/ lunes 12 de agosto de 2024

Arte y cultura / Carta de un lector

Hola, Mayra, te saludo con alegría y, además, con gratitud, ya que tus artículos - tan interesante e importantes- se han convertido en un excelente vehículo, el cual me ha permitido realizar viajes a través del tiempo y del espacio aún cuando sean virtuales.

He podido conocer de esta manera obras y artistas que han engrandecido tanto el campo del arte como el de la cultura, como es el caso de ese extraordinario personaje llamado Miguel Ángel Buonarroti, y su grandiosa obra intitulada - entre muchas otras “La creación de Adán”, la cual nos plasmas con genuina sensibilidad en tu último artículo.

Independientemente de todos los elementos que la constituyen: protagonistas, formas, colores, técnicas, existe una pequeña zona del mismo el cual llama profundamente mi atención, así como de igual manera a muchos otros espectadores. Me refiero a esa enigmática distancia que existe entre los dedos -uno de Dios y otro del hombre- que seguramente representa un misterio y a su vez un importante mensaje del artista. Un mensaje silencioso como lo es toda obra pictórica, cada una con ese sutil y contundente lenguaje propio de sus respectivos autores irradiando verdad, bondad y belleza. Habrá entonces que descubrir el contenido del mismo junto con su o sus correspondientes enseñanzas.

Indudablemente ese espacio entre ambos dedos bien lo pudiera medir con una regla y obtener un resultado tangible con algunas conclusiones, sin embargo creo firmemente que el artista va mucho más allá de eso.

Estoy seguro que tanto la ciencia como la religión, así como también la filosofía, tendrán sus propias respuesta al respecto. Yo me remitiré a una interpretación muy personal con la cual me sentiré suficientemente satisfecho, ya que dejaré que mis pensamientos fluyan libremente para obtener intuitivamente una respuesta uniendo mente y corazón.

¿Será que el artista a través de su obra no está formalmente mostrando un verdadero camino a seguir y un vasto territorio a conquistar enmarcado por lo terrenal y lo celestial? ¿Será que en eso consiste ese maravillosos evento llamado vida?

Es ahora que recuerdo una frase pronunciada por un sabio personaje en una película la cual dio la vuelta al mundo entero y dice así: “Lo único real y verdadero que tenemos es un tiempo para vivir la vida. De nosotros dependerá que hacer con ella“.

Pues, bien, en mi caso muy personal, la distancia que me falta por recorrer es bastante más pequeña que aquella que he dejado atrás. Por ello mismo tendré que elegir con suma cautela lo que aún deseo hacer con mi vida a pesar del mundo agitado en el cual nos movemos hoy en día y sus respectivas circunstancias.

Nuevamente y como opinión personal, deseo expresar que tanto el arte como la cultura se convertirán en una valiosa materia prima que me permitirá construir en lo que resta de mi vida puentes hacia mi destino final, donde el arte será la luz que ilumine el camino a seguir y la cultura una guía segura hacia la dirección correcta.

Gracias, Mayra; gracias Miguel Ángel, por darle a mí vida una nuevo amanecer y un vital respiro.

Escrito por el Dr. Alejandro Salzillo

Hola, Mayra, te saludo con alegría y, además, con gratitud, ya que tus artículos - tan interesante e importantes- se han convertido en un excelente vehículo, el cual me ha permitido realizar viajes a través del tiempo y del espacio aún cuando sean virtuales.

He podido conocer de esta manera obras y artistas que han engrandecido tanto el campo del arte como el de la cultura, como es el caso de ese extraordinario personaje llamado Miguel Ángel Buonarroti, y su grandiosa obra intitulada - entre muchas otras “La creación de Adán”, la cual nos plasmas con genuina sensibilidad en tu último artículo.

Independientemente de todos los elementos que la constituyen: protagonistas, formas, colores, técnicas, existe una pequeña zona del mismo el cual llama profundamente mi atención, así como de igual manera a muchos otros espectadores. Me refiero a esa enigmática distancia que existe entre los dedos -uno de Dios y otro del hombre- que seguramente representa un misterio y a su vez un importante mensaje del artista. Un mensaje silencioso como lo es toda obra pictórica, cada una con ese sutil y contundente lenguaje propio de sus respectivos autores irradiando verdad, bondad y belleza. Habrá entonces que descubrir el contenido del mismo junto con su o sus correspondientes enseñanzas.

Indudablemente ese espacio entre ambos dedos bien lo pudiera medir con una regla y obtener un resultado tangible con algunas conclusiones, sin embargo creo firmemente que el artista va mucho más allá de eso.

Estoy seguro que tanto la ciencia como la religión, así como también la filosofía, tendrán sus propias respuesta al respecto. Yo me remitiré a una interpretación muy personal con la cual me sentiré suficientemente satisfecho, ya que dejaré que mis pensamientos fluyan libremente para obtener intuitivamente una respuesta uniendo mente y corazón.

¿Será que el artista a través de su obra no está formalmente mostrando un verdadero camino a seguir y un vasto territorio a conquistar enmarcado por lo terrenal y lo celestial? ¿Será que en eso consiste ese maravillosos evento llamado vida?

Es ahora que recuerdo una frase pronunciada por un sabio personaje en una película la cual dio la vuelta al mundo entero y dice así: “Lo único real y verdadero que tenemos es un tiempo para vivir la vida. De nosotros dependerá que hacer con ella“.

Pues, bien, en mi caso muy personal, la distancia que me falta por recorrer es bastante más pequeña que aquella que he dejado atrás. Por ello mismo tendré que elegir con suma cautela lo que aún deseo hacer con mi vida a pesar del mundo agitado en el cual nos movemos hoy en día y sus respectivas circunstancias.

Nuevamente y como opinión personal, deseo expresar que tanto el arte como la cultura se convertirán en una valiosa materia prima que me permitirá construir en lo que resta de mi vida puentes hacia mi destino final, donde el arte será la luz que ilumine el camino a seguir y la cultura una guía segura hacia la dirección correcta.

Gracias, Mayra; gracias Miguel Ángel, por darle a mí vida una nuevo amanecer y un vital respiro.

Escrito por el Dr. Alejandro Salzillo

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