/ jueves 31 de agosto de 2023

La retórica histórica | La cúpula de Runit

¿Qué haríamos sin la ciencia?, ¿qué sería del hombre sin los descubrimientos que muchos científicos han revelado?

Recientemente se me viene a la cabeza, el impresionante filme Oppenheimer, haciendo alusión a lo que logró el físico Robert, con ayuda de un equipo de científicos que trabajaron en el desarrollo de la bomba nuclear.

Más allá de la excelente actuación y representación de la vida de este hombre. Nos deja una tremenda reflexión. Hay invenciones que traen desgracia y miseria a la humanidad. Y éste es el caso de la bomba. Presiento que Robert vivió atormentado tras la caída de su hallazgo sobre Hiroshima y Nagasaki.

Sin embargo, no es el único hecho fehaciente que ha sembrado desdicha.

¿Alguna vez has escuchado hablar acerca de un lugar llamado “La tumba”? Este sitio no es precisamente una edificación o pequeña cámara destinada a depositar a los difuntos.

Sin titubear acerca de cuál es el área más contaminada del planeta por radiación nuclear. Seguramente se nos vendrá a la mente Chernóbil y su reactor número 4.

La siguiente zona sería Fukushima, nación que ha dejado mucho de qué hablar al respecto. Sin embargo, hay uno mucho más contaminado y que ahora se encuentra en peligro debido al cambio climático. Lo que podría ocasionar la mayor catástrofe medio ambiental hasta la fecha.

Se trata de La Tumba, es el lugar más contaminado por radiación, almacenamiento y residuos nucleares.

Durante la década de los 50´s, diversas naciones comenzaron una carrera armamentística y nuclear en el contexto de la Guerra Fría. Los ensayos con bombas termonucleares, estaban a la orden del día.

Fue en este escenario, en el que, Estados Unidos desplazó sus ensayos nucleares al Océano Pacífico. Concretamente a la micronesia, y aún más específico, a las conocidas como Islas Marshall.

Fue en esta región, donde la potencia norteamericana detonó más de medio centenar de bombas nucleares. Tras estos ensayos que dejaron no solo la radiación, producida por estas explosiones, sino montón de residuos derivados de las investigaciones y las pruebas.

En 1979, se decidió comenzar con la construcción de La Tumba. Un depósito de residuos nucleares, en el cual, una vez finalizada su edificación, se depositaron 80 mil metros cúbicos de materiales radiactivos. Este sarcófago, con forma circular y unos 45 centímetros de grosor se instaló en la Isla de Runit.

Hace unos meses, un estudio de la revista científica PNAS por sus siglas en inglés. Dependiente de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos determinó que las Islas de Runit tiene niveles de contaminación por plutonio 239 y 240, entre 10 y mil veces superiores a los de Fukushima. Y unas 10 veces, superiores a los de Chernóbil.

El Plutonio 239 se trata de un isotopo radioactivo, utilizado como explosivo en las bombas nucleares de primera generación como las lanzadas sobre Hiroshima y Nagasaki.

Lo grave de este isotopo es que permanece activo durante 24 mil 200 años. Y según filtró una investigación de un periódico estadounidense “Los Ángeles Time”, han empezado a aparecer fugas en la super estructura de La Tumba.

Estas fugas de acuerdo con algunos expertos pueden deberse a la erosión por agua de mar, que en esta zona del planeta han notado el aumento de éste en mayor medida que en otras partes del globo terráqueo.

Ante el cambio climático y el aumento del nivel del mar, para finales de este mismo siglo, La Tumba se encontraría totalmente sumergida, liberando de esta forma su contenido mortal a los océanos.

Dato interesante: solo tres países: Rusia, China y Estados Unidos emiten a la atmósfera el 50 por ciento del CO2 del planeta y ninguna de estas naciones están interesadas en parar. Si no frenamos las emisiones del CO2, causante del cambio climático, ¿no sería ya momento de replantearse el uso de la energía nuclear como fuente alternativa a los combustibles fósiles?

Se habla continuamente de emergencia climática, pero la realidad es que las alternativas energéticas que proponen son caras, ineficientes y económicamente inasumibles para muchos países.

Hacemos esta reflexión debido a que el pasado 29 de agosto se conmemoró el Día Internacional Contra los Ensayos Nucleares. Con la intención de sensibilizar a las naciones sobre los efectos de ensayo de armas.