/ viernes 28 de junio de 2024

Junio como testimonio: el derecho humano a la identidad

Nuestra historia está matizada con las sombras de persecuciones inmerecidas que se ciernen sobre figuras prominentes, cuyas orientaciones sexuales fueron motivo de censura y represión. Nos hace recordar a Oscar Wilde, inigualable dramaturgo y literato irlandés. Su ingenio y perspicacia, plasmados en epigramas que aún resuenan en el canon literario, no impidieron que en 1895 fuera condenado a dos años de trabajos forzados por indecencia grave. El juicio a Wilde precipitó la ruina de una carrera brillante, y se marcó un sombrío monumento a la intolerancia en la era victoriana.

En el ámbito de la ciencia, la historia de Alan Turing, matemático británico de extraordinaria lucidez y padre de la informática moderna, es igualmente trágica. Su decisiva participación en la Segunda Guerra Mundial, descifrando los códigos de comunicación nazis, fue crucial para abreviar el conflicto, salvando incontables vidas. Sin embargo, su invaluable aportación fue opacada por una condena en 1952 por actos homosexuales, seguida de una humillante castración química. Turing optó por el suicidio en 1954, dejando un legado manchado por la ignominia. No sería hasta el año 2009 cuando el gobierno británico extendió una disculpa póstuma, seguida de un indulto real en 2013.

Como es de apreciarse, el derecho a la identidad particularmente en relación con la orientación sexual y su diversidad, ha sido negado a innumerables personas a lo largo del tiempo, desde figuras históricas juzgadas por su homosexualidad hasta las actuales victorias judiciales que buscan restaurar dignidad y justicia.

Hoy, último viernes del mes de junio –Mes del Orgullo–, queremos consolidar un periodo dedicado a celebrar y visibilizar la diversidad sexual y de género. Momento para reflexionar sobre los avances significativos en la protección y promoción del derecho humano a la identidad. La legalización del matrimonio entre personas del mismo sexo en numerosos países, así como la creciente aceptación y reconocimiento de las identidades transgénero, son logros que marcan el progreso hacia una sociedad más inclusiva y respetuosa.

En México, la Suprema Corte de Justicia ha emitido fallos trascendentales que reconocen y protegen el derecho a la identidad de género. En 2015, la Corte declaró inconstitucionales las leyes que prohibían el matrimonio entre personas del mismo sexo, sentando un precedente fundamental para la igualdad de derechos. Asimismo, la reforma constitucional de 2011 en materia de derechos humanos amplió el marco de protección y reconocimiento de los derechos de las personas LGBTIQ+, en relación al derecho a la igualdad y la no discriminación.

En el caso concreto, la importancia del derecho humano constitucional a la diversidad, abarca la posibilidad de que cada individuo se reconozca y sea reconocido conforme a su verdadera esencia, sin miedo a la distinción o la violencia. Este derecho incluye la identidad sexual y de género, aspectos intrínsecos de la personalidad que merecen respeto y protección.

El reconocimiento legal de la identidad de género permite a las personas acceder a documentos oficiales que reflejen su verdadera identidad, facilitando su inclusión social y laboral. Además, garantiza el acceso a servicios de salud, educación y justicia. En este sentido, es una cuestión de necesidad básica para vivir con dignidad.

A través de estas líneas, honramos la memoria de aquellos cuyas vidas fueron oscurecidas por la intolerancia y que, pese a su genialidad, sufrieron la represión en tiempos de ignorancia. A la vez, reconocemos y valoramos cada avance logrado en la batalla contra el prejuicio, celebrando las victorias que han iluminado el camino hacia una mayor comprensión y aceptación de la diversidad humana.

Mientras contemplamos el futuro, es esencial sostener y aumentar los esfuerzos para asegurar la igualdad total en todos sus matices. En una era de cambios rápidos y desafíos globales, nuestras leyes y políticas deben ser reflejo de un compromiso inquebrantable con la justicia. La historia nos enseña que ningún progreso es permanente a menos que se defienda activamente y se nutra con la educación y el diálogo continuo.

Al cerrar este mes dedicado al reconocimiento de la diversidad sexual y de género, nos comprometemos a resistir cualquier retroceso, y a promover una sociedad donde la dignidad y el respeto sean la base de todas las interacciones humanas. A medida que avanzamos, nuestro objetivo no es sólo tolerar, sino celebrar cada individualidad como una contribución única y vital al tejido de nuestra sociedad.

En última instancia, cada paso hacia la inclusión y el reconocimiento legal de todas las personas, independientemente de cómo elijan identificarse o a quién amar, redefine los principios de equidad y justicia, y nos acerca más al ideal de un mundo en el que cada ser humano pueda vivir con la libertad y la alegría de ser plenamente quien es.

Profesor de Derecho Civil y Derecho Familiar de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional Autónoma de México

Nuestra historia está matizada con las sombras de persecuciones inmerecidas que se ciernen sobre figuras prominentes, cuyas orientaciones sexuales fueron motivo de censura y represión. Nos hace recordar a Oscar Wilde, inigualable dramaturgo y literato irlandés. Su ingenio y perspicacia, plasmados en epigramas que aún resuenan en el canon literario, no impidieron que en 1895 fuera condenado a dos años de trabajos forzados por indecencia grave. El juicio a Wilde precipitó la ruina de una carrera brillante, y se marcó un sombrío monumento a la intolerancia en la era victoriana.

En el ámbito de la ciencia, la historia de Alan Turing, matemático británico de extraordinaria lucidez y padre de la informática moderna, es igualmente trágica. Su decisiva participación en la Segunda Guerra Mundial, descifrando los códigos de comunicación nazis, fue crucial para abreviar el conflicto, salvando incontables vidas. Sin embargo, su invaluable aportación fue opacada por una condena en 1952 por actos homosexuales, seguida de una humillante castración química. Turing optó por el suicidio en 1954, dejando un legado manchado por la ignominia. No sería hasta el año 2009 cuando el gobierno británico extendió una disculpa póstuma, seguida de un indulto real en 2013.

Como es de apreciarse, el derecho a la identidad particularmente en relación con la orientación sexual y su diversidad, ha sido negado a innumerables personas a lo largo del tiempo, desde figuras históricas juzgadas por su homosexualidad hasta las actuales victorias judiciales que buscan restaurar dignidad y justicia.

Hoy, último viernes del mes de junio –Mes del Orgullo–, queremos consolidar un periodo dedicado a celebrar y visibilizar la diversidad sexual y de género. Momento para reflexionar sobre los avances significativos en la protección y promoción del derecho humano a la identidad. La legalización del matrimonio entre personas del mismo sexo en numerosos países, así como la creciente aceptación y reconocimiento de las identidades transgénero, son logros que marcan el progreso hacia una sociedad más inclusiva y respetuosa.

En México, la Suprema Corte de Justicia ha emitido fallos trascendentales que reconocen y protegen el derecho a la identidad de género. En 2015, la Corte declaró inconstitucionales las leyes que prohibían el matrimonio entre personas del mismo sexo, sentando un precedente fundamental para la igualdad de derechos. Asimismo, la reforma constitucional de 2011 en materia de derechos humanos amplió el marco de protección y reconocimiento de los derechos de las personas LGBTIQ+, en relación al derecho a la igualdad y la no discriminación.

En el caso concreto, la importancia del derecho humano constitucional a la diversidad, abarca la posibilidad de que cada individuo se reconozca y sea reconocido conforme a su verdadera esencia, sin miedo a la distinción o la violencia. Este derecho incluye la identidad sexual y de género, aspectos intrínsecos de la personalidad que merecen respeto y protección.

El reconocimiento legal de la identidad de género permite a las personas acceder a documentos oficiales que reflejen su verdadera identidad, facilitando su inclusión social y laboral. Además, garantiza el acceso a servicios de salud, educación y justicia. En este sentido, es una cuestión de necesidad básica para vivir con dignidad.

A través de estas líneas, honramos la memoria de aquellos cuyas vidas fueron oscurecidas por la intolerancia y que, pese a su genialidad, sufrieron la represión en tiempos de ignorancia. A la vez, reconocemos y valoramos cada avance logrado en la batalla contra el prejuicio, celebrando las victorias que han iluminado el camino hacia una mayor comprensión y aceptación de la diversidad humana.

Mientras contemplamos el futuro, es esencial sostener y aumentar los esfuerzos para asegurar la igualdad total en todos sus matices. En una era de cambios rápidos y desafíos globales, nuestras leyes y políticas deben ser reflejo de un compromiso inquebrantable con la justicia. La historia nos enseña que ningún progreso es permanente a menos que se defienda activamente y se nutra con la educación y el diálogo continuo.

Al cerrar este mes dedicado al reconocimiento de la diversidad sexual y de género, nos comprometemos a resistir cualquier retroceso, y a promover una sociedad donde la dignidad y el respeto sean la base de todas las interacciones humanas. A medida que avanzamos, nuestro objetivo no es sólo tolerar, sino celebrar cada individualidad como una contribución única y vital al tejido de nuestra sociedad.

En última instancia, cada paso hacia la inclusión y el reconocimiento legal de todas las personas, independientemente de cómo elijan identificarse o a quién amar, redefine los principios de equidad y justicia, y nos acerca más al ideal de un mundo en el que cada ser humano pueda vivir con la libertad y la alegría de ser plenamente quien es.

Profesor de Derecho Civil y Derecho Familiar de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional Autónoma de México