La noche es el sitio donde debemos irrumpir para existir. Siempre olvidamos que lo esencial, la luz, sólo aparece si vivimos de cara a la noche y al mal, si vivimos resistiendo a la más profunda de las sombras. Hay que arrebatarle el bien al mal; hay que resistir la noche y recuperarse de nuevo para el día; hay que ser luz en la muerte.
Javier Sicilia, El fondo de la noche
Una novela más de Javier Sicilia en el constante intento por develarnos el misterio del mal, ahora a través del drama existencial vivido desde la barbarie de hombre contra el hombre. El fondo de la noche es la experiencia de fe del padre Kolbe en el campo de concentración de Auschwitz. A partir de este sistema nazi de biopoder, que busca anular todo acto y emoción de humanidad, Kolbe nos mostrará que es posible resistir y dar esperanza, aún a pesar de llevar al ser humano a un grado límite de sobrevivencia y sometimiento.
Aún a pesar de la banalidad del mal como una regla existencial en el campo, Kolbe pondrá la fragilidad de su cuerpo en una constante lucha con el sistema de concentración. Podrán dominar, manipular, someter, golpear, hacerlo física y psicológicamente una nadeidad, pero no su alma. Mediante distintos rostros, Sicilia muestra la lógica del Langer: cómo por el instinto de seguir viviendo, se traiciona, se mata, se envilece, se prostituye y lo peor, algo que dejará marca a pesar de salir vivo del Langerse: se corrompe el alma. Descubriendo un gran similitud a la exigencia sacrificial del mundo neocapitalista
Dentro del campo confrontará radicalmente sus principios y su fe se pondrán en entredicho bajo la sombra de la noche de Auschwitz. Será testigo de la fragilidad humana llevada a un extremo de maldad. Frente a esta batalla no sólo física sino espiritual, seguirá optando por estar del lado de los más débiles, desde esa periferia de la periferia de las víctimas, permanecerá fiel, y desde esa trinchera (estar con los musselman) es como logra una fuerza moral que resiste la lógica del sistema de concentración y deja pervivir la esperanza y la humanidad.
Kolbe en el campo de barbarie es el aguijón espiritual, es el profeta que anuncia la redención, pero no permite la justificación de la sobrevivencia a la manera como el campo lo pide. No por eso abandona, ni enjuicia a la persona víctima de dicha funcionalidad de inhumanidad, sino que desde la misericordia trata de mantener vivo el testimonio de humanidad. Se hace un débil más (un musselman), pero protector de los débiles del campo. Su pulsión de vida la puso debajo de la pulsión del amor. Porque ni el deseo de vivir puede estar sobre la vida del otro, a menos que por amor, se otorgue la vida para dar vida.
Además del drama existencial del P. Kolbe, en los límites de la maldad humana de Auschwitz, está el drama del hombre por el cual Kolbe dio su vida. Una dialéctica de redención es la invitación de Sicilia, al poner en el escenario este drama. No es sólo ver el sacrificio redentor, sino el impacto de la redención en la vida del otro por el cual se ha donado otra vida.
También podemos considerar de importancia en dicha obra, una crítica al fracaso de la Modernidad, cuestionando la fetichización de la razón. Con una postura muy paralela a la de Horkheimer y Adorno. Auschwitz es la consecuencia de un proceso de la modernidad fallido, gestado desde el inicio de la absolutización de la racionalidad y su exclusión del otro.
Considero esta obra como un excelente esfuerzo por dar esperanza real en el fondo de nuestra noche oscura. Una narración testimonial como la realiza Sicilia con sus diálogos crítico-dialécticos, en varios de los temas entramados al drama del mal, es un resquicio de esperanza que permite afinar la mirada y encender el corazón en estos momentos de violencia en nuestro país.