 19 de mayo reciente. Si se considera que Irán es una potencia media involucrada en diversos escenarios a través de profundos vínculos con distintos actores globales, el hecho ha tenido un impacto relevante no sólo en la política interna sino también de la región.

Además, las repercusiones podrían ser incluso más notables dado que, Masoud Pezeshkian, político reformista, resultó ganador en los comicios; mientras que, el difunto presidente Raisi pertenecía al movimiento conservador. Si bien, los contrastes ideológicos entre ambos mandatarios marcarán diferenciaciones, es claro que el propio sistema político iraní podría bloquear algunas transformaciones.

Por ejemplo, en materia interna Irán enfrenta por lo menos dos grandes retos. El primero es la profunda y prolongada crisis económica y, el segundo, el descontento social reflejado en las protestas populares tras la muerte de Mahsa Amini en septiembre de 2022. Desde su campaña, Pezeshkian rechazó el uso de vestimenta islámica obligatoria para las mujeres. Aunque el resto de los candidatos también buscó distanciarse de la aplicación violenta de esta ley contra las mujeres, en realidad, Pezeshkian fue el único que dejó la decisión de usar o no vestimenta islámica a las propias iraníes.

En cuestiones económicas, el ahora presidente electo, quien tomara posesión el próximo 30 de julio, considera que la prolongada crisis puede resolverse si se solucionan las tensiones políticas con el exterior, sobre todo, si se consideran las sanciones económicas impuestas por Estados Unidos como su causante, entre otros factores. Uno de los principales sectores económicos del país es la venta de petróleo, que no puede ser distribuido adecuadamente por las medidas punitivas desde el llamado “occidente”. Aunque Irán ha buscado comercializar bienes con Rusia y China, entre otros países, no sustituye el potencial intercambio en el mercado europeo.

Por tanto, en materia exterior, para resolver el propio aislamiento de Irán de una parte del mundo y, a su vez, atender los desafíos económicos, Pezeshkian se ha mostrado mucho más abierto al diálogo, por lo menos más que su predecesor. Incluso, el presidente electo ha afirmado que podría promover la restauración del acuerdo nuclear de 2015, caduco desde 2018 cuando Estados Unidos se retiró del documento. De esa manera, Irán se reincorporaría al sistema financiero y comercial globales, y aumentarían sus ingresos para solventar la crisis. Además, se le aseguraría la eliminación de las duras sanciones económicas en su contra.

Si bien la agenda de Pezeshkian es atractiva no está asegurada su total implementación. En materia interna los cambios a las leyes que obligan a las mujeres a usar vestimenta islámica podrían encontrar obstáculos entre la clase clerical y más conservadora con alta capacidad de influencia. Sobre todo, porque estas disposiciones legales, además de su trasfondo religioso, también son símbolo de la propia vigencia del régimen. Sin embargo, aunque la ley no cambie o se derogue, los mecanismos de implementación violenta podrían aminorarse bajo la presidencia de Pezeshkian.

Sobre su política exterior, los avances en el programa nuclear iraní podrían obstaculizar un acercamiento con “el mundo”. Desde 2018, Irán reinstauró su enriquecimiento de uranio al 84 por ciento, cerca al umbral del 90 por ciento, necesario para fabricar un arma nuclear. Para restablecer el instrumento legal se requería la voluntad política al interior para dichos desarrollos. Para llegar a ese punto, incluso, primero, se debería superar el rechazo entre los políticos más conservadores a establecer negociaciones directas con Estados Unidos; sobre todo por la desconfianza que provocó la renuncia al acuerdo cuando Donald Trump era presidente del país -actual candidato presidencial del Partido Republicano-.

Por ahora, el triunfo de Pezeshkian podría reducir la inconformidad social. Además, le concede legitimidad al régimen al permitir llegar a la presidencia un perfil con una agenda más flexible que su predecesor y, probablemente, en buena medida contraria a la elite política y religiosa. Claro, sin que necesariamente eso signifique que el país cambiará radicalmente. Por ahora, la nueva administración se torna, por decir lo menos, interesante y distinta para la política en Medio Oriente.

David Hernández López es subdirector de análisis en el Centro de Estudios Internacionales Gilberto Bosques del Senado de la República. Profesor de asignatura en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPyS UNAM). Asociado del Programa de Jóvenes del Consejo Mexicano de Asuntos Internacional (PJ Comexi) y miembro de la Asociación Mexicana de Estudios Internacionales (AMEI).

Twitter@DavidHdzLpz

Linkedin/davidhernándezlópez