/ martes 12 de julio de 2022

A rescatar el centro histórico

Salvo unas cuantas cuadras entre Palacio de Cortés y Jardín Borda, el centro de Cuernavaca nunca ha sido especialmente atractivo. Y conste que intentos por rescatarlo ha habido decenas. Pero, desde los muy ambiciosos que consideraban abarcar desde la iglesia de El Calvario en el norte, hasta la Estatua de Benito Juárez al sur, hasta los que sólo contemplaron la plaza de armas y el Jardín Juárez con todo y kiosko, cada uno de ellos fue abandonado.

En el plano arquitectónico, hay edificios memorables en la zona, desde Mañanitas, el Victoria y el Alonso, el hotel Moctezuma, el ex Congreso del Estado, hasta los ubicados frente a Catedral. Pero en general, las estrechas calles y banquetas hacen difícil el paseo. Mucho más si se considera la enorme carga vehicular y la invasión ya prácticamente absoluta del comercio ambulante sobre las banquetas.

Pese a ello, el centro de Cuernavaca tiene un enorme potencial turístico y por ello tendría que ser económicamente viable. Además de los edificios históricos, los museos, el comercio de artesanías y la exquisita gastronomía local, que en la zona encuentra un punto de confluencia para todos gustos y bolsillos, en sus mejores épocas ha sido una síntesis de la vida en la ciudad de la eterna primavera. Por eso y porque es parte de la identidad de los cuernavacos, hablar de rescatar el centro histórico es más que pertinente.

Esta vez, la convocatoria viene de los empresarios. Comerciantes y restauranteros se han pronunciado por la recuperación del espacio que desfallece entre la inseguridad, el desorden que provoca el comercio informal, el abandono de las autoridades y el paulatino cierre de locales. En la zona centro de Cuernavaca radican más de diez mil empleos directos de todo tipo. Ahí están los despachos del gobernador, los secretarios de estado, el alcalde y los funcionarios del gobierno municipal, pero también los empleos de restauranteros, hoteleros, comerciantes, abogados, contadores, médicos y casi todo tipo de profesionistas cuyos horarios laborales han sido acortados. Desde antes de caer la noche, el centro de Cuernavaca queda prácticamente vacío, los locatarios han decidido bajar las cortinas más temprano porque no hay clientes y en cambio el riesgo de ser víctimas de delitos es mayor. Cierto que la práctica del temprano cierre de los negocios existe también en otras zonas de la ciudad, pero en el centro es más frecuente, extensa y notoria, y las afectaciones por ello resultan mayúsculas.

Pero el que sean los empresarios quienes convoquen a la recuperación del centro histórico de Cuernavaca está lejos de ser una garantía para que el deseo se cumpla. En términos claros, la falta de participación activa de los empresarios, y los trechos de corrupción gubernamental que ellos mismos permitieron y algunos hasta fomentaron, ha contribuido en gran medida a las condiciones deplorables que ahora padece la zona. Pocos denunciaron los abusos y arreglos entre ambulantes y administraciones municipales, pocos buscaron un proyecto integral de rescate para la región, y mucho menos se vincularon con otros sectores para lograrlo. Conste que ello no exime de responsabilidad a los funcionarios corruptos del municipio y el gobierno estatal que contribuyeron a la debacle actual del centro histórico, pero la mayoría de los empresarios ayudó muy poco a evitarla.

Ahora hay la intención, aunque falta el proyecto. Probablemente sería cuestión de recuperar muchas de las cosas que se abandonaron. La reubicación de los ambulantes, la dignificación de las plazas comerciales, el rescate de los edificios, la limpieza de las banquetas, calles y plazas, la pinta de las fachadas, los estímulos a la apertura de empresas y a los residentes de la zona, los rondines de seguridad en la zona, a lo mejor hasta las bolas extrañas que puso el gobierno de Graco Ramírez para limitar las banquetas podría ser útil. Y por supuesto, también tendrían que erradicarse los muchos males que padece el área, la venta de alcohol en exceso, la prostitución, la operación de criminales, la corrupción en las instancias municipales que permite múltiples disfunciones. En todo caso, lo que faltaría es quién ordene todos esos esfuerzos, correspondería al alcalde José Luis Urióstegui, pero requiere del apoyo de empresarios, políticos, consumidores y hasta turistas.

@martinellito

dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx

Salvo unas cuantas cuadras entre Palacio de Cortés y Jardín Borda, el centro de Cuernavaca nunca ha sido especialmente atractivo. Y conste que intentos por rescatarlo ha habido decenas. Pero, desde los muy ambiciosos que consideraban abarcar desde la iglesia de El Calvario en el norte, hasta la Estatua de Benito Juárez al sur, hasta los que sólo contemplaron la plaza de armas y el Jardín Juárez con todo y kiosko, cada uno de ellos fue abandonado.

En el plano arquitectónico, hay edificios memorables en la zona, desde Mañanitas, el Victoria y el Alonso, el hotel Moctezuma, el ex Congreso del Estado, hasta los ubicados frente a Catedral. Pero en general, las estrechas calles y banquetas hacen difícil el paseo. Mucho más si se considera la enorme carga vehicular y la invasión ya prácticamente absoluta del comercio ambulante sobre las banquetas.

Pese a ello, el centro de Cuernavaca tiene un enorme potencial turístico y por ello tendría que ser económicamente viable. Además de los edificios históricos, los museos, el comercio de artesanías y la exquisita gastronomía local, que en la zona encuentra un punto de confluencia para todos gustos y bolsillos, en sus mejores épocas ha sido una síntesis de la vida en la ciudad de la eterna primavera. Por eso y porque es parte de la identidad de los cuernavacos, hablar de rescatar el centro histórico es más que pertinente.

Esta vez, la convocatoria viene de los empresarios. Comerciantes y restauranteros se han pronunciado por la recuperación del espacio que desfallece entre la inseguridad, el desorden que provoca el comercio informal, el abandono de las autoridades y el paulatino cierre de locales. En la zona centro de Cuernavaca radican más de diez mil empleos directos de todo tipo. Ahí están los despachos del gobernador, los secretarios de estado, el alcalde y los funcionarios del gobierno municipal, pero también los empleos de restauranteros, hoteleros, comerciantes, abogados, contadores, médicos y casi todo tipo de profesionistas cuyos horarios laborales han sido acortados. Desde antes de caer la noche, el centro de Cuernavaca queda prácticamente vacío, los locatarios han decidido bajar las cortinas más temprano porque no hay clientes y en cambio el riesgo de ser víctimas de delitos es mayor. Cierto que la práctica del temprano cierre de los negocios existe también en otras zonas de la ciudad, pero en el centro es más frecuente, extensa y notoria, y las afectaciones por ello resultan mayúsculas.

Pero el que sean los empresarios quienes convoquen a la recuperación del centro histórico de Cuernavaca está lejos de ser una garantía para que el deseo se cumpla. En términos claros, la falta de participación activa de los empresarios, y los trechos de corrupción gubernamental que ellos mismos permitieron y algunos hasta fomentaron, ha contribuido en gran medida a las condiciones deplorables que ahora padece la zona. Pocos denunciaron los abusos y arreglos entre ambulantes y administraciones municipales, pocos buscaron un proyecto integral de rescate para la región, y mucho menos se vincularon con otros sectores para lograrlo. Conste que ello no exime de responsabilidad a los funcionarios corruptos del municipio y el gobierno estatal que contribuyeron a la debacle actual del centro histórico, pero la mayoría de los empresarios ayudó muy poco a evitarla.

Ahora hay la intención, aunque falta el proyecto. Probablemente sería cuestión de recuperar muchas de las cosas que se abandonaron. La reubicación de los ambulantes, la dignificación de las plazas comerciales, el rescate de los edificios, la limpieza de las banquetas, calles y plazas, la pinta de las fachadas, los estímulos a la apertura de empresas y a los residentes de la zona, los rondines de seguridad en la zona, a lo mejor hasta las bolas extrañas que puso el gobierno de Graco Ramírez para limitar las banquetas podría ser útil. Y por supuesto, también tendrían que erradicarse los muchos males que padece el área, la venta de alcohol en exceso, la prostitución, la operación de criminales, la corrupción en las instancias municipales que permite múltiples disfunciones. En todo caso, lo que faltaría es quién ordene todos esos esfuerzos, correspondería al alcalde José Luis Urióstegui, pero requiere del apoyo de empresarios, políticos, consumidores y hasta turistas.

@martinellito

dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx