/ miércoles 4 de septiembre de 2024

Otra oportunidad para la 4T

El primero de septiembre se instaló la nueva legislatura del Congreso de la Unión, resaltando la Cámara de Diputados, donde Morena y sus aliados tienen mayoría absoluta para implementar las estructuras de la famosa Cuarta Transformación que con AMLO no sucedieron, es decir, la 4T tiene nuevamente una gran oportunidad para seguir con su segundo piso (ojalá y no se caiga como el Metro de Ciudad de México).

Y es que AMLO en su momento, su discurso fue que cuando llegase la izquierda, o más bien su izquierda, al poder, se daría la Cuarta Transformación de México, casi en automático, pero una vez en el gobierno se cambió el discurso a “se sentarían las bases de la Cuarta Transformación”. Cabe mencionar que durante su campaña de más de doce años, se hablaba que creceríamos al 6% del PIB como en épocas del Estado de Bienestar, que tendríamos un Sistema de Salud como el de los países escandinavos, habría una contrarreforma educativa a la de Peña Nieto, que se aclararía lo del 43 desaparecidos de Ayotzinapa, y que se combatiría la inseguridad en el país. Se creó una expectativa muy alta.

Pero en política hay que tomar en consideración los contextos no solo a nivel nacional sino también el internacional. En este sentido, el tema de la Pandemia cambió lo previsto a nivel económico, no logrando el crecimiento económico prometido; sin embargo, fue un aspecto que afectó a todo el orbe. Hay que señalar que en el gobierno de López Obrador la política implementada cambió la vertiente que se venía arrastrando por más de 30 años con el neoliberalismo, pasó de una política donde el paradigma era “primero los ricos” a una de “primero los pobres”. En el gobierno de AMLO se vio una política más enfocada a lograr un desarrollo económico, es decir, que sectores de la población pudieran transitar a una situación de mayor bienestar. En este sentido, durante este sexenio se generaron políticas públicas para buscar dicho desarrollo económico, y por supuesto beneficiaron a mucha población que eran invisibles durante los gobiernos neoliberales, pero han quedado muchos aspectos medulares pendientes si hablamos de justicia social.

Uno de los aspectos que no lograron concretar lo prometido es el sistema de salud. Se trata de un tema complejo, no es fácil garantizar el acceso a un sistema de salud digna porque implica un trabajo conjunto con los gobiernos estatales, porque no todos tienes IMSS o ISSSTE. Lo que se hizo fue algo llamado IMSS Bienestar para todos aquellos que no tienen seguridad social y en esa tesitura, el presidente mencionó en su último informe que dicho sistema era mejor que en el país escandinavo de Dinamarca. Pues bueno, la gran mayoría de los gobernantes le echan de su cosecha a sus informes, piensan que en su mundo México es el país de las maravillas. Claro que el sistema de salud mexicano está a años luz de lo prometido. En este sentido, los presidentes dan su estilo personal de gobernar, pero coinciden en que a las instituciones o programas les cambian solo el nombre y no hacen una reestructuración de fondo donde no solo se les cargue más la chamba a los trabajadores en recibir a más usuarios de ese servicio. No todo se cura con paracetamol y con citas a meses de distancia.

En el campo educativo, la contrarreforma de AMLO a la Peña Nieto vino a abonar por un sistema más humanista, que claro, tuvo muchas críticas en su momento, la acusaban de socialista (les falta leer a Vigotsky). Sin embargo, la educación es humanizar, y la educación en el país estaba perdiendo ese sentido derivado de una política con una ideológica neoliberal. El sistema educativo es complejo, y en México hay muchas carencias a pesar de los discursos de los gobernates, hay vicios sindicales, profesores sin vocación, maestras tomándose selfies en vez de capacitarse más, escuelas con infraestructura limitada, y autoridades educativas sin la más mínima idea de la realidad educativa. Estamos seguros que la educación es el medio para revertir la situación deplorable del país, pero esto no se soluciona en un sexenio, los resultados son a largo plazo.

Es importante señalar que con López Obrador se da un verdadero cambio de régimen no así en el año 2000 donde solo hubo una alternancia de partido en el gobierno. De tal manera que para cambiar el régimen se tiene que reestructurar la legislación y las instituciones, y eso no lo pueden entender muchos críticos del gobierno obradorista, es por ello que se han emprendido una serie de reformas constitucionales para reconfigurar al Estado mexicano, y para lograr eso se necesita la aprobación del Congreso de la Unión y de la mayoría de las Legislaturas estatales. En 2018, Morena no solo ganó la presidencia de la República sino también el Congreso de la Unión con el acompañamiento de sus aliados, tenían prácticamente todo para emprender las reformas que presentara el Ejecutivo Federal, algunas se aprobaron, otras no. Para 2021 Morena perdió la mayoría calificada en el Congreso, ya no podía seguir con las reformas constitucionales como la judicial o en el sector eléctrico. Tuvieron su oportunidad para ello en la primera mitad del gobierno morenista y la dejaron ir.

Ahora en esta nueva legislatura tienen otra oportunidad para seguir reestructurando el país bajo la visión obradorista, sin embargo, esto no quiere decir que lo planteado sea lo mejor, por ejemplo la famosa reforma judicial, que si bien es cierto, es necesaria porque en México no se cumple con los mandatos constitucionales del artículo 17 que se imparta justicia de manera pronta, completa e imparcial. Pero la reforma planteada de la 4T no se confecciona para lograrlo, obedece a intereses políticos y superficiales, se necesita mucho más para lograr un sistema de impartición de justicia integral y de corte humanista.

De tal manera que, si en esta legislatura no se emprenden las reformas pendientes por AMLO, quiere decir que todo es solo ficción para lograr esa “cuarta transformación” que nos vendieron en 2018, y que ojalá que todo esto no quede en beneficio de personajes oportunistas que ven en la izquierda un negocio político (ahí les hablan Graco Ramírez y Mario Delgado). Es importante señalar que Morena, si bien es cierto, tuvo fantásticos resultados en la pasada elección, no se convierta en el monstruo autoritario que en un primer momento juró combatir.



El primero de septiembre se instaló la nueva legislatura del Congreso de la Unión, resaltando la Cámara de Diputados, donde Morena y sus aliados tienen mayoría absoluta para implementar las estructuras de la famosa Cuarta Transformación que con AMLO no sucedieron, es decir, la 4T tiene nuevamente una gran oportunidad para seguir con su segundo piso (ojalá y no se caiga como el Metro de Ciudad de México).

Y es que AMLO en su momento, su discurso fue que cuando llegase la izquierda, o más bien su izquierda, al poder, se daría la Cuarta Transformación de México, casi en automático, pero una vez en el gobierno se cambió el discurso a “se sentarían las bases de la Cuarta Transformación”. Cabe mencionar que durante su campaña de más de doce años, se hablaba que creceríamos al 6% del PIB como en épocas del Estado de Bienestar, que tendríamos un Sistema de Salud como el de los países escandinavos, habría una contrarreforma educativa a la de Peña Nieto, que se aclararía lo del 43 desaparecidos de Ayotzinapa, y que se combatiría la inseguridad en el país. Se creó una expectativa muy alta.

Pero en política hay que tomar en consideración los contextos no solo a nivel nacional sino también el internacional. En este sentido, el tema de la Pandemia cambió lo previsto a nivel económico, no logrando el crecimiento económico prometido; sin embargo, fue un aspecto que afectó a todo el orbe. Hay que señalar que en el gobierno de López Obrador la política implementada cambió la vertiente que se venía arrastrando por más de 30 años con el neoliberalismo, pasó de una política donde el paradigma era “primero los ricos” a una de “primero los pobres”. En el gobierno de AMLO se vio una política más enfocada a lograr un desarrollo económico, es decir, que sectores de la población pudieran transitar a una situación de mayor bienestar. En este sentido, durante este sexenio se generaron políticas públicas para buscar dicho desarrollo económico, y por supuesto beneficiaron a mucha población que eran invisibles durante los gobiernos neoliberales, pero han quedado muchos aspectos medulares pendientes si hablamos de justicia social.

Uno de los aspectos que no lograron concretar lo prometido es el sistema de salud. Se trata de un tema complejo, no es fácil garantizar el acceso a un sistema de salud digna porque implica un trabajo conjunto con los gobiernos estatales, porque no todos tienes IMSS o ISSSTE. Lo que se hizo fue algo llamado IMSS Bienestar para todos aquellos que no tienen seguridad social y en esa tesitura, el presidente mencionó en su último informe que dicho sistema era mejor que en el país escandinavo de Dinamarca. Pues bueno, la gran mayoría de los gobernantes le echan de su cosecha a sus informes, piensan que en su mundo México es el país de las maravillas. Claro que el sistema de salud mexicano está a años luz de lo prometido. En este sentido, los presidentes dan su estilo personal de gobernar, pero coinciden en que a las instituciones o programas les cambian solo el nombre y no hacen una reestructuración de fondo donde no solo se les cargue más la chamba a los trabajadores en recibir a más usuarios de ese servicio. No todo se cura con paracetamol y con citas a meses de distancia.

En el campo educativo, la contrarreforma de AMLO a la Peña Nieto vino a abonar por un sistema más humanista, que claro, tuvo muchas críticas en su momento, la acusaban de socialista (les falta leer a Vigotsky). Sin embargo, la educación es humanizar, y la educación en el país estaba perdiendo ese sentido derivado de una política con una ideológica neoliberal. El sistema educativo es complejo, y en México hay muchas carencias a pesar de los discursos de los gobernates, hay vicios sindicales, profesores sin vocación, maestras tomándose selfies en vez de capacitarse más, escuelas con infraestructura limitada, y autoridades educativas sin la más mínima idea de la realidad educativa. Estamos seguros que la educación es el medio para revertir la situación deplorable del país, pero esto no se soluciona en un sexenio, los resultados son a largo plazo.

Es importante señalar que con López Obrador se da un verdadero cambio de régimen no así en el año 2000 donde solo hubo una alternancia de partido en el gobierno. De tal manera que para cambiar el régimen se tiene que reestructurar la legislación y las instituciones, y eso no lo pueden entender muchos críticos del gobierno obradorista, es por ello que se han emprendido una serie de reformas constitucionales para reconfigurar al Estado mexicano, y para lograr eso se necesita la aprobación del Congreso de la Unión y de la mayoría de las Legislaturas estatales. En 2018, Morena no solo ganó la presidencia de la República sino también el Congreso de la Unión con el acompañamiento de sus aliados, tenían prácticamente todo para emprender las reformas que presentara el Ejecutivo Federal, algunas se aprobaron, otras no. Para 2021 Morena perdió la mayoría calificada en el Congreso, ya no podía seguir con las reformas constitucionales como la judicial o en el sector eléctrico. Tuvieron su oportunidad para ello en la primera mitad del gobierno morenista y la dejaron ir.

Ahora en esta nueva legislatura tienen otra oportunidad para seguir reestructurando el país bajo la visión obradorista, sin embargo, esto no quiere decir que lo planteado sea lo mejor, por ejemplo la famosa reforma judicial, que si bien es cierto, es necesaria porque en México no se cumple con los mandatos constitucionales del artículo 17 que se imparta justicia de manera pronta, completa e imparcial. Pero la reforma planteada de la 4T no se confecciona para lograrlo, obedece a intereses políticos y superficiales, se necesita mucho más para lograr un sistema de impartición de justicia integral y de corte humanista.

De tal manera que, si en esta legislatura no se emprenden las reformas pendientes por AMLO, quiere decir que todo es solo ficción para lograr esa “cuarta transformación” que nos vendieron en 2018, y que ojalá que todo esto no quede en beneficio de personajes oportunistas que ven en la izquierda un negocio político (ahí les hablan Graco Ramírez y Mario Delgado). Es importante señalar que Morena, si bien es cierto, tuvo fantásticos resultados en la pasada elección, no se convierta en el monstruo autoritario que en un primer momento juró combatir.