La semana pasada publiqué en este mismo espacio “entre zorras, prietos y pirruris”, donde desde una postura como mero observador, como ciudadano que se da cuenta del abaratamiento de la política, expuse cómo líderes partidistas y candidatos se expresan de forma peyorativa de sus adversarios (que no enemigos) oponentes y contrincantes a algún puesto de elección popular. Entonces, fui enumerando como discriminaban en sus mítines o en redes sociales por el color de su piel, sus preferencias sexuales o posición económica a los de enfrente.
Pero hoy toca poner sobre la mesa otra circunstancia que por un lado asombra, por otro entretiene y en casos como el de Morelos, molesta y ofende. Se trata de la incorporación de personajes de la farándula a los procesos electorales. El recurso no es nuevo. Los partidos, en su descrédito, pretenden lavarse la cara y aparentar “abrirse a la sociedad”, ciudadanizarse ante el reclamo, el repudio y el voto de castigo cada vez más frecuente a su oferta ideológica. Lo han hecho ya con deportistas, “infuencers”, celebridades tipo “Big Brother”, cantantes y ahora, una vez más, actores y actrices. En lo específico, en esta elección, se menciona a Eduardo Capetillo para contender por una alcaldía en el Estado de México. Díganme por favor cuándo estos experimentos han salido bien. Bueno, algunos sí, como Angélica Rivera y Anahí, pero por arreglos matrimoniales, no por candidaturas. Aunque en casos como en posiciones plurinominales ahí están Carmen Salinas o María Rojo, los mismo que Silvia Pinal o Irma Serrano, “La Tigresa”.
Allá cada quien si aceptan esa propuesta. Pero en nuestro estado, ahora los dirigentes del PES, Partido Encuentro Social, nos mandan como candidato a diputado federal plurinominal a Ernesto D´Alessio, hijo de Lupita “la leona dormida”, buen cantante y actor, pero que nada tiene que ver con nuestra tierra. Solo falta que Morena registre como candidato a senador a Napoleón Gómez Urrutia por nuestro estado. También, la comediante María Elena Saldaña fue registrada por el partido Nueva Alianza para competir por la diputación del segundo distrito federal con sede en Jiutepec. Esto ocurrió durante la presentación del precandidato a la gubernatura del estado, el ex rector de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos (UAEM), Alejandro Vera Jiménez. Ahí, el instituto político que de última hora rompió su alianza con el PRI Morelos también anunció la postulación de la comediante. ¿Cómo ven? Yo pregunto en ambos casos, ¿Cuál es su arraigo, su preparación, conocimiento y compromiso con nuestro estado? Ninguno.
La comediante es conocida por ser la eterna niña, como lo han sido “La Chilindrina”, “Kiko”, Tatiana o Chabelo. En el caso específico de Saldaña, esta es recordada por dos series de televisión La Güereja y algo más y La Güereja de mi vida. Estas fueron producidas por Televisa a través del Canal de las Estrellas, cuyo contenido se basa en sketches. La peculiar “niña”, Mariquita Pérez Castro, suele ser creativa, hiperactiva, perezosa, imaginativa, pícara y rebelde. A través de las anécdotas y sucesos que le cuenta su papá o su “papiringo” (Benito Castro) como le dice ella, crea un sinfín de historias donde ella es la heroína. Los personajes que desarrolló María Elena Saldaña fueron varios, pues fue también Sor Visitación, una monjita que termina siempre metiéndose en problemas o también a Mimí Piquín, una diva del teatro de revista de los años 20, acosada por sus admiradores a los que desprecia con lujo de detalle. Hasta ahí, bien por ella.
La señora nació en Veracruz hace 55 años y es la mayor de seis hermanos. Mide 1.28 metros debido a un síndrome genético, pero pese a su tamaño se considera una mujer fuerte, a quien nada ni nadie le hace daño, ni su esposo al que acusó de violencia doméstica. Aunque pudiera pensarse que fue víctima de burlas y abusos, dice que nunca tuvo que vivir eso, nunca estuvo acomplejada. Pese a haber estado en la cima del éxito tomó la decisión de alejarse del medio del espectáculo y retirarse por un tiempo, pues vivía una enorme depresión.
Su vida y su carrera son muy respetables, Pero el asunto es que en agosto de 2017 se acusó a María Elena Saldaña de estar relacionada con el caso de corrupción del ex gobernador de Veracruz, Javier Duarte. En su momento, Gabriel Deantes, ex secretario del Trabajo de Veracruz declaró que “La Güereja” le donó 2.5 millones de pesos para su campaña y asegura que su suegra puso otra fuerte suma de dinero. Sin embargo, Saldaña declaró que en su negocio de pasteles (que se llamaba “Comerlo es un placer” y estaba en la colonia San Jerónimo en la Ciudad de México) no le fue bien y cerró. Con esto la actriz tendrá que rendirle cuentas a las autoridades de como obtuvo el dinero para donarlo a su cuñado si sus negocios quebraron. Esto luego de que a Deantes le acusaron de enriquecimiento ilícito por 60 millones de pesos, lo que él rechaza ya que dice tiene a su favor 119 pruebas a su favor y que la actriz es la 97.
Alguna vez le pregunté a un gran maestro de la política si sería ideal que los integrantes del poder legislativo fueran todos abogados o cuando menos, profesionistas. Me respondió que no, que las cámaras deberían tener personas que representaran sectores, condiciones y realidades semejantes a las de sus votantes: campesinos, maestros, jóvenes, amas de casa, científicos. Pero acotó: lo verdaderamente idóneo es que cuando menos supieran leer y escribir y tuvieran vocación y arraigo. Que nos los movieran ni la ambición de poder, ni la necesidad económica.
Me quedo y los dejo con la frase del escritor español Baltasar Gracián: “Señal de tener gastada la fama propia es cuidar de la infamia ajena”.
Hasta la próxima entrega, donde podrán seguir leyendo lo que hay en mi mente.
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