/ jueves 26 de septiembre de 2024

Días de soltar / Balance del sexenio de AMLO

Estamos en un momento muy complicado de la vida pública del país. Muchos tenemos miedo, rabia, tristeza de lo que está pasando, pero también hay muchos otros que sienten lo contrario, están contentos. Es importante que logremos ver con objetividad y frialdad la situación, para tomar decisiones en nuestras vidas, la primera y más importante si podemos estar tranquilo o no. No hay que dejarnos llevar por quienes alarman con ideas poderosas como esa clásica de que nos estamos convirtiendo en Venezuela. Si bien puede ser cierto, debemos tener la capacidad mínima de determinarlo por nosotros mismos. La semana pasada hice un balance de los logros y pendientes del gobierno estatal. La columna más cargada de lado de los pendientes, porque el gobernador no se presentó a trabajar en seis años. Así como que logros considero, no hubo muchos. Hoy, en la última columna con AMLO como Presidente oficial, te quiero platicar mi razonamiento respecto a los logros y pendientes de su sexenio.

Logros

Político. Andrés Manuel logró consolidar décadas de trabajo en un nuevo partido que parece querer competir por el título de “Dictadura Perfecta”. Me parece impresionante ver cómo, poco a poco, todos los factores se empiezan a alinear con MORENA. Desde los operadores territoriales o sindicatos, hasta empresarios y ahora jueces. Como hormigas, el tránsito hacia las filas de MORENA es constante. Quizá las pruebas mas evidentes sean perfiles como los Murat y los Yunes, que ayer aplaudían desde el PRIAN y hoy lo hacen desde MORENA, calladitos y sumisos. Por supuesto que a quienes siempre habían pertenecido al otro equipo, hoy les parece atroz que MORENA haya logrado tanto poder, pero el hecho de que estén tan histéricos es prueba del tamaño del mandado que López Obrador les comió. En relativamente poco tiempo, AMLO transformó el panorama político del país, y aunque haya aspectos negativos que veremos más adelante, tenemos que reconocerle que pragmáticamente es un logro.

Económico. Los últimos 30 años, México había estado bajo la dirección de proyectos que tenían como brújula moral el crecimiento económico. En ese tiempo creció la pobreza y la desigualdad al grado que cualquiera lo puede ver con sus propios ojos, a pesar de que nos cambien las definiciones de pobreza o nos pongan fórmulas complicadas para medirla. Por la razón que sea, AMLO rompió con ese paradigma de lo que llaman “neoliberalismo” y planteó su propio playbook, dejando de concertarse en la palabra “crecimiento económico” y dándole más juego a la palabra “humanismo”. Podemos discutir largo y tendido si esto ha sido bueno o malo para el país, pero hechos como el alza en el salario mínimo (que creíamos imposible de subir de acuerdo con los proyectos pasados) sin que el país explote le están dando el beneficio de la duda, y legitimidad con un sector enorme de la población que tradicionalmente aborrece a los políticos. AMLO parece estar separando el poder político del económico, distinción que en los últimos 30 años se ha vuelto muy borrosa y eso es importante por la misma razón que la división de poderes en el gobierno lo es.

Pendientes

Corrupción. Cada día estoy más claro que la corrupción es la raíz de todos los males en este país y que si bien, así como la inflación no se puede evitar, si te tiene que mantener dentro de niveles aceptables. Estos 6 años no se ha mantenido en niveles aceptables. Este sexenio no ha combatido la corrupción más que en el discurso. Desde su familia, pasando por los políticos de alto rango y hasta el operador de territorio más bajo, los acuerdos en lo oscurito en beneficio propio siguen siendo la regla más clara del país. Si todos los actos de este sexenio: las designaciones de funcionarios y candidatos, la cancelación del aeropuerto, las mega obras, la reforma al poder judicial, la militarización de la Guardia Nacional, etc. estuvieran basadas en reglas claras, con árbitros legítimos, no existiría quien se opusiera de buena fe a AMLO. Sería una figura comparable a Nelson Mandela. Pero la realidad es que esconde mucho más de lo que a sus fans les gustaría reconocer, y ante la falta de transparencia y claridad de objetivos, no nos queda más que suponer lo que la historia nos ha enseñado: sus actos han sido con el propósito de impulsar agendas ocultas que benefician a unos pocos. Lo único que cambió es el nombre de esos pocos, que ahora son familiares de AMLO. Mientras esto siga pasando, asuntos como la inseguridad en este país, seguirán sin mejorar, porque no son el centro de la agenda.

Inseguridad. Esa corrupción evidente en el país nos da mucha razón para pensar las instituciones de México están corrompidas por el crimen organizado. Desde el poder judicial, pasando por el legislativo y llegando al ejecutivo (y ahora que vamos a votar por los Jueces, peor). Todos sabemos que hay cada sexenio un acuerdo de impunidad con el narcotráfico. Dicen por ahí: no tenemos pruebas, pero tampoco dudas. Aunque el que si quiere ver, encuentra las pruebas, como esa foto del Cuau gobernador con capos locales. Si existe un plan para pacificar el país, no nos lo cuentan y, aunque esto es algo que afecta al país desde hace varios sexenios, la realidad es que el de AMLO no logró nada al respecto. Cada día es más probable ser víctima de algo y menos probable encontrar paz o justicia. Los padres de Ayotzinapa pueden contarnos historias de terror, frustración y tristeza en todo lo que a la inseguridad en este país respecta. Pregúntenles que opinan del sexenio de Andrés.

Democracia. Se supone que este era el objetivo. Un país democrático donde las decisiones públicas se tomen con la inclusión de todos. Que dejáramos atrás el México de un solo hombre, o de un solo grupo político que controla el camino de manera autoritaria. Mi enojo con Andrés Manuel es ese. Le reconozco lo que ha logrado, pero objetivamente también hay que reconocer los vicios que está perpetuando y lo corrosivos que son para el país. El poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente. En vez de unirnos, nos ha polarizado, y para beneficio propio. Ha traducido su discurso de una promesa de futuro para el país, a un mero monólogo grandilocuente y mentiroso. Se dedicó a erosionar los poderes durante su sexenio y hoy México es un país menos democrático por su culpa. El tiempo dirá si está justificado en hacerlo, si esos 35 millones de mexicanos tenían razón en darle el beneficio de la duda, si las oportunidades perdidas o los valores sacrificados valieron la pena. Pero por lo pronto, no parece serlo.

En balance, el sexenio de AMLO ha sido uno más de un México surrealista, así como el de cualquier sexenio del siglo veinte. Aciertos y desaciertos, siempre enmarcados en una nube de corrupción. Esperemos Claudia Sheinbaum tenga méritos propios y no se dedique a ser un mero alfil, aunque AMLO se está encargando de hacérselo complicado. Esperemos se atiendan algunos de estos problemas y se continúen con los logros. Esperemos una verdadera oposición surja con la capacidad de hacerle frente al Gobierno, pero no solo para pelear, sino para construir futuro. Esa oposición la podremos identificar porque sabrá reconocerle a AMLO lo que hizo bien, no solo lo que hizo mal. Nos vemos la próxima semana en la primera columna del sexenio de Claudia.