/ lunes 15 de julio de 2024

Una nueva opción política es necesaria

Apenas llevamos poco más de dos décadas de vivir en un sistema incipientemente democrático y los nubarrones del retorno del viejo régimen hiperpresidencialista de partido hegemónico o dictadura de partido, como quieran llamarlo, se asoman como un huracán en el horizonte.

Decíamos que en democracia se pueden ganar o se pueden perder unas elecciones, pero no podemos perder la democracia en unas elecciones, desgraciadamente para allá va México.

La democracia implica vivir en una sociedad libre, plural, respetuosa; un sistema democrático es aquel que tiene mecanismos de rendición de cuentas, de transparencia; con división de poderes como mecanismos de contrapeso, con instituciones autónomas que garantizan elecciones limpias y acceso a la información pública.

Vivir en democracia es estar sujetos, todas y todos, al marco legal; en democracia la ley sí es la ley. Eso no le va al actual gobierno.

Desgraciadamente parece ser que vamos hacia un retroceso de cuarenta años. Antes de que la democracia se pudiera llegar a consolidar en nuestro país, una mayoría de mexicanas y mexicanos decidió votar por la continuidad de este gobierno que ha planteado abierta y nítidamente el retorno a ese viejo modelo de concentración de poder como el que durante 70 años enarboló el otrora poderoso PRI, hoy en extinción.

Esa mayoría equivale al casi 60% de los 98.5 millones de ciudadanos y ciudadanas que integran la lista nominal, es decir, del orden de 36 millones. Pero también hay que señalar que hay otros 22.5 millones de personas que NO votaron por la continuidad.

El primer elemento que enciende las alarmas es la intención de tener de manera ilegal una mayoría calificada que les permita avanzar en las reformas que anularían, en la práctica y en los hechos, la representación política de esos 22.5 millones de personas que no están de acuerdo con este gobierno.

Para decirlo en términos numéricos: 36 millones no pueden decidir de manera unilateral; no deben imponer sus políticas regresivas generando mayorías artificiales producto de la tramposa sobrerrepresentación sin tomar en cuenta al resto que, abiertamente o no, optó por una opción diferente a Morena, así de claro.

Y menos aún modificando las reglas que dan sustento a la democracia para imponer su pensamiento único, iniciando con el desmantelamiento del Poder Judicial y la remoción de los ministros de la SCJN, para que el pueblo “sabio” elija a los nuevos ministros que seguramente serán afines y alineados al proyecto obradorista. Adiós a la división de poderes, a la imprescindible función de la Corte para defender el marco constitucional. Bienvenida nuevamente la sumisión del Poder Judicial a los deseos y caprichos del régimen.

En este escenario los partidos de oposición se encuentran en crisis; el PRD borrado de la boleta, el PRI disminuido y en descenso y el PAN en una crisis profunda de liderazgo y alejado de sus principios. Los partidos PT y Verde se comportan como remoras de Morena y MC crece a partir de buenos jingles, ninguno disputa realmente el poder, pero disfrutan de un buen pedazo del pastel.

El camino para Morena al parecer está despejado al menos por un tiempo.

Se necesitan nuevos partidos con otras prácticas y es necesario el relevo de la actual clase política. Se requiere del impulso, la frescura, la espontaneidad, la confianza y la convicción de esa ciudadanía que salió a las calles a defender al INE y a nuestra democracia, la llamada Marea Rosa.

En este escenario se plantea la creación de una nueva fuerza política que pueda representar a los millones de mexicanas y mexicanos que no están con Morena, pero tampoco se sienten cómodos con los partidos actuales.

Una opción que se cimiente en principios y valores democráticos, abierta a la sociedad, dispuesta a construir con todas y todos los demócratas de este país, inclusive hasta con los desencantados de la 4T, que los habrá muy pronto.

En los próximos comicios la disputa estará entre los que defienden la democracia y los que añoran el México de los Tlatoanis, algo muy arraigado en la sociedad; el México del viejo PRI renacido en Morena, de la dictadura perfecta, de los tapados y de los fraudes electorales.

Ya se ha dado el primer paso, lo que sigue es revisar las condiciones para construir un nuevo partido ciudadano, el camino es largo y a través del mismo se irán sumando miles de ciudadanas y ciudadanos, avancemos.

Apenas llevamos poco más de dos décadas de vivir en un sistema incipientemente democrático y los nubarrones del retorno del viejo régimen hiperpresidencialista de partido hegemónico o dictadura de partido, como quieran llamarlo, se asoman como un huracán en el horizonte.

Decíamos que en democracia se pueden ganar o se pueden perder unas elecciones, pero no podemos perder la democracia en unas elecciones, desgraciadamente para allá va México.

La democracia implica vivir en una sociedad libre, plural, respetuosa; un sistema democrático es aquel que tiene mecanismos de rendición de cuentas, de transparencia; con división de poderes como mecanismos de contrapeso, con instituciones autónomas que garantizan elecciones limpias y acceso a la información pública.

Vivir en democracia es estar sujetos, todas y todos, al marco legal; en democracia la ley sí es la ley. Eso no le va al actual gobierno.

Desgraciadamente parece ser que vamos hacia un retroceso de cuarenta años. Antes de que la democracia se pudiera llegar a consolidar en nuestro país, una mayoría de mexicanas y mexicanos decidió votar por la continuidad de este gobierno que ha planteado abierta y nítidamente el retorno a ese viejo modelo de concentración de poder como el que durante 70 años enarboló el otrora poderoso PRI, hoy en extinción.

Esa mayoría equivale al casi 60% de los 98.5 millones de ciudadanos y ciudadanas que integran la lista nominal, es decir, del orden de 36 millones. Pero también hay que señalar que hay otros 22.5 millones de personas que NO votaron por la continuidad.

El primer elemento que enciende las alarmas es la intención de tener de manera ilegal una mayoría calificada que les permita avanzar en las reformas que anularían, en la práctica y en los hechos, la representación política de esos 22.5 millones de personas que no están de acuerdo con este gobierno.

Para decirlo en términos numéricos: 36 millones no pueden decidir de manera unilateral; no deben imponer sus políticas regresivas generando mayorías artificiales producto de la tramposa sobrerrepresentación sin tomar en cuenta al resto que, abiertamente o no, optó por una opción diferente a Morena, así de claro.

Y menos aún modificando las reglas que dan sustento a la democracia para imponer su pensamiento único, iniciando con el desmantelamiento del Poder Judicial y la remoción de los ministros de la SCJN, para que el pueblo “sabio” elija a los nuevos ministros que seguramente serán afines y alineados al proyecto obradorista. Adiós a la división de poderes, a la imprescindible función de la Corte para defender el marco constitucional. Bienvenida nuevamente la sumisión del Poder Judicial a los deseos y caprichos del régimen.

En este escenario los partidos de oposición se encuentran en crisis; el PRD borrado de la boleta, el PRI disminuido y en descenso y el PAN en una crisis profunda de liderazgo y alejado de sus principios. Los partidos PT y Verde se comportan como remoras de Morena y MC crece a partir de buenos jingles, ninguno disputa realmente el poder, pero disfrutan de un buen pedazo del pastel.

El camino para Morena al parecer está despejado al menos por un tiempo.

Se necesitan nuevos partidos con otras prácticas y es necesario el relevo de la actual clase política. Se requiere del impulso, la frescura, la espontaneidad, la confianza y la convicción de esa ciudadanía que salió a las calles a defender al INE y a nuestra democracia, la llamada Marea Rosa.

En este escenario se plantea la creación de una nueva fuerza política que pueda representar a los millones de mexicanas y mexicanos que no están con Morena, pero tampoco se sienten cómodos con los partidos actuales.

Una opción que se cimiente en principios y valores democráticos, abierta a la sociedad, dispuesta a construir con todas y todos los demócratas de este país, inclusive hasta con los desencantados de la 4T, que los habrá muy pronto.

En los próximos comicios la disputa estará entre los que defienden la democracia y los que añoran el México de los Tlatoanis, algo muy arraigado en la sociedad; el México del viejo PRI renacido en Morena, de la dictadura perfecta, de los tapados y de los fraudes electorales.

Ya se ha dado el primer paso, lo que sigue es revisar las condiciones para construir un nuevo partido ciudadano, el camino es largo y a través del mismo se irán sumando miles de ciudadanas y ciudadanos, avancemos.

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