Emiliano Zapata es quizás el máximo exponente de la Revolución Mexicana, personaje con ideales de justicia muy arraigados en su espíritu que lo impulsaron a luchar por su pueblo. Zapata nació un 8 de agosto de 1879 (día de San Emiliano) en Anenecuilco, Morelos, y a pesar del paso de los años, su recuerdo sigue vivo e inclusive hoy más que nunca es necesario que su espíritu de lucha esté más presente en los morelenses.
Emiliano Zapata fue el noveno hijo (de diez) del matrimonio de Gabriel Zapata y Cleofas Salazar, y creció en una familia que se dedicaba al comercio de animales, por lo tanto no era “pobre”; sin embargo, durante su niñez y juventud vio la opresión, las injusticias y los despojos de tierras que eran objeto los campesinos de su pueblo por parte de las haciendas e ingenios de la región. Creció con una sensibilidad por la justicia.
Cabe mencionar que Emiliano tenía antepasados que habían participado en episodios bélicos en la historia de México luchando por las causas justas como el Sitio de Cuautla durante la estancia del general José María Morelos y Pavón, así como en la Intervención Francesa, y al saberlo, le gustó conocer de la historia del país. Otra de las cosas que le llamó mucho la atención fueron los caballos, por lo que se animó a aprender a montar desde muy joven. Por otra parte, su tío abuelo le enseñó a usar las armas cuando iban de cacería. De su padre, Zapata aprendió a trabajar la tierra y conocer lo difícil de ganarse la vida en el campo. Todo ello, fue formado su personalidad, pero el hecho de ver el trato que recibían los peones en las haciendas durante el Porfiriato le fue formando un carácter y sensibilidad por luchar por su pueblo, defender a su pueblo.
Si bien es cierto con el gobierno de Porfirio Díaz hubo orden y con ello una estabilidad política que necesitaba el país, así como un impulso económico que se dio derivado de inversiones extranjeras gracias a una política entreguista, los resultados económicos no permearon en el grueso de la población, lo que se generó fue una excesiva riqueza para unos cuantos, traduciéndose en una injusticia distributiva. De tal manera que durante el gobierno de Díaz, en muchos poblados del país, como en el caso de los de Morelos, fueron víctimas de despojos de tierras por hacendados gracias a tretas legales, extendiéndose de manera abusiva, por ejemplo la hacienda de Chinameca llegó a poseer más de 64 mil hectáreas, la de Temixco más de 17 mil, el Hospital 11 mil, Casasano 2 mil 282, por mencionar algunas. ¿De qué servía que hubiese orden y progreso si no había justicia social?
Emiliano Zapata a la edad de 30 años es nombrado el 12 de septiembre de 1909 como presidente de la Junta de la Defensa de las Tierras de Anenecuilco. Zapata era un hombre de temple, de confianza, digno del cargo para luchar para restituir las tierras usurpadas. Hay que recordar que a finales del siglo XIX y principios del siglo XX, había un malestar político derivado a las reelecciones de Porfirio Díaz, no había democracia en el país a pesar de la “modernidad”. Y en esta lógica, la Revolución Mexicana inicia principalmente por un descontento electoral, ya que a pesar de que Díaz había expresado en una entrevista que México estaba listo para la democracia, resulta que se volvió a reelegir en 1910, y por lo tanto, las cosas seguirían de la misma manera que en los últimos treinta años. Ante este panorama, Francisco I. Madero, un hacendado de Coahuila, y que había sido el candidato opositor a Díaz, proclama el Plan de San Luis donde se convoca a levantarse en contra del gobierno del general Porfirio Díaz, es así como estalla la Revolución Mexicana el 20 de noviembre de 1910. Pero dicho movimiento revolucionario llegaría a Morelos hasta marzo de 1911 donde entraría en acción la figura de Emiliano Zapata que comandaría al Ejército Libertador del Sur, siendo su lucha el elemento social que necesitaba la Revolución Mexicana y que configuraría al México del siglo XX y lo que llevamos del siglo XXI.